Cada vez más la democracia pierde credibilidad. En México tenemos una república ficticia, en realidad el régimen político es casi una monarquía. Esa perversión es mundial, lo cual no es ningún consuelo, esa es la cuestión de fondo que explica fenómenos como la victoria de Milei en Argentina. La gente está harta de una simulación, donde le dan gato por liebre. Se ostentan como redentores del pueblo, cuando son en realidad socios e incluso empleados de los grandes capitales, como es el caso de AMLO, subordinado a Carlos Slim, con relación tormentosa con Ricardo Salinas, protector de ICA, garante de los grupos que controlan la minería a los que les otorga la explotación exclusiva de grandes cuencas y mantos acuíferos como al grupo de los Bailleres y de encuentros y desencuentros con el Grupo México de Larrea.

Pero no solamente el gobierno de la llamada Cuarta Transformación es un instrumento al servicio de los grandes capitales, sino que tiene una cada vez más visible alianza con ciertos cárteles del narco y también es cada vez más inescrupuloso en su subordinación a los gobiernos estadounidenses y además les ha dado a los militares funciones y control de asuntos totalmente ajenos a sus facultades legales y constitucionales.

La política económica del gobierno de AMLO es ortodoxamente neoliberal.

Todo se hace con un gran ruido de supuesta defensa de los pobres, cuando incluso algunos de sus antiguos ideólogos, exhiben resultados desproporcionados en favor del capital en la proporción del PIB.

Una estafa de esta dimensión y profundidad, cuando sea descubierta por los millones que aparentemente siguen aprobando al presidente, aunque rechacen una por una cada política de su mismo gobierno en materia de seguridad, de salud, de empleo, de gasto e inversión social, prácticamente nulos, salvo los programas de subsidiaridad que nacieron durante el gobierno de Carlos Salinas, a través de Solidaridad.

Hasta hoy, la candidata oficial Claudia Sheinbaum, asume en su totalidad esa política de AMLO e incluso se proclama como la que “construirá el segundo piso de la Cuarta Transformación.

Lo hará con un equipo integrado por conocidos priistas y panistas. Es el PRIMOR en transición al PRIAN,  entre sus integrantes están Javier Corral ex gobernador panista de Chihuahua; Alejandro Murat ex gobernador priista de Oaxaca; Arturo Zaldívar  ex presidente de la Suprema Corte, que quiso reelegirse y se confiesa seguidor de AMLO desde  hace muchos años; Olga Sánchez Cordero primera  secretaria de Gobernación y actual senadora, la senadora y cantante Susana Harp, hija del poderoso banquero Alfredo Harp Helú, y entre los “progres” Juan Ramón de la Fuente ex rector de la UNAM, quien llegó a la Ciudad Universitaria con la Policía  Federal por delante y Rosaura Ruíz de larga trayectoria en la UNAM, desde su época estudiantil junto con su ex marido Salvador Martínez della Roca, El Pino, ambos verdaderos tutores políticos de Claudia Sheinbaum. Salvo Rosaura, lo cual no es menor, el equipo de Claudia tiene una clara connotación de predominio de la casta dominante en el país por más de un siglo.

La opción encabezada por Xóchitl Gálvez, quien sorprendió a la partidocracia y consiguió su candidatura con la esperanza de abrir la ostra de la misma, ha anunciado un equipo de campaña claramente dominado por el PAN, encabezado por Santiago Creel un hombre plenamente asociado a la casta desde sus ancestros, de los cuales se decía que “no eran de Chihuahua, sino Chihuahua era de los Creel”. Además, están Josefina Vázquez Mota, candidata a la presidencia de Vicente Fox, derrotada por Felipe Calderón.

También está Margarita Zavala de militancia de larga trayectoria en el PAN, al que renunció en protesta por la conducción arbitraria de la dirigencia panista.

Los que proceden del PRI son Enrique de la Madrid ex secretario de Turismo del gobierno de Enrique Peña Nieto e hijo del presidente Miguel de la Madrid; Ildefonso Guajardo negociador del TEMEC; Jesús Ortega ex presidente del PRD, franquicia electoral en extinción; sin militancia formal está Consuelo Sáizar, Carlos Urzúa ex secretario de Hacienda de AMLO.

Es un equipo muy alejado de lo que debiera ser el posible gabinete de un Gobierno de Coalición, prometido por Xóchitl Gálvez. Pero sobre todo es un equipo ajeno al gran movimiento generado en defensa del INE, es un viraje a favor de los partidos registrados PAN, PRI y PRD sin presencia del movimiento que puso en cuestión la naturaleza autócrata del presidente Andrés Manuel López Obrador.

Los equipos de Sheinbaum y Gálvez, demuestran, una vez más, la imprescindible reforma del régimen político que le da el monopolio a los partidos, el que hace posible la partidocracia y ha cerrado la puerta a opciones independientes y autónomas.

Sin abrir el sistema electoral a todos los ciudadanos, facilitando el registro de partidos y candidatos diferentes, a los que han dominado decenios el control de las candidaturas y han consolidado a la casta, sin ello no será posible, hacer frente a una campaña de Estado.

Muerto el perro no se acaba la rabia.

Sin quitarle el monopolio a la partidocracia, la democracia en su conjunto sufrirá un desgaste, un desencanto que haría posible en México la aparición del fenómeno de rebelión contra la democracia que hoy existe en Argentina, Hungría, Italia, Francia, España, Estados Unidos, Turquía y la versión “a la mexicana” de AMLO.