Si diéramos un vistazo a las noticias diarias a lo largo y ancho del país, encontraríamos que hay marchas y manifestaciones en diversos puntos de la geografía. En varios lugares y con diferentes motivos.

Las hay de apoyo o rechazo a algún candidato de alguna fuerza política; las hay de peticiones o exigencias; y, por supuesto, también de protesta. Desde luego, se transitaría muy bien si no hubiese esas complicaciones en las calles o los caminos, pero se vería muy mal una democracia en donde todos los ciudadanos permanecieran callados.

Así es ese asunto de la libertad y de las sociedades en donde se gobierna con democracia. Vale reiterarlo: la unanimidad es un insumo del autoritarismo y no podemos buscar, en ninguna circunstancia, ese formato en el pensamiento.

El presidente de México, el licenciado López Obrador, ha llevado a cabo una acción que lo enaltece más, y es que ha reconocido que en México hay una disidencia formada por varios millones de mexicanos y hay ánimos contestatarios porque hay pensamientos y percepciones diferentes.

Que estas percepciones sean correctas o no ya es otro asunto, tanto en la visión de los problemas como en las ideas para resolverlos. Sin embargo, la disidencia existe y, hay que tomarlo en cuenta —como lo dice el Presidente— no son grupúsculos ni mucho menos.

Reconocer un fenómeno social es parte de una cultura cívica y en este caso es una evidencia del pensamiento pluralista del presidente AMLO. También es una estrategia política adecuada, porque de esa manera no se cimenta la confianza en exceso.

Seguramente va a haber una competencia real en las elecciones de este año y no van a ser ningún paseo de campo para nuestro Movimiento. Por eso mismo, mantenemos una preparación adecuada de la organización atendiendo todos los puntos geográficos y los sectores sociales críticos. Lo saben los activistas y operadores políticos del morenismo.

En una segunda observación y como una respuesta a las afirmaciones publicadas, el presidente Andrés Manuel López Obrador no le teme —porque no puede temerle— a la ciudadanía. No le teme, porque los números reflejan que es un presidente que goza de un indiscutible apoyo de los ciudadanos en todo el territorio nacional. No puede temerle, porque es un protagonista hecho en los grandes grupos de ciudadanos que, de alguna manera, eran mexicanos inconformes. El “lopezobradorismo” es un asunto ciudadano, un fenómeno de movilizaciones de miles y miles de mexicanos.

Por eso mismo es, para decir lo menos, equivocado sostener que el Presidente ha dispuesto, u ordenado, que la marcha de los disidentes sea detenida o disminuida de alguna manera. Para el Presidente, es positivo que los adversarios políticos —no del Presidente, sino del Movimiento al que él pertenece— muestren sus razones, y ya será la ciudadanía quien se encargue de valorarlas y decidir, con la boleta de elector en la mano, cuáles son las razones políticas correctas.

Seguramente los mexicanos se pronunciarán por mantener los cambios que la Nación necesita. Se mostrarán a favor de una sociedad más equitativa, con un empleo mayor del gasto público en programas de orientación social y de género. Seguramente votarán por atender a los grupos indígenas que viven la marginación larvada en siglos. También apoyarán la idea de que las transformaciones progresivas deben continuar porque apenas han comenzado. Y se orientan hacia un México mejor.

@Bonifaz49