Después de una exitosa carrera como publicista, James Holding (Pensilvania, 27 de abril de 1907-29 de marzo de 1997) se entregó a la literatura. Su poesía le valió un par de premios, escribió novela juvenil y finalmente optó por el relato policiaco. Fue uno de los autores detrás del seudónimo Ellery Queen, para el que escribió 160 relatos. También colaboró, entre otras revistas de misterio, en la de Alfred Hitchcock. Transcribo las primeras líneas de “Diagnóstico: muerte”, traducido por Salvador Bordoy Luque, para Aguilar.

Eran las nueve y media de una calurosa y fragante noche del mes de junio cuando ella detuvo su Falcon ante el número 421 de Waverley Drive y se apeó lentamente del coche. Miró a derecha e izquierda de la sombreada avenida de árboles donde se encontraba la casa y no vio a nadie.

Observó que las otras casas estaban lo suficientemente alejadas para no violar la intimidad ni la tranquilidad del número 421. Y tuvo como una vaga impresión de que tal circunstancia era un buen augurio. Sosteniendo apretadamente su bolso y sus guantes de lana blancos con la mano izquierda, se introdujo titubeante en el sendero enlosado y pasó por delante del cartel, escrito en discretas letras luminosas, que anunciaba: “Dr. ELIJAH TURNER, Medicina general”.

Observó que una de las habitaciones de uno de los pisos estaba iluminada y vio una sombra perfilarse detrás de las corridas cortinas.

Cuando alcanzó el timbre de la puerta, dio un suspiro de alivio.

El médico estaba en casa.

Sin embargo, tendría que apretar por tres veces el botón del timbre antes de que él respondiera y acudiese a su llamada.

“Y aun entonces, quizá no me preste atención, a menos que se haya dado cuenta de que he visto la luz y estoy segura de que hay alguien en la casa”, pensó, intranquila.

Cuando, al fin, él se decidió a responder a sus insistentes timbrazos, encendió la lámpara que estaba encima de la puerta de entrada, entreabrió ligeramente la hoja y examinó a la muchacha que estaba en el umbral.

Se hallaba en mangas de camisa, según se dio cuenta la joven, una camisa blanca de sport, con el cuello abierto, debido al calor desacostumbrado de la estación.

–¿Qué desea, por favor? –le preguntó con voz tranquila.

–¿El doctor Turner? –preguntó a su vez la muchacha, tímidamente. Una amiga de Summerside me sugirió que viniese a verle.

El abrió un poco más la puerta.

–¿Viene usted de otra ciudad? ¡Cuánto lo siento! Me temo que haya hecho el viaje en balde. No es hora de consulta, ¿comprende usted?, y además…

El rápido destello de inquietud, casi de pánico, que observó en los ojos de ella hizo que se interrumpiera en mitad de la frase.

Se trataba de una joven bonita y elegantemente vestida, y era evidente que necesitaba desesperadamente al médico para algo vital.

–¡Por favor, doctor! –suplicó la muchacha, dando en su ansiedad un paso involuntario hacia adelante, lo que obligó al hombre a retroceder un poco. ¡Tengo que hablarle! ¡Es preciso!… ¡Es terriblemente importante!

–Bien –respondió él de mala gana. Pero sólo unos minutos. Pase.

La condujo al gabinete de consulta, que daba al vestíbulo; encendió las luces al entrar y le señaló un sillón.

–Siéntese –le dijo con amabilidad.

La muchacha se sentó con las rodillas apretadas una contra otra y completamente erguida. Su bolso y sus guantes permanecieron sobre su falda […]

 

Novedades en la mesa

La nueva novela de la estadounidense Rebecca Mikkai, Tengo algunas preguntas para usted (traducción de Aurora Echevarría para Sexto Piso) es un adictivo relato de suspenso.