Mucho me han indignado dos atropellos recientes, en particular porque involucran a dos personas especialmente cercanas que mucho quiero y admiro.

El primero de ellos tiene que ver con alguien todavía presente a través de un muy vívido recuerdo que se ha intensificado con el paso de los años, Rafael Solana, célebre polígrafo y periodista veracruzano de quien la existencia me dio el enorme  privilegio de poder estar muy cerca los últimos quince años de su en muchos sentidos ejemplar existencia. Honor a quien honor merece, de mis hondos agradecimento y admiración nacería el ensayo biográfico Rafael Solana: Escribir o morir editado en 2007 y reeditado en 2015 ––con motivo del centenario de su natalicio–– ­­precisamente por la Universidad Veracruzana.

Me emociona recordar lo que representó la apertura del Centro Cultural Veracruzano por el que tanto pelearon jarochos ilustres y que Dante Delgado siendo gobernador hizo posible a finales de 1992, a escasos tres meses de muerto don Rafael. También lo mucho que hicieron Pilar Colín Solana y otros de sus muchos admiradores para que el teatro del CCV llevara su nombre, como un justo homenaje post mortem a quien tanto lustre ha dado a las letras mexicanas y de su entidad natal, a la escena nacional. Inaugurado escasos meses después, en marzo del año siguiente, el desde entonces llamado Teatro “Rafael Solana” se convirtió en uno de los espacios más vivos y redituables del Centro, en un referente de la vida escénica de esa hermosa zona de la ciudad.

Para evitar que cualquier cambio político o administrativo pudiera alterar o interfiriera en la operatividad del CCV y de sus espacios, se creó un patronato independiente y autónomo, integrado por personalidades con solvencia moral para supervisar y autorizar decisiones concernientes a su administración. Se trataba, entonces, de evitar cualquier posible opacidad o mal manejo, albitrariedades de grupo o personales, atropellos o excesos, siempre en beneficio del Centro y de sus actividades a favor de la promoción y la difusión del tan rico como variado acervo cultural del estado.

Honrando a quien honor merece, y entre otros muchos tributos, como el montaje de su exitosa comedia Debiera haber obispas, en ese más que simbólico espacio presentamos el citado libro en ambas ocasiones, con mensajes especialmente conmovedores, recuerdo, de los también ya tristemente desaparecidos René Avilés Fabila y Víctor Hugo Rascón Banda, y de Beatriz Pagés Rebollar  y la entonces rectora ––ya en 2015–– de la UV Sara Ladrón de Guevara. Para tan especial efeméride se develó una placa que la propia UV ofreció en su honor y la familia del homenajeado obsequió un muy hermoso retrata suyo que desde entonces estuvo también como distintivo.

Aquí viene ese primer atropello en un mundo absurdo que pareciera al revés. Enquistada aquí como administradora desde hace más o menos quince años, no sólo con la anuencia sino incluso la omisión de la actual junta directiva y de su presidente Julián Sánchez Cortázar, la primero contadora y después directora Lidia Marmolejo Carrión ha venido realizando toda clase de abusos. El más grave de ellos ha sido, en un acto de torpeza y de total ignorancia, precisamente quitar, por sus pistolas y sin intervencion de autoridad alguna que la frene, el nombre de la marquesina y los otros mencionados alusivos rememorando a tan ilustre personaje veracruzano. Esta señora ha hecho y deshecho a su antojo, en donde pareciera tierra de nadie, porque no ha habido nadie que la llame a rendir cuentas o le ponga freno, porque el mencionado patronato y su presidente han brillado por su ausencia.

El otro atropello en cuestión tiene que ver con mi compañera de vida Susana Rodríguez Cervantes, mujer de una pieza, inteligente, talentosa, creativa, siempre solidaria. Soy testigo presencial de la trayectoria intachable que ha construido como comunicadora y periodista, como productora que empezó su exitosa carrera en Televisa siendo muy joven. Si bien no acostumbro ocuparme de este ámbito, lo hago en esta ocasión por tratarse precisamente de ella, en quien ahora ha caído la afrenta de una muy nociva práctica que por desgracia sigue estando a la orden del día en ese y en otros quehaceres, el plagio o robo de ideas.

