Las estimaciones de la Medición De Pobreza 2022 que dio a conocer el Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval) en el caso de Guerrero, subrayan una realidad lacerante: a pesar de las políticas públicas instrumentadas por diferentes gobiernos, los pobres de la entidad solo pueden aspirar a vivir en la sobrevivencia.

Las condiciones de pobreza y de carencias sociales en Guerrero le han ubicado desde hace décadas, entre los últimos lugares del desarrollo nacional acompañado de Chiapas y Oaxaca. Ha sido una larga permanencia en el cabuz del desarrollo nacional.

La estructura económica-política se ha erigido mediante el uso de la fuerza. Un poder político  que ha violentado a la sociedad legitimando a las balas y la pólvora como argumento. Ya por la iglesia, por los caciques, por los gobiernos y actualmente por el crimen organizado adueñado de las instituciones.

La promesa de primero los pobres se queda en una mención de buena voluntad cuando no de una simple consigna política. Las multi dimensiones de la pobreza constituye una realidad que día a día se deteriora sin percibirse la cercanía de la transformación profunda anhelada desde la fundación del estado.

La economía está estancada, en cuatro años (2016 a 2020) apenas creció 0.3 por ciento anualmente. Una economía paralizada crea las condiciones perfectas para que las personas no tengan empleo, lo que se refleja en que siete de cada 10 laboran en la informalidad. Además, a seis de cada 10 trabajadores -formales o informales- no les alcanza el ingreso para cubrir las necesidades básicas de alimentación.

El estancamiento económico a su vez, deriva en carencias sociales. Tres de cada diez personas carecen de acceso a la salud; todavía mueren por enfermedades básicas como malestares estomacales, porque no hay clínicas, hospitales, medicamentos y médicos suficientes. La calidad de sus viviendas no es óptima para albergar vidas, pues 56.3 por ciento carecen de servicios básicos como electricidad, drenaje y agua potable.

Si se vive mal y no se tiene garantizada la comida, no se puede pensar en educación y tampoco se puede hablar de educación porque no hay infraestructura suficiente para ello; es decir, no hay escuelas ni maestros suficientes. Esto se refleja en que 26.6 por ciento presenta rezago educativo, un mal que debería estar erradicado en pleno siglo XXI.

Los datos consignados en el reporte del Coneval son contundentes: el 64.6 por ciento de una población de 3 millones 540 mil 685 personas se encuentra en una situación de pobreza (2 millones 336 mil 188 personas) y un 25.5 por ciento se ubica en la pobreza extrema (10.8 millones de personas). Aproximadamente 35 mil 762 personas menos que en 2018.

Ya sea en la ciudad o en el área rural, las carencias sociales abarcan cada vez a más personas. El 72.9 por ciento de los guerrerenses viven en la zona rural y el 73.5 por ciento carece de seguridad social; el 56.3 no tiene servicios básicos en la vivienda; el 36.1 no tiene acceso a la alimentación nutritiva y de calidad y el 33.5 carece de los servicios básicos de salud.

Y es que un 70.4 por ciento de los habitantes tiene ingresos inferiores a la línea de la pobreza por ingresos. Pero hay un 34.8 cuyos ingresos son inferiores a la línea de la pobreza extrema por ingresos.

Ello explica porque el 12 por ciento de los aún 81 municipios formales de la entidad tuvieron un incremento en el porcentaje de población en pobreza extrema mientras que el 22 amplió la población en pobreza. Por tanto en el Índice de Rezago Social (IRS) alcanzó un muy alto grado.

El porcentaje de personas vulnerables por carencias sociales aumentó 1.5 por ciento entre 2018 y 2020. Un total de 63 mil 699 habitantes. En  contraste el total de la población no pobre y no vulnerable durante el periodo señalado pasó de 276 mil 315 a 281 mil 801.

El rezago educativo durante el periodo 2018-2020 aumentó en 0.7 décimas de punto porcentual al pasar de 25.6 a 26.6 e incluso es superior al de 2016 cuando fue de  26 unidades porcentuales.

La carencias por acceso a los servicios de salud mostró un incremento drástico pues pasó de 13.8 a 33.5 por ciento. Es decir quedaron sin cobertura de estos servicios 708 mil 653 personas.

El acceso a la seguridad social es la carencia que históricamente reporta el porcentaje más elevado en cuanto a decrementos pasando de 74.9 a 73.5 por ciento entre 2018 y 2020.

Por sobre su pobreza y carencias, Guerrero es un estado con inmensos recursos naturales y una gran población joven y capaz de trabajar para producir riquezas; pero hace falta organizar las fuerzas productivas y distribuir los frutos del crecimiento económico para lograr un desarrollo económico para todos.

Diversificar la estructura económica y crear la infraestructura que garantice a los guerrerenses el acceso a los servicios básicos constituyen necesidades imperantes a las cuales las soluciones de la gran mayoría de los gobiernos estatales se queda en los discursos.

Los avances en el periodo 2018-2020 son mínimos considerando a magnitud de los guerrerenses que día a día terminan por aspirar a la sobrevivencia en un entorno social cada vez más violento.