En arenas distintas pero coetáneas, la violencia derivada de las acciones de la delincuencia está desatada, mientras una farsa y una pantomima toman turno para presentar las candidaturas presidenciales de procesos encabezados y, al final, regidos por la simulación. No hay tranquilidad para el desarrollo de las actividades que serían naturales en nuestra sociedad, como impulsar un negocio; y el régimen pretende presentar a una persona extraída de sus filas como preferida por la ciudadanía para asumir la titularidad de la presidencia de la República el 1 de octubre de 2024.

En Palacio Nacional no desea verse la realidad de la inseguridad, ni dejar de utilizar el procedimiento propio y el del Frente Amplio como fuentes para la propaganda gubernamental. Por un lado, hay una estela de fracasos y, por el otro, se erosionó el interés de la ciudadanía.

¿Son acaso estos componentes la razón de la retórica inadecuada y sin justificación del presidente de la República contra el Poder Judicial de la Federación y la Suprema Corte, en particular? Aunque es factible considerarlo como un episodio más de la distracción de los problemas que se concibe e impulsa periódicamente en las declaraciones del Ejecutivo Federal, y poder jugar ese papel es un efecto secundario, ¿cuál podría ser la explicación de la conducta presidencial?, pues no se estima propio de la relación entre el mandatario ejecutivo de la Federación y el poder a cargo de la impartición de justicia a través de procedimientos específicos del control de la regularidad constitucional.

Detrás de la propaganda del púlpito presidencial está presente el ánimo de someter y de controlar para no quedar sujeto al orden jurídico y las consecuencias de su imperio. Y también de presionar para no enfrentar tantas resoluciones desfavorables. Quien afirma, “no me vengan con que la ley es la ley”, no está nada distante de poder pensar, menos me vengan con que el Poder Judicial tiene facultades para determinar si se ha actuado al margen o en contra de la normatividad, ordenar el restablecimiento de la legalidad y, en su caso, sancionar a las personas responsables.

En las expresiones del Ejecutivo aflora el cinismo cuando aduce reconocer la independencia y autonomía del Poder Judicial, pero revela su tren de pensamiento al esperar que las ministras y el ministro electos por el Senado con base en las respectivas ternas que propuso actuaran conforme a los intereses del gobierno que encabeza; habló hasta de cambiar la correlación de fuerzas en la Corte. Por fin, ¿actuación objetiva basada en el estudio y resolución imparcial de cada asunto, sin más sustento que lo dispuesto por la Constitución, o cooptación de voluntades por una esperada lealtad a quien los propuso?

En el recuento de muchas determinaciones presidenciales y de las dependencias de la administración pública a su cargo, aflora que el apartamiento constante de lo previsto por las leyes ha conducido a la suspensión de diversos actos y a su declaratoria de inconstitucionalidad e invalidez. La convicción ideológica no es justificación para dejar de cumplir el orden jurídico. Esa función de freno al exceso del poder normado se encuentra bajo el asedio presidencial. Por ello, acusa sin razones, altera los hechos, tergiversa la ley e incide en una pendiente de riesgo para la República al pretender debilitar, desprestigiar y deslegitimar a los órganos responsables de impartir justicia.

¿Muestras? Enuncio algunas evidentes en la andanada del Ejecutivo: (i) quienes integran la Suprema Corte no tienen remuneraciones que excedan en “cuatro o cinco veces” las del presidente; el actual no reconoce la salvaguarda constitucional sobre las percepciones de las y los ministros, quienes se redujeron el sueldo, ni que las remuneraciones propias deben incluir todo el gasto (seguridad, servicios, transportación y alojamiento, principalmente) que sustenta el erario;

(ii) el proyecto de presupuesto de egresos del Poder Judicial para 2024 implica un incremento por debajo de la inflación estimada para este año. En cifras totales es el presentado por el anterior presidente de la Corte para este año, más el impacto inflacionario. No hay exceso. Y si algún destino del gasto no es pertinente o viable habría que sustentarlo en la fiscalización de la Auditoría Superior de la Federación o la modificación de competencias, no en la intensión de reducir por ocurrencia, presión para obtener sentencias favorables o interés de usar los recursos en otras cosas;

(iiii) las imputaciones sobre presuntos actos de corrupción en la emisión de resoluciones o la designación de colaboradores sólo llevan la carga de la propaganda, si no se formulan las denuncias con las pruebas necesarias para que proceda la investigación y se deslinden responsabilidades. Al no actuar de esa forma se acusa impunemente o se incumple con el deber de dar parte a la autoridad administrativa o de procuración de justicia que correspondan; y

(iv) la pretensión de vulnerar la imagen y el prestigio de las autoridades judiciales federales no sólo afecta a esos órganos, sino que también tiene consecuencias negativas en el derecho de toda persona de acceder a la justicia. El Ejecutivo descalifica, vitupera y agrede con el ánimo de concentrar poder e influir en las decisiones que interesan a la gestión gubernamental que encabeza; su compromiso no es con las libertades de las personas ni con el imperio de la Constitución.

En los cargos de elección popular se entiende, sin demérito del otorgamiento de la protesta constitucional, su ejercicio bajo la directriz de la lealtad a las ideas, principios y programas sostenidos para solicitar el sufragio, aunque dentro de la Constitución. Se conduce a la Nación a través de la función ejecutiva y a través de las funciones legislativa y de control de la gestión pública.

Es diferente en los cargos judiciales por designación del Senado o de órganos judiciales, en los cuales la lealtad es con la Ley Fundamental y los derechos que reconoce a las personas. El Poder Judicial está bajo fuego del Ejecutivo en detrimento de nuestros derechos. Enhorabuena por la dignidad y sobriedad de quienes resisten.