El presidente de la República, Andrés Manuel López Obrador, afirmó, en el marco del 117 aniversario de la huelga de Río Blanco, en Veracruz, que enviará dos reformas constitucionales antes de acabar su mandato.

El objetivo es, según el presidente, modificar las leyes para beneficiar a los trabajadores. Busca establecer que el aumento al salario mínimo no sea por debajo de la inflación y modificar el sistema de pensiones.

La iniciativa pretende reformar el artículo 123 constitucional, para que se establezca que el salario mínimo no va a aumentar menos que la inflación. Lo que habría que explicarle al presidente, es que en paralelo hay que generar las condiciones para que cada día existan más y mejores empleos, así como fortalecer al sector privado, para que este pueda pagar sueldos competitivos.

Es decir, no sirve de nada el enviar reformas constitucionales en el área laboral, si no se establecen políticas públicas sanas y serias, que permitan que el sector productivo del país genere inversiones que faciliten la creación de nuevos empleos.

Es cierto que es necesario revisar el sistema de pensiones para que el trabajador tenga un retiro digno. En paralelo, también se debe examinar el sistema de salud que deja muy desamparada a esa población de adultos mayores, quienes resultan ser los más vulnerables.

Tiene razón el presidente López Obrador cuando dice que el mexicano es uno de los pueblos más trabajadores del mundo. Pero se le olvida decir que en nuestro país no hay las suficientes oportunidades para toda esa gente trabajadora que tiene que migrar a Estados Unidos en busca de mejores oportunidades.

Esa falta de oportunidades se agrava hoy en día todavía más, debido a la violencia que existe en México en gran parte del territorio con motivo del empoderamiento del crimen organizado, motivado por la falta de un combate frontal y real al mismo, así como por la implementación de políticas absurdas como la de “abrazos no balazos” o la de que hay que acusar a los delincuentes con sus progenitoras.

Se le agotó el tiempo al presidente y a su gobierno, se hicieron muchas cosas mal o pocas bien, lo que se traduce en que la gran mayoría de la gente no mejoró en su nivel de vida. No existe un mejor sistema de salud, lo de Dinamarca ya ni como broma a estas alturas, no tenemos los mexicanos una seguridad pública confiable y eficiente como se requiere en cualquier nación que se dé a respetar, como tampoco se cuenta con los empleos suficientes para una gran parte de nuestros jóvenes, quienes en muchos de los casos prefieren emigrar en busca de mejores oportunidades.

Hoy más que nunca estos discursos del presidente de la República suenan vacíos y carentes de toda credibilidad. Al parecer, él ya está pensando en el 2024, como el gran político que es, su sexenio ya quedó atrás con resultados devastadores para el país.

Esperemos que la próxima presidenta de la República cumpla ya no con las expectativas que se han generado, sino con sus más elementales responsabilidades, a fin de garantizar para todos los mexicanos un mejor lugar donde vivir.

Ya basta de demagogia, de pensar que la vida es una eterna campaña política, es hora de gobernar y dar resultados medibles en beneficio de la gente. Que nadie se quede sin medicinas, que ya no haya niños que no hacen sus comidas tres veces al día y que ya no se cobre el crimen organizado una vida más, por ejemplo.

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