El concierto de Enrique Guzmán y los fundadores del rock and roll mexicano con los Rebeldes del Rock, Los Locos del Ritmo, Los Hooligans, baby Batiz, Roberto Jordán, Los Hermanos Carreón , Los Rockin Devils varios  con los músicos originales, fue una verdadera máquina del tiempo de más de cinco horas, como escribió  Ana Mónica Rodríguez en la reseña de La Jornada.

En 1958 ingresé a la UNAM, al inscribirme en la Prepa Dos, llamada también Iniciación Universitaria, por impartir los ciclos de secundaria y bachillerato, estaba ubicada en la calle de Licenciado Verdad esquina con Guatemala.

Por estar en el mero centro vivió directamente las movilizaciones de maestros othonistas ferrocarrileros vallejistas y estudiantes de la UNAM, el IPN y Normal contra los aumentos de tarifas en los camiones urbanos.

Esa doble rebeldía rockandrolera y de luchas sociales, gestó una generación de ruptura con el sistema, con el stablishment.

Tuve la fortuna de vivir, todo ese fenómeno diabólico en la prepa dos, que era un foco de la rebeldía sin causa y el rock and roll. Estábamos eufóricos con Elvis Presley, Ricardito, Bill Halley y escuchamos a los pioneros del rock and roll mexicano, como Gloria Ríos, los Hermanos Carrión y los Locos del Ritmo.

Íbamos al cine Goya a echar desmadre siguiendo a Palillo, Luis Rodríguez un singular líder surgido como animador o porrista del equipo Pumas de futbol americano.

Nos tocó la época de la flota con sus dos líderes Chucho Arias quien murió trágicamente y el Cachuchas, los que protagonizaban pleitos que duraban horas, en tiros derechos uno por uno enfrentando a los rivales. Eran también los años de las tardeadas y la aparición de los hoyos funky.

En 1960 fueron a tocar los Black Jeans en la calle de San Ildefonso casi esquina con Argentina, frente a la prepa dos. Ese mismo año los normalistas tomaron la Secretaría de Educación Pública en defensa de su internado y fueron desalojados por el ejército. Ambos episodios me marcaron para toda la vida.

En el lapso de 65 años el mundo y México tuvieron cambios culturales, sociales, económicos, políticos y de toda índole.

La generación de los baby booms protagonizó la rebelión libertaria del 68 planetario, a la que precedieron los llamados rebeldes sin causa, sus verdaderos teloneros.

En la década larga de los sesenta 1958-1973 ocurrieron las luchas de independencia en toda África, la guerra de Vietnam, la Revolución Cubana y muchos cambios tecnológicos y científicos; la píldora anticonceptiva, la carrera espacial URSS vs USA, la guerra fría, el golpe de Estado de Pinochet contra Allende, la caída del Muro de Berlín. Hubo además cambios en la moda, como la minifalda, el pelo largo, como decía Marcelino Perelló en los sesenta irrumpió el color en todas partes, en las sábanas, en los calzones y en la televisión.

Surgió la ola inglesa con los Beatles, Rolling Stones, The Doors, The Animals, la llamada canción de protesta en América Latina.

Fue una especie de renacimiento en el siglo XX.

Tanto los estados y gobiernos autoritarios y totalitarios, como sus partidos, incluyendo a los comunistas y al propio Fidel Castro, con sus dogmas y sus estructuras eclesiásticas se opusieron a los jóvenes rebeldes y los acusaron de todo tipo de pecados.

Eramos subversivos parte de una conjura “castro -comunista” como nos acusó Luis Echeverría o “pequeño burgués, hijos de papá, bajo el influjo de la ideología del imperialismo como decía el Partido Comunista Francés a los estudiantes del Mayo Francés y Fidel Castro a los Beatles.

El rock and roll y toda la vida del planeta en la década larga de los sesenta cambiaron al mundo.

Después de la gran fiesta libertaria, vino la resaca, a partir del golpe de estado de los militares apoyados por los gringos contra Allende. Vino el tatcherismo, el neoliberalismo, la caída del muro y la desaparición del socialismo soviético.

Los chavorucos que coreamos y bailamos con los grupos fundadores del Rock and Roll mexicano y Enrique Guzmán somos veteranos de una era de sueños y de pesadillas.

La Arena de la Ciudad de México, situada exactamente en los linderos de Pantaco, la terminal ferroviaria de carga, dibuja el crecimiento exponencial de la ciudad de México, incluyendo la especial gentrificación, en esa parte del noreste de la gran urbe.

Ikram Antaki solía decirnos a los sesenta y ochistas, adolescentes eternos, con toda la carga corrosiva de su lengua proverbial. Efectivamente hay una especie de fenómeno Dorian Grey en la gente de esa generación, fue muy impresionante escuchar y ver a personas de 80 años cantar e incluso bailar rock and roll en el concierto antes mencionado del 7 de mayo de 2023.

En el momento crítico que vive el país, colocado ante la disyuntiva de la restauración autoritaria e incluso totalitaria que encarna el gobierno de AMLO y el partido de estado MORENA o la resistencia democrática que rebasa a los partidos del llamado bloque opositor, pero que no logra construir una alternativa, un viaje de 5 horas en la máquina del tiempo del rock and roll mexicano, es muy refrescante.