Aquí la cronología de los hechos, a grosso modo: en mayo del 2023 presentó en Televisa San Angel su propuesta de programa “De la misma madera. El ADN de los famosos”, reality musical que vi nacer y desarrollarse, y que previamente registramos ante el Instituto Mexicano de la Propiedad Intelectual, porque es algo que siempre debe hacerse, a sabiendas de que por desgracia la oprobiosa práctica del plagio o el robo de ideas sigue presentándose en este y otros ámbitos donde la creatividad está a expesas de cínicos ladrones que acostumbran ufanarse con sombrero ajeno.

Proyecto novedoso en su modalidad, proponía involucrar a hijos de cantantes famosos y a sus padres que compartirían sus historias de vida y competirían en el canto y en otras destrezas. Había oído que quien presidiría esa reunión, Mariana Vargas, Directora de Entretenimiento y por quien irremediablemente tienen que pasar las propuestas, cojeaba del mal endémico arriba señalado; pero no había de otra y fue con todo y demo a explicárselos. Les gustó tanto a todos los asistentes a esa reunión, incluida la susodicha, que le dijeron que lo propondrían para su programación a los directivos de Univisión en Estados Unidos y de Televisa en México. Un mes después la asistente de la propia Vargas le mandó un correo diciéndole que si bien  les había encantado, por el momento no les era posible llevarlo a cabo. Conscientes de la valía de la propuesta, existía todavía la fe de que más tarde la llamaran para concretarlo, y de que los rumores en torno a la susodicha solo fueran eso, puros rumores. ¡Desgraciadamente, no fue así!

¨Cuando el río suena, es porque piedras lleva”, como anuncia la sabía popular, y por desgracia el robo “a mano armada” se consumó. Por un periodista de espectáculos nos enteramos meses después, ya en este año, que el ahora llamado “Juego de Voces. De tal palo, tal astilla” iría al aire en este mes de abril, y aunque se trata de la misma burra un poco revolcada,  la mencionada plagiaria había hecho otra vez de las suyas, con la anuencia de su jefa, la colombiana Andrea Marulanda, Directora Gereral de Entretenimiento Televisa-Univisión. Desgraciadamente la Ley de Derechos de Autor tiene todavía muchas omisiones y lagunas que los ladrones cínicos y amorales saben sortaer y aprovechar en su beneficio. Indignada por esta situación, decidió mandar una lúcida, valiente y minuciosa carta a los altos ejecutivos de la empresa, donde expone de manera pormenorizada el curso de los acontecimientos con una muy clara línea del tiempo, como decimos los periodistas, y hasta el momeno no ha recibido la más mínima respuesta formal.

No sé si las autoridades de la televisora sepan del modus operandi de la citada plagiaria y de la omisión ––quien calla, otorga–– de su jefa enterada de al menos este caso de evidente abuso de autoridad y de conflicto de intereses. Como en los incidentes de acoso sexual laboral, quiero suponer que otros creativos y testigos presenciales de tan lamentable práctica no hablan por miedo a perder su empleo, por temor a ser señalados, porque en un mundo absurdo y de valores trastocados todo pareciera permitirse y ser posible. Ante casos de burdo plagio como este, no hay peor sordo que quien no quiere oír ni peor ciego que quien no quiere ver. El aquí presta nombres de Marcelo Estupini firma este reality ––¡hazme favor el descaro!–– como autor de la idea original, pero la susodicha plagiaria y él mismo saben, como la misma Andrea Marulanda y otros muchos enterados de este y otros eventos de robo ante lso cuales se hacen de la vista gorda, que están solapando una práctica a todas luces mezquina e inmoral. ¡Ojalá las autoridades de Televisa y de Univisión tomaran cartas en el asunto!