En el nicho de la posteridad literaria año con año se ensancha el lugar de Elena Garro (11 de diciembre de 1916-22 de agosto de 1998). A 25 años de su muerte las mesas de novedades no dejan de mostrar nuevas ediciones de su obra y son los lectores jóvenes quienes hacen justicia a esta escritora maldita e impar. De su veta periodística transcribo aquí las primeras líneas de Los revolucionarios mexicanos, reeditada por Debolsillo.

Porfirio Diaz se había erigido en dios. Desde su omnipotencia ejercía el exterminio de los yaquis, la muerte de sus adversarios políticos, las represiones estudiantiles, el asesinato de los obreros y su continua reelección.

En Regeneración, el segundo periódico de lucha fundado por Ricardo Flores Magón, apareció en enero de 1901 el siguiente retrato del dictador, hecho por el revolucionario: “Para mucha gente, el Presidente Díaz es un enigma. Se preguntan por qué despliega tal severidad como se observa en cada ocasión. Nosotros la atribuimos a rasgo hereditario. Consideremos a su padre, Chepe, amansador de oficio. A los caballos que no cedían pronto a su manejo los mataba. A otros los castigaba con una estrella de acero, fija en la punta de su látigo. Deliberadamente dirigía el instrumento de tortura a la barriga. Ésta, como todos lo saben, es la parte más sensible del animal. Tal era el modo como el padre del Presidente hallaba diversión.

”Observemos la manifestación de esta característica hereditaria en su hijo: cuando era un muchacho pequeño, su hermano Félix lo hizo enojar con una riña pueril. Pacientemente esperó hasta que Félix durmiera. ¿Qué hizo entonces el pequeño Porfirio? Llenó su nariz con pólvora y le aplicó un fósforo encendido. El desfiguramiento que resultó dio a Félix el apodo de El Chato.

”Creció el pequeño Porfirio. Llegó a Presidente. Nombró a El Chato gobernador de Oaxaca El Chato fue un borracho licencioso. Por haber cometido ultrajes a los habitantes de Juchitán lo mataron. Trágicas fueron las consecuencias que ocurrieron semanas después. La gente del pueblo estaba escuchando una noche la música de una banda en la plaza. Vanamente especulaban sobre la presencia de los soldados que el Presidente había mandado a Juchitán. Repentinamente se escuchó una orden. Al próximo instante, los soldados estaban barriéndolos con descarga tras descarga.

”¡Fijarse bien ciudadanos, en este hecho terrible! La matanza fue perpetrada no en el calor de la pasión, sino mucho después de la muerte de El Chato. Con glacial deliberación fue planeada la matanza de gente inocente. La sádica linea de conducta que heredó Chepe a su hijo se ve aquí con terrible claridad.

”¡Conciudadanos!, ¿es éste un incidente aislado de la peculiar naturaleza del Presidente? Si lo fuera, podría ser olvidado, si no perdonado. Recordemos un suceso que ocurrió hacia el fin de su primer periodo. Se inició un proceso para volver a elegir a Lerdo de Tejada. Éste había escapado a los Estados Unidos al apoderarse Díaz de la Presidencia. El movimiento empezó a prosperar. Inesperadamente, nueve de los directores en Veracruz fueron arrestados en junio de 1879. El gobernador Mier y Terán preguntó a Díaz qué debía hacer con ellos. Éste contestó en palabras que la historia registra: ‘Mátalos en caliente!’ Asi, casualmente, como si ordenara la matanza de ganado, ordenó el hijo de Chepe Diaz el amansador […]

 

Novedades en la mesa

Publicada originalmente en 1996, se ofrece ahora una reimpresión de Tonada de un viejo amor (Planeta), novela erótica donde Mónica Lavín conjuga pasión, música y vino.