El amor en clave adolescente, con las peculiaridades de la comunicación cibernética y los eternos dilemas de la aceptación y el rechazo hacen de las novelas de Rodolfo Naró (Tequila, Jalisco, 22 de abril de 1967) lecturas geniales para la vacación invernal. Las andanzas de la jalisquilla Eva Otero ya se extienden como una saga adictiva en dos novelas, la más reciente, Una eternidad para Eva (Planeta 2023) y la primera, Un corazón para Eva (2018), ahora disponible en edición de bolsillo, y de la que transcribo las primeras líneas.

Eva azotó contra el suelo. El golpe fue contundente y seco. Pero no fue el sonido de su cabeza contra el mosaico de la cocina lo que llamó la atención de su padre sino el estallido del plato, que se rompió en siete pedazos. Esa mañana de domingo iban a desayunar hot cakes, los preferidos de Eva. Ella estaba de pie, con el plato en la mano y tres hot cakes rebosantes de miel, cuando se desmayó. En el piso, la miel escurrió poco a poco hasta tocar su mejilla. Eva convulsionaba.

Eran las diez de la mañana. Los domingos Otto se hacía cargo del desayuno, y aunque casi siempre preparaba lo mismo, a sus hijas les encantaba verlo cocinar. Era un día como cualquier otro: bañar a Cala, comida en casa de los abuelos, intentar ir al cine a media tarde, cenar en casa un sándwich de ensalada de atún con papas fritas. Sin embargo, ese domingo seria distinto, el primero de una nueva rutina. Otto había sacado casi a rastras a Eva de la cama, sin importarle que la noche anterior se hubiera desvelado con su novio y sus amigas, celebrando su cumpleaños; había llegado a los diecisiete y por enésima vez, en medio de las luces multicolores y los empujones del antro, discutió a todo pulmón con Capi.

–Déjame en paz, ya te dije que aún no estoy preparada.

–¿Y cuándo será, eh, cuándo? ¿Esperaré hasta tu próximo cumple? –El calor era intenso y el sudor de Capi hacía que la camisa azul cielo se le pegara al pecho.

–No sé, no sé… Eso se siente. El momento tiene que llegar solito.

–“El momento”. Eso me dijiste la semana pasada y hace un mes, ¡pareces disco rayado!

–¿A qué te refieres?

–Obvio que ya sabes, no te hagas. Cuando repites lo mismo una y otra vez.

Estaban al borde de la pista, hablaban fuerte. Llenaba el ambiente un mix de Flume y Chet Faker. Capi intentó besar a Eva.

–¡Suéltame!

–¿Qué, tampoco puedo besarte?

–Así no

–¿Entonces cómo?

–Como antes.

–¿Y cómo es “como antes”?

–Ni siquiera me miras. ¡Suéltame!

Capi tenía clavada la mirada en ella. Sin embargo, sus ojos no se quedaron mucho tiempo en los de Eva, la atravesaban hasta llegar a un infinito que sólo él miraba.

–Vamos, Eva –insistió Capi, acercándose a su oido.

–¡Suéltame!

Al terminar el forcejeo, un grupo de chicos pasaron tan cerca de ellos que los empujaron. Poco faltó para que Eva se cayera. Esa noche estrenaba un vestido largo de chifón color mostaza. También zapatos de tacón: sus primeros Dior, regalo de su padre. “No siempre se cumplen diecisiete”, le dijo cuando Eva se los midió en la tienda.

Faltaban pocos días para Semana Santa y el cumpleaños de Eva era el pretexto ideal para reunirse con sus amigas. Las dos tenían viaje en puerta: Paloma, su confidente, iría a esquiar a Vail; Majo, con quien siempre estudiaba matemáticas, pasaría los días santos en el rancho de sus abuelos en Zacatecas […]

 

Novedades en la mesa

Amor y videojuegos en Mañana, y mañana y mañana (Alianza Editorial), la nueva novela de Gabrielle Zevin, traducida por Núria Molines.