En estos días de Semana Santa, he tenido en mis manos o en PDF, varios libros testimoniales la mayoría, de participantes de grupos armados de los años sesenta y setenta, uno de ellos se titula Brigada Campesina de Ajusticiamiento desde la trinchera Partido de los Pobres, escrito por Pedro Martínez Gómez (1949 Atoyac) quien dice en la solapa que “Desde muy joven conoció y se involucró en la lucha social encabezada por los profesores Lucio Cabañas, Serafín Núñez e Hilda Flores. Se sumó a las filas del Club de los jóvenes comunistas de Atoyac a raíz de la matanza de Atoyac, contra pobladores, cometida por la policía judicial en 1967, el 18 de mayo, Cabañas Barrientos abandonó su vida de profesor para convertirse en hombre de armas, fue así que se fue consolidando el Partido de los Pobres y la Brigada de Ajusticiamiento, en el inicio del grupo armado Martínez Gómez ayudó paulatinamente a su consolidación”. En 411 páginas nos relata su experiencia.

Crónicas Intempestivas Historia del ascenso del EZLN 1987-1994, escrito por Egbert Méndez Serrano, hijo de Eurico Méndez, nos dice que su libro se “debe a incalculables horas de charla con su padre, quien alguna vez fue el profesor Andrés, militante muy importante del EZLN”. 274 páginas en media carta, consignan sus interesantes relatos.

Ambos libros y muchos más están circulando en estos días de la 4T, son testimonios importantes de una lucha que estuvo muy escondida y ahora adquiere un cierto relieve.

Fui militante de la Juventud Comunista de México desde marzo de 1963, viví la gestación de muchos de esos grupos armados, aprovecho estos días para escapar un poco de la rutina electoral, cada vez más semejante a una elección de estado, para narrar mis experiencias con algunos grupos armados de entonces.

Hace prácticamente 60 años en 1964, en mi visita a Chile conocí en el avión a unos cuates del norte del país agrupados en la organización campesina del Partido Popular Socialista, UGOCM Unión General de Obreros y Campesinos de México, estaban esos preparándose para un levantamiento armado, el cual sería después conocido como el levantamiento de Madera, porque asaltó al cuartel del mismo nombre el 23 de septiembre de 1965. Un año antes conocí a estos cuates y me proponían que me integrara con ellos, yo les expliqué que no estaba de acuerdo con su estrategia y que mejor mantuviéramos una relación amistosa pero distante.

6 años después en Moscú en 1970, siendo estudiante de la Universidad Patricio Lumumba, participaba como muchos estudiantes, en lo que llamaban actividades de las embajadas de los países llamados socialistas en Moscú, una de ellas era las que se organizaban en la embajada de Corea, pasaban películas, repartían folletos del pensamiento Kim Il-Sung, pensamiento se decía, que era capaz de mover montañas “y lo hacía”. Ahí junto con otros tomábamos algún licor coreano, nos daban algunos bocadillos y pasábamos el tiempo. En una de esas reuniones me ubicó Fabricio Ojeda, un cuate que después sería jefe del movimiento del MAR y el cual murió recientemente.

Una ocasión, por mediación de otro amigo, José Luis Guerrero, me propuso que platicásemos, me citó en las afueras de lo de que se llamaba la exposición permanente de realizaciones del pueblo soviético para decirlo en castellano. Era entre enero-febrero de 1970, había una temperatura de unos 20 a 22° grados bajo cero, había nieve de una altura de metro y pico. Este cuate me invitó a caminar y platicar, le pregunté por qué no nos metíamos a un café, algún bar o algo para no estar en la intemperie y me respondió que no,  qué esa era la manera más segura de evitar que nuestras conversaciones fueran grabadas por el espionaje soviético, eso me pareció raro, ¡cómo qué esconderse del pueblo soviético del poder soviético! algo raro tramaba este cuate; platicamos horas y horas de México, de la crisis (que siempre ha estado en crisis desde que yo recuerdo), de la represión del gobierno intolerante etc., pero también de que  había traicionado los ideales de la revolución mexicana,  que ya era tiempo de echarlos fuera y de cambiar el poder y hacer la revolución, en resumen, me dijo que me invitaba a participar en el MAR, Movimiento Armado Revolucionario, no me dio más detalles, pero sabía que ellos se contactaban en Moscú con estudiantes de la Patricio Lumumba donde yo estaba y de ahí los enviaban a Berlín oriental. No recuerdo la causa, pero era curioso porque los enviaban disque para atenderse por cuestiones ópticas. Los llevaban a Berlín y después mandaban a Corea del Norte, a Pyongyang, todo esto lo hacían a espaldas de los soviéticos, por supuesto totalmente escondidos del gobierno mexicano. Era una conjura de esas que armaba la mentalidad fantástica anticomunista, pero que en este caso era una realidad; así tuve una segunda vinculación o contacto o como se le quiera llamar. “Contacto cercano del tercer tipo” como se decía entonces, con estos tipos casi extraterrestres que eran de los grupos armados mexicanos.

Pasado el tiempo después de la represión del 68 a mi regreso a México, me di cuenta que la mayoría de la Juventud Comunista estaba encandilada en lo que llamaban el proceso de una construcción de la vía armada. Tenían una mezcla de ideas de orden tecnócrata keynesiano y de Kalecki, el polaco, que les había influido el economista Chucho Puente Leiva en la universidad de Nuevo león y el líder de todo eso era Raúl Ramos Zavala, un muchacho menudito con un aspecto más bien de tecnócrata del Banco de México que de guerrillero, muy inteligente, conocedor del tema y esa teoría o esa escolástica keynesiana-kalequiana desde el punto económico, la mezclaban con una suerte de confusión en el plano político, consideraban a Lenin un reformista, a Fidel Castro un traidor, a Allende otro tanto y al Partido Comunista Mexicano un partido entregado a la burguesía, a la policía y que por lo tanto se debía construir otra opción, las condiciones “objetivas” estaban dadas, había simplemente que construir las “subjetivas”, creando la dirección proletaria.

Una ocasión teníamos necesidad de ir a Culiacán, lo comenté en una reunión del Comité de Lucha de Economía, sin saber que estaban unos cuates el FER (Frente Estudiantil Revolucionario) de la Universidad de Guadalajara, lo escucharon y poco tiempo después, me dijeron “ya tenemos una nave para viajar a Culiacán”, habían expropiado un carro nuevo. Viajamos en ese carro Raúl Moreno Wonche, Jaime Kravsov y yo, sin saber que estábamos inmersos en una “operación” del movimiento armado.

Tuve otros “contactos” con el movimiento armado de esos años. Está pendiente hacer las reflexiones sobre ese proceso.