El presidente López Obrador tira línea en sus mañaneras, de tal manera que sus seguidores, desde los más finos hasta los más fanáticos, piensan como él. No se diga los que son sus secuaces.

Más que la denuncia de miles de casos de estafa, es decir de hacer lo contario a lo prometido como opositor y en cada una de sus campañas, es conveniente intentar explicar cómo opera el mecanismo o la lógica de sus seguidores, incluso de sus intelectuales, parte de cuya elite procede de las antiguas izquierdas.

Una de las explicaciones la exponemos Jorge G Castañeda y yo en el libro Las dos Izquierdas: “Todo lo que el lopezobradorismo no es, y que lo distingue de la izquierda independiente, guardando el debido respeto a los tiempos y evitando los anacronismos. Lo que sí es radica en la materialización de los sueños de la izquierda de la RM, y que el priismo –nacionalismo revolucionario en el poder nunca aterrizó, salvo entre 1936 y 1940. Si vemos rubro por rubro las viejas tesis de la izquierda de la Revolución mexicana, y la políticas públicas o intenciones concretas de la 4T, las similitudes se antojan extraordinarias. Mientras que la gestión realmente existente de Morena se aparta de manera significativa tanto del priismo de toda la vida como de los anhelos de la izquierda independiente”.

En pocas palabras la soldadura, que unifica a esas dos izquierdas, a pesar de su gestión incongruente con ambas en lo ideológico, es precisamente el dominio de la ideología de la Revolución mexicana que se tragó a las izquierdas independientes.

Ese adormecimiento les permite justificar las peores prácticas del gobierno de AMLO.

Si se toca el tema de la violencia, dicen es de que empezaron los neoliberales y entonces nadie les decía nada, aunque se les demuestren evidencias de las batallas que libramos muchos, destacadamente Jorge G Castañeda y Ciro Gómez Leyva, contra la guerra de Calderón.

Si se comenta el terrible tema de la conducta salvaje de las policías, el ejército, el alcalde de Iguala José Luis Abarca Velázquez y el gobernador de Guerrero, Ángel Aguirre Rivero, ambos postulados por el PRD y defendidos hasta el último minuto por Andrés Manuel López Obrador, son tratados con mucha delicadeza, a tal punto que algunos están a favor de poner en libertad a Abarca.

Si se trata el fenómeno feminista y sus inmensas movilizaciones dicen desde cuando la derecha es feminista y eluden registrar a los diversos grupos y tendencias de ese movimiento que han chocado con las políticas represivas y las difamaciones de AMLO.

Cuando los padres de familia y los estudiantes de Ayotzinapa piden diálogo, el presidente se atrinchera en palacio y genera la ira contra su gobierno porque no ha cumplido ninguna de sus promesas de hacer justicia, abocado a defender a la Secretaría de la Defensa que se niega a dar los documentos que tiene y por lo cual se retiró el GIEI y el Subsecretario Alejandro Encinas salió de manera penosa, sin dar cuenta de sus mentiras. Ante esa política arrogante los estudiantes  mantienen sus movilizaciones y acuden a acciones directas, en ese trayecto la policía dispara contra los estudiantes, matan a Yanqui Kothan Gómez Peralta y la reacción inmediata de AMLO es afirmar que los estudiantes dispararon contra la policía, luego esa estupidez es insostenible y admite que la policía actúo sin respeto a los derechos humanos, la cantidad de torpezas y tropelías del gobierno van en aumento casi cada hora y un policía detenido  se “fuga”, el presidente tartamudea, prometiendo que no habrá impunidad. Lo mismo que ha repetido ante decenas o quizá cientos de casos de actos criminales contra ambientalistas, campesinos, comunidades indígenas, el EZLN, periodistas asesinados, secuestrados o torturados.

Cuando es imposible ocultar los actos criminales de las fuerzas represivas contra los movimientos y perseguir casi cualquier opinión diferente, AMLO vuelve a repetir su cantaleta es de que, no somos iguales.

Sus hijos, hermanos, primos y primas son exhibidos recibiendo dinero en sobres o viviendo como marajás en Estados Unidos y AMLO los defiende.

Altos funcionarios de su gobierno cometen actos de corrupción por miles de millones de pesos, Ignacio Ovalle, es protegido por su amigo Andrés Manuel López Obrador y lejos de denunciarlo, lo esconde con un hueso menor en Gobernación. Lo mismo hizo con su operador César Yáñez.

Es un fenómeno que merece estudiarse, cómo personas con trayectoria de lucha contra los abusos de los gobiernos priistas y de todo tipo, ahora defiendan siempre al presidente López Obrador, incluso la militarización.

MORENA tiene más priistas que el membrete que formalmente dirige “Alito”, algunos apenas en las elecciones pasadas, estaban en las filas de los que denunciaban el presidente y sus seguidores, ahora son candidatos a Senadores como Alfredo del Mazo Jr. y José Murat o nombrados embajadores como Omar Fayad ex gobernador de Hidalgo.

No solamente hay priistas por doquier en MORENA y sus gobiernos, también hay destacados panistas como el miembro del Yunque Manuel de Jesús Espino Barrientos, el ex gobernador de Chihuahua Javier Corral Jurado candidato a Senador, Tatiana Clouthier y otros que tuvieron altos puestos como el Senador Germán Martínez Cáceres también ex presidente del PAN y actualmente crítico de AMLO.

Antiguos comunistas, socialistas y socialcristianos, maoístas y trotskistas están convencidos que AMLO encabeza una revolución política pacífica y que la “derecha está preparando un golpe de Estado”.

Toda esa lógica del absurdo, es la que opera cuando explican las conductas gubernamentales.