Una vida breve, un final trágico y una obra de belleza intensa es el legado de la uruguaya Delmira Agiustini (24 de octubre de 1886-6 de julio de 1914). De formación impecable, a los 16 años publicó sus primeros poemas. Casó a los 27 y el matrimonio duró sólo 53 días. Al cabo del trámite de divorcio, un año después, el que fuera su marido la mató de dos disparos en la cabeza y luego se suicidó. Transcribo un fragmento de su poema “Mis amores”.

Hoy han vuelto;

por todos los senderos de la noche han venido

a llorar en mi lecho.

¡Fueron tantos, son tantos!

Yo no sé cuáles viven, yo no sé cuál ha muerto.

Me lloraré yo misma para llorarlos todos.

La noche bebe el llanto como un pañuelo negro.

 

Hay cabezas doradas al sol, como maduras…

Hay cabezas tocadas de sombra y de misterio,

cabezas coronadas de una espina invisible,

cabezas que sonrosa la rosa del ensueño,

cabezas que se doblan a cojines de abismo,

cabezas que quisieron descanzar en el cielo,

algunas que no alcanzan a oler a primavera,

y muchas que trascienden a las flores de invierno.

Todas esas cabezas me duelen como llagas…

Me duelen como muertos…

¡Ah!… y los ojos… los ojos me duelen más: ¡son dobles…!

indefinidos, verdes, grises, azules, negros,

abrasan si fulguran;

son caricias, dolor, constelación, infierno.

Sobre toda su luz, sobre todas sus llamas,

se iluminó mi alma y se templó mi cuerpo.

Ellos me dieron sed de todas esas bocas…

De todas estas bocas que florecen en mi lecho:

vasos rojos o pálidos de miel o de amargura

con lises de armonía o rosas de silencio;

de todos estos vasos donde bebí la vida,

de todos estos vasos donde la muerte bebo…

El jardín de sus bocas venenoso, embriagante,

En donde respiraba “sus” almas y “sus” cuerpos,

humedecido en lágrimas

ha rodeado mi lecho…

 

Y las manos, las manos colmadas de destinos

secretos y alhajadas de anillos de misterio…

Hay manos que nacieron como guantes de caricia;

manos que están colmadas de la flor del deseo,

manos en que se siente un puñal nunca visto,

manos en que se ve un intangible cetro;

pálidas o morenas, voluptuosas o fuertes;

en todas, todas ellas, puede engarzar un sueño.

Con tristeza de almas,

se doblegan los cuerpos,

sin velos, santamente

vestidos de deseo.

 

Imanes de mis brazos, panales de mi entraña

como a invisible abismo se inclinan a mi lecho…

 

Novedades en la mesa

El nuevo libro del chileno Alejandro Zambra, Literatura infantil (Anagrama, 2023), una serie de relatos, de ficción y no ficción, sobre infancia y paternidad.