Ante las inmensas y plurales movilizaciones en defensa de la democracia, realizadas en muchas ciudades del país y algunas simbólicas en el extranjero; el presidente volvió a desdeñarlas con sus conocidas diatribas e insultos, pero dijo algo aparentemente verdadero y lógico: si hubiera dictadura no habría sido posible que se realizarán esas movilizaciones en la plaza pública.

Precisamente se han realizado porque son la conquista de decenios de luchas democráticas, de diversos movimientos sociales y culturales, como el movimiento de 1968, el movimiento del 10 de junio de 1971 y también de los partidos opositores e independientes, como el Partido Comunista Mexicano, el Partido Mexicano de los Trabajadores, el Partido Revolucionario de los Trabajadores, desde las izquierdas independientes, el Partido Acción Nacional desde las derechas y también las luchas de los trabajadores de finales de los años 50 y las de la Insurgencia Sindical de finales de los setenta e inicios de los ochenta, que libraron los electricistas de la Tendencia Democrática dirigida por Rafael Galván y Arturo Whaley, entre otros; los sindicatos universitarios que tenían como sus dirigentes a Evaristo Pérez Arreola, Nicolás Olivos, Eliezer Morales, Pablo Pascual, Lucinda Nava, Rito y Lorenzo Terán, Serafín Núñez, el Doctor Carreón y decenas de miles más; los trabajadores de la industria automotriz; varias Secciones del Sindicato Minero Metalúrgico; varios sindicatos de la industria Refresquera y otros sindicatos de empresa. Por supuesto las pioneras de las luchas feministas, de los movimientos iniciales de lo que ahora es la LGBTTI+, todos los movimientos culturales en la música, el teatro, el cine, la literatura y todos los movimientos cívicos y de defensa de los derechos humanos. Una gran constelación democrática que tuvo la tenacidad, la resistencia, la imaginación y la inteligencia necesarias para ir derrotando al viejo autoritarismo priista.

No debe olvidarse la gran insurgencia electoral de 1988, tanto la del FDN de Cuauhtémoc Cárdenas, Porfirio Muñoz Ledo y las decenas de miles de ciudadanos, sin excluir la lucha de Manuel Clouthier Maquío y la señora Rosario Ibarra de Piedra.

Toda esa gran ola democratizadora rompió el monopolio del PRI en la presidencia, los gobiernos estatales, municipales y conquistó la mayoría en la Cámara de Diputados en 1997.

Una lucha de la pluralidad de la sociedad que estuvo ausente durante casi 80 años, en un país donde no había elecciones verdaderas.

Una visión dogmática que solamente reduce los cambios a la lucha de clases, no contribuye sino retrasa los cambios democráticos y se convierte en su contrario, paradójicamente sirve a lo más reaccionario de la sociedad.

Los que aspiramos a combatir la desigualdad que genera el capitalismo, no podemos quedarnos a la orilla del río y no ser parte del torrente democrático que corre por sus aguas, incluso a veces de manera subterránea, lo que Carlos Marx llamaba el viejo topo.

Por supuesto, en estas líneas, hay muchas omisiones.

Ese camino tortuoso, de avances y retrocesos, está en peligro de una regresión autoritaria al viejo régimen de Partido de Estado, sí avanzan las 20 reformas propuestas por el presidente Andrés Manuel López Obrador, el 5 de febrero de este año 2024.

Esa eso lo que pone al país ante el dilema democracia o dictadura.

Precisamente porque todavía no hay una dictadura, es ahora cuando se requiere combatirla antes de que se imponga, como lo quiere el movimiento restaurador y reaccionario de la llamada Cuarta Transformación.

Las ominosas tendencias dictatoriales, del gobierno de AMLO, están a la vista: militarización sistemática, con elogios cotidianos del presidente a los militares, considerados por él como “pueblo uniformado”. La represión cotidiana contra los migrantes, donde ocurren actos criminales. Las masacres cotidianas. El control de amplios sectores del territorio por las bandas criminales. El diario mensaje autoritario del presidente contra sus críticos, que genera un ambiente de violencia donde se producen atentados contra opositores en el campo como Samir Flores y tantos muertos ambientalistas y las cacerías de brujas contra los que escribimos u opinamos en los medios escritos, que tuvimos que refugiarnos en las publicaciones digitales. Los medios masivos como la Televisión, donde la Televisión Pública es una abierta plataforma de propaganda gubernamental, incluyendo las televisoras universitarias, como TV UNAM y Radio UNAM.

AMLO pretende imponer una democracia al estilo soviético o cubano donde haya “elecciones” con candidaturas únicas.

Esa es la importancia de las movilizaciones del domingo 18 de febrero, a la que los lambiscones del gobierno señalan como “manifestaciones de blanquitos”, con una carga racista típica del nazismo de Hitler, combinada con miles de mentiras, emitidas por el presidente en las mañaneras al estilo de Goebbels.

DEMOCRACIA O DICTADURA.