Muchas veces he contado aquí y en otros espacios por qué mi esposa Susana y yo optamos por no tener hijos, meditada decisión que la realidad del mundo cada vez más complicado que habitamos pareciera confirmarnos no fue del toda errónea. Esta determinación sin embargo no inhibe e incluso hasta acrecienta que mucho disfrutemos los triunfos de jóvenes en los cuales de alguna manera hemos podido incidir en mayor o menor medida en su formación, y de igual modo sufrimos y sentimos sus posibles desventuras y penurias en un contexto global de igual modo cada vez más competido y hasta hostil. Nos alienta saber que cuanto hayamos podido compartir y enseñar a generaciones más jóvenes ha fructificado en al menos algunos discípulos talentosos que bien compensan el tiempo invertido en una profesión docente, en mi caso específico, no siempre reconocida ni mucho menos recompensada como debiera.

Es el caso más que honroso y feliz de nuestra joven sobrina y ahijada Hannia Rodríguez Torres, quien en circunstancias no siempre favorables consiguió descubrir y detonar un talento creativo que la llevó a querer estudiar cine, es cierto que una profesión ahora mismo muy en boga, pero en su caso concreto definida y defendida con creces y a ultranza. Las adversidades suelen despertar efectos contrarios en estos talentos que precisamente en los reveses de la vida y de su entorno consiguen encontrar los mejores estadios y temas para su actividad creativa, un auténtico acicate, una saludable fuente de catarsis. Sensible e inteligente, y con una creatividad a flor de piel desde muy pequeña, pronto descubrió en su auténtico interés por los libros, por la buena literatura y por el arte, por el cine de calidad, esos campos idóneos para desarrollar y potenciar su indómita creatividad. Hay quienes insisten tercamente en afirmar que la sensibilidad artística y la bonhomía no siempre van de la mano, pero su caso concreto me comprueba en cambio que las más de las veces suelen coincidir en una misma persona. “El hombre es él y sus circunstancias”, escribió Ortega y Gasset, y los talentos de cada uno ––o la ausencia de los ellos–– lo llevarán a trascenderlas o a permanecer estático, según sea el caso.

La vida misma la condujo antes de cumplir los veinte años a Argentina, y en ese país, con una honda y muy rica tradición intelectual, artística y cinematográfica, se inscribió para estudiar dirección en la FUC (Fundación Universidad del Cine) de Buenos Aires. Como suele suceder también en ese campo cuando alguien empieza a abrirse camino profesional, fue a dar al cercano mundo de la publicidad donde empezó a explorar senderos y a soltar la mano, como suele decirse. Grandes creadores cinematográficos nuestros y ajenos han andado ese mismo itinerario de búsqueda, de experimentación y de hallazgo, porque en la publicidad igual se pretende contar historias para incidir en el gusto y en la preferencia de un público aquí consumidor. Como con un buen corto o una buena película, con un buen spot igual se persigue atrapar y seducir los sentidos de las personas, si bien en el séptimo arte ese proceso suele ser más complejo y una buena cinta puede marcarnos de por vida.

Oriunda de Chihuahua, Hannia acaba de hacerse acreedora, con su dupla de también talentosas jóvenes redactoras (las argentinas Sara Cavallo Bec y Victoria Lara Batista), y nada más y nada menos que dentro del propio contexto del Festival de Cannes a donde sueñan llegar todos los hacedores cinematográficos, al Gran Prix de “Future Lions” que se otorga a las grandes promesas de la creatividad publicitaria que no han cumplido todavía los veinticinco años. El prestigioso Festival Lions Cannes incluyó por primera vez entre sus premios la categoría “juvenil” en 1995 y desde entonces los galardonados se han convertido con el tiempo en referentes de la creatividad publicitaria en el mundo. Algo así como el Nobel del no menos difícil y competido mundo de la publicidad, y con más de un ciento de proyectos inscritos, creo que para ella y sus compañeras podrán venir grandes cosas no sólo en este campo aledaño donde les han abierto las puertas y se han empezado a foguear, sino en el cine que es a donde la propia Hannia me consta pretende llegar y triunfar. El talento lo tiene de sobra, y pareciera que la vida y sus propios esfuerzo y trabajo ––con el espaldarazo de la Brother Ads School en Buenos Aires–– la están poniendo en el lugar y el momento adecuados.

Lo ganaron por una muy creativa e innovadora campaña en torno de la seguridad en automóviles, y ya se sabe que las prestigiadas marcas Volvo y AKQA (empresa de diseño e innovación de productos aeroespaciales) pondrán en marcha sus equipos de alta tecnología para que este proyecto sea una realidad e impacte en la seguridad a nivel global. Conozco ideas y pequeños guiones suyos ya con fuelle y con aliento, inteligentes y con buen muy criterio, con manifiesto oficio, y en esa misma línea está trabajando ya en su opera prima.

Un buen pretexto para hacer su primer viaje a Europa, mucho nos conmovió igual que Hannia aprovechara la ocasión para quedarse unos días en París y ver y disfrutar algo de lo mucho que siempre ofrece la inagotable Ciudad Luz y a ella sí le interesa de verdad. Cuando igual un joven se siente movido por lo cultural y por lo artístico, que se encuentran entre sus radares de pasiones y en contra del común denominador, vuelvo a tener entonces la sensación de que no todo está todavía totalmente perdido.