Está finalizando la llamada precampaña, en realidad ha sido un derroche de recursos públicos a favor de la candidata Claudia Sheinbaum, incluyendo los “moches” denunciados por la directora de Notimex, Sanjuana Martínez, y muchos más aún desconocidos.

Quizá lo más peligroso es la imagen generalizada de una ventaja de Claudia Sheinbaum sobre Xóchitl Gálvez de 20 a 30 por ciento, por medio de encuestas, que son usadas aquí y en el resto del planeta, como elementos centrales de la campaña.

El gobierno, sus aliados y simpatizantes han logrado una victoria muy importante en el estado de ánimo de mucha gente.

Esta desesperanza, se combinó con múltiples factores negativos en el campo de Xóchitl Gálvez. El más nefasto es el burdo intento de control de su campaña y su imagen por los partidos, esencialmente por el PAN. Como parte de lo mismo, ocurrió la disputa vulgar por los puestos o candidaturas en Coahuila, donde el presidente del PAN, Marko Cortés pretendió quedarse con la mayoría del pastel, de la manera más vulgar.

Claudia Sheinbaum no ha tenido ningún problema en presumir la suma a su campaña de priistas de lo más desprestigiados. Aplica una visión de bazar, comprando a los que sean, con tal de aparentar que es muy abierta.

Todos esos hechos y la abierta e inconstitucional utilización del poder presidencial para intimidar, perseguir y calificar  de traidores a sus adversarios, así como sus “reformas” de fin de sexenio, generan un panorama muy desfavorable para el sostenimiento de la frágil democracia mexicana.

Por su parte, Xóchitl Gálvez no ha dado ningún paso para atraer a los millones de ciudadanos que sufren la política antipopular del gobierno de AMLO, pero que no tienen ninguna presencia electoral. Ha mantenido un discurso repetitivo de sus orígenes populares, de una manera tan primitiva que ha dado lugar a la sorna de sus adversarios.

Campaña electoral de Estado, encabezada por el presidente, versus una política sectaria y sin propuestas de cambio de parte de los opositores, han facilitado la desesperanza de derrotar MORENA en las elecciones de 2024.

Si esa desesperanza prevalece e incluso aumenta, el grupo oficial podrá consumar una victoria muy importante en junio de este año.

Resulta muy absurda y dañina la política del avestruz, por parte de los movimientos, grupos y personas independientes, negar la realidad de la contienda electoral, porque existe una disputa de dos bloques de poder de carácter antipopular, favorece a los sectores más negativos de ambos bloques.

Los plazos electorales ya se cerraron, no hay ninguna posibilidad de registrar a un partido independiente. El sistema político electoral mexicano está diseñado para mantener el monopolio electoral en manos de la partidocracia.

La batalla por romper ese monopolio está prácticamente olvidada.

Sin abrir ese sistema político electoral, la partidocracia se mantendrá por lo menos durante el próximo sexenio. El país sufrirá las consecuencias desastrosas de ese monopolio.

Es una tarea inmensa construir una red de movimientos autónomos, sin embargo, nunca es tarde ni imposible lograrlo.

Es necesario hacer frente a los graves índices de violencia, a las maniobras del gobierno para ocultar esa terrible e infernal realidad.

También es hora de luchar con firmeza contra la militarización.

Muchas otras tareas democráticas deben emprenderse desde ahora, sin depender de los ritmos electorales, pero sin voltear la vista al otro lado para pretender que sí no los vemos no existen.

A un mes del inicio oficial de las campañas, el 1 de marzo, es momento de construir acuerdos, plataformas y alianzas de todas las tendencias opuestas a este capitalismo salvaje.

La desesperanza solamente sirve a los poderosos.