Carlos Castro Osuna murió hace unos días, en Mazatlán, Sinaloa; fue un líder estudiantil muy importante en la segunda mitad de la década de los sesenta. Fue presidente de la Sociedad de Alumnos de la Escuela Nacional de Economía, donde militaba en la AIRE, Alianza de Izquierda Revolucionaria Estudiantil o de Economía, que aglutinaba a casi todos los grupúsculos maoístas, pro chinos, trotskistas o “anti partido”, es decir enemigos del Partido Comunista Mexicano.

Carlos Castro fue el dirigente más importante del ala izquierda del Consejo Estudiantil Universitario de la huelga iniciada el 14 de marzo de 1966, contra el autoritarismo del rector Ignacio Chávez y que incluyó la demanda del “pase automático” de los estudiantes del bachillerato de los 9 planteles de la Escuela Nacional Preparatoria, que luego se expandió a los cinco plateles del Colegio de Ciencias y Humanidades. Principio que ahora se denomina “pase reglamentado”, cuya vigencia le ha dado una condición “popular” a la UNAM, actualmente el 70 por ciento de sus estudiantes pertenecen a familias de ingresos menores a 4 salarios mínimos. Esa era la importancia de Carlos Castro Osuna.

Al terminar la huelga de 1966, con la renuncia del rector Ignacio Chávez y la aceptación del “pase automático” por el rector Javier Barros Sierra, Carlos Castro “desapareció” en los primeros meses de 1967, sus enemigos lo acusaron de haberse “vendido” al gobierno y particularmente a Ifigenia Martínez, también se dijo que la “burguesía” lo había “comprado” a través de su casamiento con Carmen Saéz Pueyo, a quien confundían con la hija de Aaron Saénz un empresario dueño de varios ingenios azucareros y de la Compañía Mexicana de Aviación y miembro prominente del “grupo Sonora” de Álvaro Obregón y Plutarco Elías Calles, verdaderos vencedores de la Revolución Mexicana al derrotar a Emiliano Zapata y Pancho Villa.

Lo real fue que Carlos, se casó en México con Carmen Saéz y luego ambos se fueron a París, ahí se integraron al grupo clandestino dirigido por Guillermo Rousset, un legendario disidente del PCM, que proponía luchar de manera fundamental contra la burguesía y no contra el “imperialismo”. Rousset fue muy célebre por sus amoríos y sus disputas en las que murieron dos de sus adversarios en amores, uno en México y otro en París, por lo que Guillermo a su regreso a México estuvo algún tiempo preso.

Estos revolucionarios marxistas, partidarios del Partido Comunista de China, dirigido entonces por el presidente Mao, lograron acercarse a las más altas capas del Partido y el Gobierno chinos.

Estuvieron, junto a otros, en las “escuelas de cuadros del Partido Comunista de China, algunas versiones mezcladas de romanticismo y cierto tufo policiaco, decían que recibieron “entrenamiento militar”.

Carlos Castro me narró una vez, que estuvieron a punto de conseguir una maquinaria de impresión, donada por los chinos, pero de manera inusitada “todo se derrumbó” y los expulsaron de China, según Carlos, ello se debió a que cuestionó el desdén con que fue tratada la muerte de Ernesto Che Guevara por el Partido Comunista de China.

“Aquí no se cuestiona al camarada presidente Mao”. Le dijeron.

Carlos regresó a finales de los 70 a México, se convirtió en profesor de Historia en la Universidad Autónoma Metropolitana Iztapalapa y se volvió un hombre solitario políticamente, aunque tenía muchos amigos y era un gran seductor de “las damas”, como él les llamaba.

Decenas o cientos de compañeros como Carlos Castro Osuna, son los olvidados por el régimen o sistema actual. Me refiero no solamente a la partidocracia, sino al conjunto de las élites culturales, intelectuales, que ahora dominan los aparatos del Estado y del gobierno, entre los cuales hay antiguos amigos e incluso camaradas de los olvidados.

Esos militantes “olvidados” forjaron la simiente del proceso de lucha con altibajos, que logró cambios políticos importantes en el país.

Efectivamente no se consumó el objetivo revolucionario de esa generación mexicana e internacional, porque el llamado socialismo real, pasó de ser una utopía a convertirse en pesadilla.

Es un desafió de los jóvenes de hoy descifrar los motivos profundos de ese fracaso, para evitar ese fenómeno tan extraño y en gran medida trágico del predominio de las “derechas”, como lo que representa Javier Milei en Argentina y en general las derechas, Medio Oriente, Asia y África y en Europa, pero también los llamados “populismos” de “izquierda” en Venezuela, Nicaragua, Cuba y el caso sui géneris de Andrés Manuel López Obrador y su llamada 4T.

Si a la lucha contra el proceso de restauración del priismo tradicional y su fase destructora y militarista, no se suman los jóvenes y los movimientos, las posibilidades de un retroceso histórico en las elecciones de 2024, pueden devenir en casos tipo Javier Milei, por el cual votó el 70 por ciento de los jóvenes.

Carlos Castro sus centenares de camaradas, la mayoría muertos y los que estamos cerca del final del partido, no requerimos miradas nostálgicas, sino replanteamientos acordes a los retos de hoy y el futuro que ya llegó.