Los partidos son en la mayoría de los casos un botín político para sus dirigentes, familiares y amigos, pero nunca una plataforma de expresión para la ciudadanía que dicen representar.

En la lista de candidatos a la Cámara de Diputados por el partido Morena, por ejemplo, destaca Dolores Padierna, exjefa delegacional en Cuauhtémoc y quien perdiera esa demarcación en 2021 con la actual alcaldesa, Sandra Cuevas.

Otro nombre “familiar” es el de Ignacio Mier Bañuelos, hijo del actual coordinador de los diputados de Morena y presidente municipal de Tecamachalco, Puebla. En esa misma entidad se encuentra anotado, pero por el Partido Verde Ecologista, Tony Gali López, quien quiso ser candidato a la presidencia municipal poblana e hijo de Antonio Gali Fayad.

Aparece también en las listas por el partido Verde, Luis Miranda Barrera, hijo de uno de los hombres más cercanos al expresidente del Partido Revolucionario Institucional (PRI), Enrique Peña Nieto, incluso llegó a ser miembro de su gabinete.

A San Lázaro también quiere llegar Tey Mollinedo Cano, quien fue presidenta municipal de Teapa, Tabasco, y es sobrina de Nicolás Mollinedo Bastar, alías “Nico”, exchofer del presidente Andrés Manuel López Obrador.

Pero además de sobrinas, no podían quedar atrás los primos, y este es el caso de Jesús Alfonso Montaño Durazo, alcalde de Agua Prieta, Sonora, primo hermano del gobernador de Sonora y presidente del Consejo Nacional de Morena, Alfonso Durazo.

El efecto pariente no solo se da en el partido en el poder, también en el Partido Acción Nacional (PAN) y en el PRI. En el caso del primero, aparece David Alejandro Cortés, hermano del dirigente blanquiazul, en el caso del tricolor, se encuentra Christian Castro Bello, sobrino de Alito.

En el movimiento naranja, es decir, el partido Movimiento Ciudadano, el nepotismo se expresa con gran libertad, el dirigente de este partido, Dante Delgado, colocó a su hijo en las listas de candidatos al Senado. Dante Alfonso Delgado Morales, competirá por Veracruz.

Es así como las listas se convierten en la mayoría de las ocasiones en el espacio para acomodar a los amigos, a los parientes, además de premiar o castigar a los miembros de un partido, de acuerdo con que tanto fue su postura servil o de critica frente a lo planteado por su dirigente y, en el caso de Morena, por el presidente de la República.

No es un problema de un partido en particular, todos por igual hacen lo mismo. Ningún líder partidista tiene las manos limpias. Si no son parientes, son amigos y en algunos casos sea uno u otro, además son impresentables.

Es lamentable que los partidos en la mayoría de los casos ya no representan a la sociedad, no transmiten las demandas de la población para que sean tomadas en cuenta en la toma de decisiones gubernamentales.

Los partidos hoy son facciones que representan los intereses de grupos. Estas agrupaciones se encuentran secuestradas por unos cuantos que lo único que buscan es perpetuarse en el cargo, saltando de una curul a otra, además de posicionar a sus amigos en otros cargos de elección popular que les permita acrecentar su poder.

La sociedad requiere mejores partidos, pero, en especial, mejores dirigentes, serios, leales, capaces, y con un profundo amor a México. No unos impresentables, inútiles, que tienen secuestradas organizaciones que sirven para representar a la gente.

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