Desde hace varias semanas, la puerta de acceso principal a la SCJN, es decir la puerta de bronce de poco más de tres toneladas de peso que se ubica sobre avenida Pino Suárez en el centro histórico de la CDMX; permanece bloqueada por simpatizantes del Presidente López Obrador que mantienen un plantón frente a la SCJN.

La puerta además está cubierta con pancartas que muestran consignas en contra de la Ministra Presidenta y fuertes descalificativos en contra de otros siete de los ministros integrantes del Pleno del Máximo Tribunal; a ello se sumó el Gobernador de Veracruz, Cuitláhuac García, quien para ganar la simpatía de AMLO, organizó ahí mismo frente a la puerta de bronce de la Corte, un mitin el 20 de mayo donde el nivel de violencia alcanzó límites insospechados pues se colocaron ataúdes con el rostro de varias y varios ministros.

En respuesta a estos embates y descalificaciones, el domingo 28 de mayo una marcha en defensa de la SCJN partió del monumento a la Revolución y llegó hasta el centro histórico. La estridencia y polarización ha escaldo tanto, que el domingo incluso llegó a la confrontación entre un grupo de manifestantes con quienes se encontraban en el plantón. Este mismo grupo de manifestantes, bajo la consigna de “la Corte no se toca” y sorteando a los cuerpos policíacos que protegían a quienes se encontraban en el plantón frente a las puertas de la SCJN, lograron quitar el plantón y limpiar las puertas de bronce de las pancartas y consignas, para dejarla (aunque fuera por unas horas) limpia y brillante como solía estar.

Como consecuencia de la marcha, el Presidente en su mañanera acusó a las y los Ministros entre muchas otras cosas, de querer dar un golpe de estado “neutralizando al poder ejecutivo”. Y con esto los ataques en contra de la SCJN y sus integrantes ha subido de tono día con día.

Hace unas semanas en este mismo espacio mencionaba que desconocer el papel de la SCJN y sus funciones, además de considerará Roa como un adversario político o un ente que se opone a la transformación, representa enormes riesgos y sin duda la intención del Presidente y sus fieles seguidores de hacerlo es subir a la corte a la boleta electoral de 2024. Y por ello, me parece que no debemos incurrir en el error de engancharnos en el disparate de proponer la elección de los jueces constitucionales, pues hacerlo solamente le sirve a nuestro presidente para engrosar y fortalecer su narrativa.

En lugar de hacer eso hay que enfocarnos en hacer pedagogía ciudadana y tratar de que el pueblo, la ciudadanía, tenga clara la importancia de tener un tribunal constitucional como el nuestro. Entender que una de las funciones centrales de la SCJN como tribunal constitucional es la de pacificar por la vía legal los conflictos entre lo que hacen las mayorías legislativas contra los límites constitucionales, los límites a los que deben estar sujetos, e impedir que las mayorías avasallen a las minorías más allá de los límites constitucionales y legales.

En cierta medida por ello se dice que los tribunales constitucionales resuelven conflictos políticos, pues velan por el cumplimiento de los límites democráticos. Así, una de las tareas centrales de la SCJN es fungir como un árbitro que garantice, que las mayorías estén sometidas a la constitución y a la ley. Y en caso de que no lo hagan lograr que está anomalía (conflicto límite) se resuelva.

La legitimación de la SCJN no está en duda, su proceso de nombramiento está previsto democráticamente. Es un proceso donde participan directamente las fuerzas electas democráticamente y ello se traduce en un tipo de consenso que le da legitimidad al cargo: el Ejecutivo propone una terna y el senado elige por mayoría de dos terceras partes, dentro de esa terna a quien debe ocupar el cargo por 15 años. Son procesos de nombramiento democráticos que no pasan por las urnas (ni deben hacerlo), que trascienden sexenios, para permitir la madurez en el ejercicio del cargo y requieren que las personas tengan los conocimientos técnicos, la experiencia mínima en el ejercicio de la profesión y la honorabilidad para poder ocupar el cargo.

Los ataques a la SCJN como árbitro tienen que ver desde luego con la naturaleza de AMLO quien no es partidario de respetar los límites cuando ello implica que no pueda imponer su voluntad, y su desdén por las instituciones. Pero además se ha recrudecido porque la oposición sigue sin entender donde está lo verdaderamente relevante y al decidir usar en su narrativa a la Ministra Presidenta como un personaje abrazado por la oposición, como partidaria de su agenda, lo único que han hecho es minar a la SCJN. Esto es un error, pues pasamos de la reforma al poder judicial la presidencia del Ministro Zaldívar a la resolución de asuntos en el Pleno de asuntos como el Plan B o la militarización que le eran “vitales” al Ejecutivo para su agenda; pero que con independencia del fondo se aprobaron con procesos legislativos tan desaseados que no había más que echarlos para abajo.

Lo más preocupante es que este conflicto ha escalado, se ha polarizado y recrudecido, y no se vislumbra quien puede pacificar o solucionar ese conflicto, pues el órgano límite, el árbitro es precisamente la SCJN. Lo que viene claramente es en primer lugar un recorte presupuestal al Poder Judicial Federal que haga prácticamente inviable su supervivencia. Y el conflicto sigue.

Personalmente considero sin embargo que lo que más nos debe preocupar en cuanto a la SCJN son los nombramientos de las dos personas que cubrirán las vacantes que el 30 de noviembre de 2024 dejarán los Ministros Arturo Zaldívar Lelo de Larrea y Luis María Aguilar Morales. Con estas nuevas designaciones nos jugamos verdaderamente la supervivencia de la SCJN, se puede quedar como un órgano irrelevante. Basta imaginar que se sumen a la segunda sala dos perfiles más afines a la 4T como los de   las ministras Esquivel y Ortiz.

Nos quedaríamos en un abrir y cerrar de ojos sin posibilidad de alcanzar los ocho votos, necesarios para resolver en Pleno, las acciones de inconstitucionalidad, o en las controversias constitucionales; nos quedaríamos sin Segunda Sala; y lo único que quedaría sería la Primera Sala con una mayoría de cuatro votos. Las baterías y la energía de todas y todos debe de estar encaminada a lograr nombramientos de personas que verdaderamente puedan cumplir con la función de un verdadero juez constitucional; esto es, el deber de imponer límites al poder político a través de salvaguardar los derechos humanos que reconoce y protege la Constitución y las garantías institucionales que en la misma se encuentran previstas. Mi deseo es que tengamos SCJN para rato y que no lleguen a la misma perfiles como el de la Ministra Esquivel cuyo escándalo de plagio y falta de honorabilidad sigue sin resolverse con el enorme daño que ello trae aparejado para la Corte como institución.