En países de la periferia, la coyuntura mundial y la política exterior son analizadas por personas con diferentes formaciones profesionales. Ello es así porque ambas tienen elementos diversos, entre otros, políticos, jurídicos, económicos, históricos, culturales y científico-tecnológicos. No obstante, tales análisis no son de relaciones internacionales, porque quienes los realizan no siempre cuentan con las herramientas metodológicas de esta disciplina académica. En abono a su autoridad, es probable que algunos invoquen estar calificados porque tienen información y conocen la política exterior de Estados Unidos, y que con eso basta. Sin embargo, esto es limitado y alerta sobre la pertinencia de remontar la práctica del comentario fácil y de avanzar en la descolonización del pensamiento de los verdaderos internacionalistas del sur global. Para ello es menenster desarrollar referentes teóricos originales que respondan a la visión, necesidades y aspiraciones políticas y de seguridad del espacio periférico. Hoy por hoy, no hay avances en esa línea.

La reflexión viene a colación porque, con la salvedad de naciones que definen su interés nacional en términos de poder y cuentan con teorías propias para alcanzar sus objetivos, la mayoría de los países visualizan la política mundial con criterios de convivencia, en los mejores términos posibles, con la compleja realidad global. Como resultado, estos mismos países despliegan políticas exteriores esencialmente acomodaticias, ideologizadas, reactivas y con poca autoridad, con la honrosa excepción de aquellos que tienen prestigio por su observancia del Derecho Internacional. Así sucede debido a que el sistema liberal vigente desde 1945 fue concebido por las potencias, no está amenazado medularmente y sirve como válvula de escape a las naciones de la periferia, que lo utilizan para presentar sus aspiraciones en los foros multilaterales a través de un agenda siempre coyuntural.

A falta de marcos teóricos propios, aunque de la mano de reflexiones atlánticas y anglosajonas, lo que sí hay son términos novedosos para definir los criterios adoptados por muchos países para el análisis internacional y el diseño de su política exterior. Por un lado está el “Bandwagonig” (Dylan Motin; 2024) según el cual los estados no poderosos buscan alianzas para fortalecer su seguridad con potencias con las que comparten valores, incluso con independencia de su ideología o tipo de gobierno. Existe también el “Hedging” (Kuik Cheng-Chwee Publications, 2008-2023), es decir, una conducta de los estados de la periferia que les da seguridad sin tomar partido entre potencias, que les permite sumar esfuerzos para contrarrestar riesgos y que estimula la diversificación de sus contactos para tener opciones ante escenarios de conflicto. Con ello en mente, es oportuno que la academia proponga nuevos enfoques teóricos para el estudio científico y el análisis de las relaciones internacionales y la política exterior de las naciones del sur global.

El autor es internacionalista y Doctor en Ciencias Políticas.