Decir que las diferencias de intereses en una sociedad, debieran resolverse en términos políticos, es casi un lugar común, como decir que el sol sale todos los días.

Sin embargo, la cantidad de problemas cotidianos, tienen cada vez respuestas cerradas, sobre todo de parte del gobierno. Lo mismo se desdeñan las opiniones contrarias a construir un tren por los daños que hace al ecosistema, que el rechazo aplastante a nombrar al magistrado vacante en la Suprema Corte de Justicia mediante un acuerdo entre los diversos grupos parlamentarios.

La cerrazón es peor ante las demandas de grupos, movimientos u organizaciones ajenas al poder y los partidos políticos, como ocurre diariamente ante las mujeres, los campesinos, los indios, los ambientalistas, los estudiantes, los familiares de niños enfermos de cáncer e incluso ante los científicos e intelectuales.

El comportamiento sistemático del presidente es eliminar las instituciones de Estado que debieran equilibrar el inmenso poder que tienen en un régimen presidencial. Ahora mismo está en campaña para eliminar todos los institutos autónomos, como el INAI.

Todo lo anterior genera un escenario de confrontación total en la campaña electoral en curso. Pero es una confrontación semejante a la de los “técnicos” contra los “rudos” de la Lucha Libre, parece que se están matando, cuando se trata de una gran simulación.

Todos los medios divulgan la falsa disyuntiva: con el “cambio” y “consolidación” de la Cuarta Transformación o por el “regreso” al pasado “de corrupción”, es una disyuntiva delirante dado que en ambos bloques electorales predominan los partidos, grupos y personas pertenecientes a la partidocracia. En MORENA hay más priistas que en el membrete del PRI con registro, también muchos panistas se cambian de chaqueta e ingresan a MORENA o al menos a los “equipos de campaña” de Claudia Sheinbaum o de las campañas locales a nivel de gobernador, alcaldías o diputados federales, locales, y senadores.

Todo lo anterior se ha convertido en una letanía.

Aunque la inmensa mayoría de la sociedad, no pertenezca a ningún partido, alianza o bloque, lo que ocurra en las elecciones del 2024 nos afectará a todos.

El bloque oficialista no admite ninguna concesión al bloque opositor.

Al mismo tiempo en el llamado Frente Amplio, se han fortalecido los grupos tradicionales que controlan y manipulan las franquicias del PAN, el PRI y no se diga el PRD.

Ni siquiera le dieron espacio a los grupos y frentes que se autonombran como “sociedad civil”.

Mientras no se forje una fuerza social y política de los sectores excluidos, el rumbo político camina casi a zancadas a un desenlace al estilo del triunfo de un demagogo como Javier Milei en Argentina.

Impresiona como personas con un trayectoria opositora, democrática e incluso anticapitalista y hasta grupos socialistas y comunistas, estén fanatizados y no admitan revisar siquiera las políticas claramente reaccionarias del gobierno de AMLO, como la militarización, la traición a los cientos de miles de desaparecidos y muertos, incluyendo Ayotzinapa.

Es un fenómeno que requiere una reflexión histórica, donde no deben repetirse las conductas descalificadoras del presidente y sus seguidores a grupos, movimientos y personas de una larga trayectoria de lucha a los que se les llama conservadores o incluso derechistas.

No es la primera vez que se intimida a la gente con disyuntivas falsas, como lo hizo el PRI en la época de Echeverría y que repitieron los intelectuales “progresistas” que decía: Echeverría o el Fascismo. Hubo entonces una respuesta de los opositores de las izquierdas independientes que planteamos: NI LEA; NI EL FASCISMO, el CAMINO ES EL SOCIALISMO.

Es obvio que esa fórmula ya no es viable hoy.

Precisamente el fracaso del socialismo soviético y en gran medida del Estado de Bienestar y la socialdemocracia, desplazó a miles de trabajadores y ahora de miles de jóvenes a las posturas delirantes de los Milei, los Le Pen, los Bolsonaro, los Erdogán, Trump y hasta Putin.

En este momento el reto es evitar el sistemático camino hacia la restauración del autoritarismo del viejo régimen.

El priismo es como el peronismo argentino, un mecanismo de reproducción defensor de las peores políticas de un capitalismo ineficaz.

No es hora de una posible alianza anticapitalista que se exprese electoralmente   dentro de 5 meses y medio. Siempre es necesario sostener las puertas abiertas a pensamientos nuevos y formas de participación desconocidos.

La estrofa de Enrique Guzmán “aunque toques no te dejo entrar” debe ser sustituida por la de Eduardo Auté “El pensamiento no puede tomar asiento” .