Entre las principales obligaciones de todo Estado se encuentran la de proporcionar salud y seguridad a sus ciudadanos. El gobierno de México, lamentablemente, está muy lejos de cumplir con estas funciones en forma óptima.

En cuanto a la salud, independientemente de que no somos ni seremos como Dinamarca, por lo menos en este sexenio, se ha dejado un sistema en crisis, sin contar con que no hay medicinas y que los elevadores del IMSS se vuelven trampas mortales.

Ahora que se ha producido a nivel mundial un aumento constante en la proporción de infecciones reportadas debido a la nueva variante de COVID, en México todavía las autoridades están pensando en vacunar a la población con vacunas que ya no tendrán efecto.

Eris, es la nueva variante, cepa oficialmente conocida como EG.5, la que ya empezó a ser monitoreada como una subvariante de ómicron. En Estados Unidos ya fueron autorizadas las nuevas vacunas y se prevé se puedan empezar a aplicarse las dosis a finales de este mes. Por el contrario, aquí en México, quieren sacar las vacunas que les quedaron en bodega y que no servirían de nada para atacar la nueva forma de COVID.

De lo que dice y diga Hugo López Gatell, subsecretario de Prevención y Promoción de la Salud, mejor ni comentarlo, porque además de insensateces, sus argumentos poco científicos nos llevan a perder el tiempo, como cuando dijo que no era necesario el uso de cubrebocas o la ya célebre inmunidad moral.

Por ello se debe de insistir en exigir a las autoridades sanitarias la adquisición de las nuevas vacunas y dejen de hablar de las anteriores que ya no sirven. No importa que ahora ya no esté en el gobierno Marcelo Ebrard.

La otra gran responsabilidad de todo Estado es proporcionar y garantizar la seguridad a sus gobernados. Este es el otro ejemplo de indolencia, junto con el de la salud. El presidente sostiene que la política en la materia debe ser la de “abrazos no balazos”.

Incluso, López Obrador ha tenido la desvergüenza y cinismo de decir que va a acusar a los delincuentes con sus mamás. Lejos de una mal broma, es una indolencia para los que diariamente salen a trabajar y no saben si van a regresar debido al crecimiento y proliferación del crimen organizado.

En días pasados Kenia López aseguró que Estados Unidos enfrenta una guerra contra los cárteles y señaló que nuestro gobierno está petrificado ante el avance del crimen organizado. Veremos que pasa si el exmandatario republicano regresa al poder.

Tanto a nivel local como en el plano internacional, México es visto como un Estado indolente ante el crimen organizado. Mientras tanto el presidente necea con su política de “abrazos no balazos” y de acusar a los delincuentes con sus progenitoras o ya de plano no escucha.

Si gana Donald Trump en Estados Unidos y aquí en México independientemente de que sea Claudia Sheinbaum o Xóchitl Gálvez, será un tema que tendrán que replantear con el gobierno norteamericano. Incluso el exmandatario habló de “guerra” y de no estar preocupado por ello.

Lo que es un hecho es que el actual gobierno tanto en los temas de Salud como en el de Seguridad, ha dejado a deber, por lo que tendrá que ser el nuevo presidente el que ponga orden y restablezca en ambos rubros el derecho que tenemos todos los mexicanos a tener un sistema de salud digno y eficiente, así como a sentirnos protegidos ante el crimen organizado que hoy abunda en nuestro país.

 

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