Desde el punto de vista económico las elecciones en el estado de México revisten una destacada importancia, ya que las decisiones del electorado en la votación tendrán impacto directo en la economía no sólo del estado, pero también del país.

A unos cuantos días de la elección no hay un panorama claro sobre la propuesta política que podría ganar; las campañas han expresado poco respecto del devenir y propuestas económicas y de desarrollo para el estado; las encuestas y sondeos son escasos y cuestionables en ciertos sentidos. Lamentablemente no existen propuestas de mayor impacto respecto de programas de fomento al empleo, atracción de inversiones, inversión pública en infraestructura productiva e incluso medidas de corte hacendario, y que debieran ser punto de referencia para el electorado, ya que estas acciones si afectan el bienestar de la población.

De igual forma el ánimo y la forma poco civilizada de hacer política en México puede conducir a inestabilidad y desconfianza; si quien resulte ganador no lo hace de manera incuestionable es de esperarse que se desconozcan los resultados, se polemice, politice y judicialice el periodo posterior a la jornada electoral; y ello afectará el desempeño del estado en materia económica.

El estado de México es una de las entidades federativas más importantes en términos de población y desarrollo económico. Su economía es diversificada, desde manufactura y servicios hasta comercio y agricultura; es la segunda entidad federativa en su aportación el PIB nacional con el 9.1 por ciento sólo detrás de la CDMX; en los últimos 5 años el crecimiento promedio anual de la economía mexiquense ha sido de 1.26 por ciento lo que lo ubica como el noveno más dinámico; de igual forma es de las entidades que han logrado, en términos de la dinámica de su PIB recuperar los niveles previos a la pandemia. Por su tamaño tiene la mayor población económicamente activa y su tasa de desocupación de 4.5 por ciento la coloca como la segunda con el indicador más alto; la informalidad llega al 56.8 por ciento.

En términos de las finanzas públicas, las estimaciones indican que en 2023 el estado recibirá el 14.2 por ciento de las participaciones a ser distribuidas a nivel nacional, poco más 126,000 millones de pesos.  Este monto representa alrededor del 38.7 por ciento de los ingresos de la entidad, por lo que el entendimiento entre gobierno estatal y federal es relevante. Es importante tener en cuenta el acceso a estos recursos porque suelen representar la garantía del endeudamiento que adquieren los propios estados; a finales del 2022, la deuda pública de la entidad rondaba los 55,500 millones de pesos y las calificadoras la ubican en los niveles de AA, con alta capacidad para el cumplimiento de sus obligaciones financieras, lo que sin duda dará margen de acción al nuevo gobierno.

De los retos hacia adelante en materia de política económica pública de la siguiente administración estatal será prioritaria la mejora en los niveles de vida de su población, al momento el 48.9  por ciento de su población se encuentra en niveles de pobreza y el 8.2 por ciento en pobreza extrema, condiciones que sólo pueden mejorar con empleo bien remunerado y no con transferencias o subsidios.

El estado de México fue la sexta entidad federativa en la recepción de Inversión Extranjera Directa en 2022 con poco más de 1,800 millones de dólares, fuera de la CDMX donde se ubican los corporativos, debe “competir” con otras entidades para asegurar que sigan fluyendo este tipo de recursos que generan ingresos y empleo, máxime si el fenómeno del nearshoring tiende a favorecer a las entidades localizadas más cerca de la frontera norte y a relegar a las que no pueden desarrollar la infraestructura necesaria y los recursos humanos requeridos. Si además le agregamos que la zona centro del país es señalada como la de mayor incidencia delictiva para el transporte de insumos y mercancías, añadirle inestabilidad política a la fórmula del desarrollo, puede llevar a complicar el desempeño económico y social del estado, sin importar el partido político que gane.

El potencial económico del estado de México es indiscutible y sin duda puede seguir acrecentándose de manera orgánica, cualquiera que sea la filiación y tendencias políticas del gobierno en turno. Sin embargo, si la guerra política enturbia las aguas, no será fácil seguir avanzando por una senda de bienestar social para todos.

El autor es presidente de Consultores Internacionales, S.C.®