Faltan unos 320 días para que termine el sexenio de Andrés Manuel López Obrador, su gestión se puede resumir en dos palabras: estafa y restauración.

Estafa porque hizo exactamente lo opuesto a lo que se comprometió en la campaña. No regresó al ejército a los cuarteles sino al revés, los mantuvo como parte fundamental de su estrategia contra la violencia, superó a la guerra de Calderón que tanto combatió y denunció. Creó un aparato militar propio: la Guardia Nacional, para ello al inicio de su gobierno engañó o compró los votos de los partidos opositores en el Senado y la Cámara de Diputados, con el señuelo de que ese nuevo aparato tendría mando civil. Hizo todas las maniobras para poner a un militar (retirado) El resultado es un fracaso total. La violencia ha producido más muertos que en los sexenios de Calderón y Peña Nieto, se han acumulado unos 164 mil muertos. Eso no lo soporta AMLO y por ello corrió a Karla Quintana porque no quiso “rasurar” las cifras de muertos y desaparecidos y ahora la acusa de ser una “infiltrada” de la derecha en su gobierno.

Además de lo anterior puso a los militares en funciones ajenas a su naturaleza y a lo que establecen la Constitución y las leyes: les dio el mando de las Aduanas, los Puertos, los aeropuertos, el Tren Maya y paradójicamente fue un fracaso la actuación de los militares en el huracán Otis, el famoso Plan D N 3 no funcionó, como lo había hecho ante desastres naturales similares.

Toda esa concesión a los militares se basa en una “tesis” primaria y falsa: el ejército es pueblo uniformado.

Está pendiente saber lo que podría hacer el ejército y el resto de las fuerzas militares con el poder que les ha otorgado AMLO, en una situación de crisis de las instituciones, por los resultados electorales, si éstos no favorecen a la candidata de AMLO.

Tampoco sabemos cómo actuarían ante Claudia Sheinbaum, si triunfa y les retira las concesiones que les dio AMLO.

En donde la estafa es también muy obscena es en la cuestión del modelo económico. Prometió acabar con el neoliberalismo y su política económica y social es un dechado de aplicación del modelo: no alteración de la balanza nacional ingresos y gasto o inversiones, adelgazamiento del Estado con decenas de miles de recortes en empleo de servidores públicos de bajo rango; recorte presupuestal en salud, en educación en vivienda, en creación de empleo, en inversión en el campo, supresión de cientos de fideicomisos o programas como las guarderías y las estancias infantiles.

El presidente se negó rotundamente a realizar una reforma fiscal.

Prometió “acabar con la mafia del poder” y creó un Consejo Asesor con los oligarcas más poderosos, a los que ha beneficiado con obras, cierta flexibilidad para el pago de impuestos y otras canonjías. Ello no significa que no existan tensiones, con algunos empresarios por temporadas, como ocurre ahora con Ricardo Salinas Pliego, a quien le entregó el manejo de las cuentas billonarias de los programas consentidos del presidente: Adultos Mayores, Jóvenes Construyendo Futuro, Becas y otros, durante casi 4 años. Al quitárselos y crear su propio banco del Bienestar, para algunos ingenuos el embrión de una estatización de la banca. La concesión a Salinas fue quizá el pago a la hora diaria que se transmitió en una de las campañas de AMLO, por TV Azteca. Por eso hizo Senadora a Lily Téllez, como lo reconoció el propio AMLO en una “mañanera”.

No hay ningún elemento para considerar al gobierno de Andrés Manuel López Obrador como una Cuarta Transformación, catalogada así equiparándola con las TRES anteriores de la historia nacional: Guerra y Revolución de Independencia, Reforma. Liberal y Revolución Mexicana.

En suma, el gran capital es el gran beneficiario del gobierno de AMLO.

Su política de subsidiaridad es una mala copia de la creada por Carlos Salinas, denominada “Solidaridad”, incluso muchos de los operadores de entonces continúan “operando” en el gobierno de AMLO.

Mientras el salinismo hacia esa política de subsidios mediante los llamados organismos sociales (muchos de ellos, verdaderos núcleos de pillos) AMLO optó por otorgar esos subsidios de manera directa, lo que puede ser un avance, pero es claramente neoliberal.

Lo más dramático y trágico fue su oferta de tener “un sistema de salud al nivel o superior al de Dinamarca”. Desapareció el Seguro Popular, sin tener una estructura para suplirlo, desbarató todo el sistema comercial farmacéutico, con el pretexto de combatir la gigantesca corrupción que había, pero intentando otorgarles a sus amigos el control de los farmacéuticos. La verdadera realidad en Salud fueron los trágicos resultados de casi 800 mil muertos por el COVID o sus secuelas.

Combatir la Corrupción fue el canto de sirenas que más sedujo a millones y los sigue seduciendo. Como nunca antes, el 80 por ciento de las concesiones del Estado para obra pública y otros servicios, se otorgó sin licitación alguna o concurso correspondiente. Los favorecidos han sido los amigos, socios o familiares del presidente.

Es un fenómeno semejante o superior al de la llamada “boliburguesía” de Venezuela bajo el chavismo y más aún con el madurismo.

La supuesta tradición de lucha democrática en defensa del voto está hecha añicos con las designaciones de candidatos y candidatas de MORENA y sus aliados para el 2024.

La relación con el gobierno de los Estados Unidos es simplemente de abyección. Trump “dobló” al presidente López Obrador y le impuso la función de policía contra los migrantes, lo que producido tragedias como los 40 muertos en un llamado “centro” del Instituto Nacional de Inmigración en Ciudad Juárez, sin contar los miles de actos salvajes contra los migrantes, que ocurren día con día.

El caso de Ayotzinapa, los desaparecidos y las sistemáticas defensas del ejército en Tlatelolco son insultantes para las víctimas y para la propia historia de los movimientos que fueron el verdadero motor de los cambios democráticos en México, gracias a los cuales Andrés Manuel López Obrador pudo ganar la presidencia en elecciones genuinas.

La cada vez más amenazada libertad d expresión, no es una dádiva del presidente, es una conquista de esos movimientos sociales.

La gran ironía es que, al día de hoy, las tendencias de voto favorecen a los candidatos de Andrés Manuel López Obrador, mayoritariamente ex integrantes del PRI.

Lo que se veía de lejos en el camino como un laguito de agua, resultó ser un espejismo y es una restauración del PRI, es un PRIMOR.