El presidente de la República, Andrés Manuel López Obrador, confunde constantemente los conceptos de urgencia y emergencia. La primera, es una situación que apremia o requiere de pronta acción, es algo que debe resolverse con prontitud. La segunda, es un suceso o situación que se presenta de improviso y requiere de una atención inmediata.

En términos médicos, en las emergencias es esencial la acción inmediata para evitar daños graves, mientras que, en situaciones de urgencia, se requiere prontitud, pero con la diferencia de que puede planificarse con más flexibilidad.

En la emergencia, el paciente debe ser atendido de manera inmediata, ya que existe una alta probabilidad de riesgo de pérdida de la vida. En la urgencia, puede existir una gravedad variable que afecte la salud de una persona, pero sin que su vida se encuentre en un peligro inminente.

El que funcione la mega farmacia recientemente inaugurada por el presidente de la República, requiere urgentemente de medicamentos que ayuden a millones de personas que no cuentan con ellos. El que tengamos un sistema de salud como el que él prometió, es una emergencia nacional para que no se pierdan más vidas en forma innecesaria e irresponsable como sucedió con motivo del COVID.

El que el Estado cumpla con su más elemental obligación de brindar seguridad pública a los que habitan en su territorio, es ya una emergencia, diario se pierden vidas en manos de la delincuencia organizada. Para el presidente siempre hay una excusa, es la prensa amarillista, son luchas de poder entre delincuentes, o bien es una herencia de gobiernos anteriores. Que, dicho sea de paso, con el actual gobierno se ha agravado en lugar de mejorar.

Al inicio del sexenio existían muchos asuntos que requerían una intervención inmediata del presidente de las República para salvar la vida de miles de mexicanos, otros podían esperar un tiempo determinado.

Perdió el presidente todo el sexenio en atacar a periodistas, medios de comunicación, adversarios políticos, instituciones públicas y, al final del día, no supo distinguir entre algo urgente y una emergencia.

Hoy al país le urgen mejorar instituciones públicas como el INE, el IFAI, pero también se debe fortalecer a la Suprema Corte de Justicia de la Nación, a las instituciones policiales y de salud en forma emergente.

Nunca debió ser una emergencia para el presidente polarizar a una población ya de por si dividida por las grandes diferencias entre ricos y pobres, como tampoco se debió de perder tiempo en el ataque a los enemigos imaginarios de Andrés Manuel López Obrador.

La labor de la próxima presidenta de la República sea la doctora Claudia Sheinbaum o Xóchitl Gálvez, será titánica. Tendrán en forma emergente que reconstruir el tejido social de una sociedad dividida, hacer que funcione un sistema de salud que hoy no llega a los que menos tienen, así como contar con cuerpos de seguridad confiables y comprometidos con su país y no con el crimen organizado.

De igual forma, deberán erradicar de forma urgente el flagelo de la corrupción, el cual, a la vista de todos, sigue lastimando a nuestro país. Nadie en su sano juicio, puede afirmar que este lastre ya no existe en México.

México debe ser un país de instituciones, de hombres y mujeres comprometidos con todos los mexicanos por igual, no de falsos profetas o iluminados.

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