Ante tanto desastre nacional y mundial, vale la pena desear que cambien las cosas para mejorar.

Que en 2024 las distintas tintas fuerzas armadas regresen a sus cuarteles, aunque sean “pueblo uniformado”.

Ojalá que terminen las masacres y se reduzcan las decenas de miles de muertos, desaparecidos y las fosas clandestinas.

Los feminicidios desaparezcan y las mujeres puedan caminar, divertirse, trabajar, ir a estudiar sin temor a ser secuestradas y hacer lo que les de felicidad.

Esperemos dejar de ser un país donde se persigue a los migrantes, para cumplir las órdenes de los gobiernos estadounidenses, a cualquier costo, incluyendo las “mordidas” de los agentes del Instituto Nacional de Migración, las cárceles y campos de concentración disfrazados de Estaciones Migratorias o puestos de Instituto Nacional de Inmigración.

Deben otorgarse permisos de trabajo, derecho a la salud, la educación, espacios de alojamiento, alimentación y ropa a todas las personas en movilidad forzada que ahora deambulan por las calles, las carreteras y las plazas, sin techo, agua y comida.

Las poblaciones campesinas e indios no deben estar cercadas por grupos paramilitares respaldados por el ejército o la guardia nacional, como hace años ocurre con las comunidades del EZLN.

Los jóvenes merecen educación de calidad, no “universidades” patito sin instalaciones mínimas con profesores mal pagados y en permanente amenaza de ser despedidos sin ninguna indemnización. No bastan las becas a los supuestos millones de jóvenes que debían realizar tareas de aprendices, cuyas cifras no corresponden con la realidad.

Tampoco debe continuar el sistemático recorte presupuestal a las Universidades Autónomas.

La justicia para las víctimas de desaparición y la reparación para sus familiares, no puede hacerse esperar más, comenzando desde la verdad gubernamental, sobre el número real de personas no localizadas.

Las jornadas largas en las primarias deben realizarse en el cien por ciento de las escuelas.

Las mujeres deben tener guarderías suficientes y seguras para sus hijos.

Los centros de atención y refugios para mujeres víctimas de violencias deben reabrirse y aumentar su número en todo el país.

No solamente deben incrementarse los salarios mínimos, sino quitar el “tope salarial” a las revisiones contractuales del sector público y del privado, como viene ocurriendo desde 1982.

La reforma laboral debe ser integral y establecer la libertad sindical. Las titularidades de los contratos colectivos deben desaparecer y ser los propios trabajadores con filiación sindical o no los que mediante consejos administren los contratos colectivos.

El charrismo y el neo charrismo deben desaparecer.

Crear industrias, empresas públicas y privadas para producir los bienes que requiere la población y poner fin a la llamada “economía informal” , en la que se encuentran la mayoría de los mexicanos en edad de trabajar e incluso niñas y niños y adultos mayores.

La salud es un derecho vital de las personas. Urge el derecho universal a la salud de todos los que habiten en el territorio nacional.

No se debe continuar destinando cientos de miles de millones del presupuesto a obras majestuosas e inútiles como la refinería de dos bocas, el AIFA y el Tren Maya que además ha realizado un ecocidio en la selva maya.

La asignación de contratos de cientos de miles de millones de pesos, asignados

directamente, sin concursos, son un gran fenómeno de corrupción.

En los casos de corrupción como el de SEGALMEX, deben actuar contra las cabezas y no contra chivos expiatorios.

El uso de los medios públicos, para propaganda del presidente debe terminar, como el de la “mañanera” y buena parte de los programas “de contenido” de la televisión pública nacional, universitaria y de los estados.

Estas y otras demandas son perfectamente posibles en el marco de un país capitalista. No son aspavientos “delirantes de comunistas”.

El Estado no puede convertirse en propiedad del presidente, desmantelando las instituciones autónomas o sometiéndolas con empleados del propio presidente como ya ocurre en el Congreso de la Unión, la Suprema Corte de Justicia o como se propone el presidente al querer eliminar todos los Institutos autónomos.

La carta a Los Reyes Magos tiene en este período electoral dos destinatarias: Claudia Sheinbaum y Xóchitl Gálvez.

Ambas tienen la palabra.