Retos gigantescos ha tenido la candidata de la coalición opositora a la presidencia. Con explicables razones, Xóchitl Gálvez Ruiz ha concentrado la atención de una Nación dividida por “decreto” del inquilino de Palacio Nacional, entre quienes muestran sus convicciones a favor de la propuesta de la reinstauración del régimen presidencial sin controles orgánicos ni democráticos, y quienes asumen que el sistema de frenos y contrapesos en un clima de pluralidad, entendimientos y acuerdos sirve más a la convivencia armónica y al desarrollo político, económico, social y cultural del país.

Para el primer grupo es el mayor obstáculo a la mejoría social del modelo que les entrega periódicamente dinero de la hacienda pública, porque así la pinta la propaganda del régimen; para el segundo es la mayor esperanza para frenar la concentración de poder y el populismo autoritario.

En el juego de imperar al fragmentar a las oposiciones a la fuerza con la mayor densidad, los partidos de tres tradiciones-trayectorias históricas (PRI, PAN y PRD), que en principio resultarían no conciliables, percibieron la amenaza para la sobrevivencia de quienes no se suman a la hegemonía en formación, y encontraron en la alianza la posibilidad de preservarse y continuar. Serán los beneficiarios del esfuerzo de la candidata ciudadana, arropada por el PAN y por el PRD para sus postulaciones anteriores a cargos de elección popular.

La lógica primaria de la división de esas tres oposiciones no pervivió; en la dicotomía y por la trayectoria del partido en el gobierno y su aspiración por prolongarse hasta haber “transformado” a México, se hizo presente su amalgama inicial.

Otra fuerza juega al fracaso de la coalición opositora y es funcional a la planeación del presidente de la República para que quienes no coinciden con su visión y no lo respaldan, dividan los sufragios en contra de Morena y sus candidaturas, buscándose que el segmento de votación más numeroso permanezca con la oferta de continuidad.

Llegamos al segundo debate de quienes compiten por el poder ejecutivo (21.04,2024) con esos antecedentes y otros. Uno obvio: la candidata de la coalición opositora fue, en general, mal evaluada por su desempeño en el primer debate y reconstruida su actuación en las redes del post-debate.

Otros riesgosamente normalizados por la ciudadanía: la competencia electoral se da en condiciones abrumadoras de ausencia de equidad, y la delincuencia más peligrosa y violenta con la imposición de metas y ritmos a los comicios municipales -y por ende a todos los concurrentes-. En general las condiciones para la elección acorde a los principios democráticos están severamente erosionadas. La auténtica libertad para el sufragio pasivo y activo está -en gran medida- conculcada: precampaña adelantada, aunque la coalición opositora lo convalidó por razones pragmáticas (exigir cumplir la ley y lograrlo es más incierto que incumplirla); dominio y abuso de los medios públicos de comunicación social; gasto desmedido para presentar y buscar el posicionamiento de la candidatura oficial en un torneo simulado; órganos electorales debilitados por el Gobierno Federal para su beneficio, e incumplimiento descarado del deber de imparcialidad y neutralidad en la actuación pública. No que la gestión hable, sino que no se hable de la gestión para descalificar la crítica por presuntas razones “ideológicas”, no con información de los resultados y la eficiencia de la actuación.

Nuevamente no hubo debate o sólo por un breve momento; es decir, no se planteó una idea o una meta pública para contrastar argumentos, compromisos, sustentaciones, métodos e instrumentos a fin de persuadir sobre la pertinencia de realizar algo, la manera de hacerlo, la proyección de los resultados que se obtendrían y, sobre todo, convencer a la persona electora para votar en favor de quien así se ha expresado.

Tuvimos una modalidad diferente de la multi-entrevista sucesiva a las personas candidatas, y mucho espectáculo basado en la agresión, la descalificación y la ofensa. ¿Algo bueno podrá dejarnos la diatriba de “señora de las mentiras” o la imputación de “narco candidata”? Tampoco deja nada el insulto de “corrupta”. Se llega lejos y no se aprecia la madurez para después del 2 de junio.

Hasta ahora en este proceso, el INE ha renunciado a organizar un verdadero debate. Se presumió por las candidatas que hicieron sugerencias sobre el formato y su atención. Sería bueno saber si esos ajustes tomaron en cuenta el interés de la ciudadanía por hacer del instrumento un escenario para pulsar conocimientos, capacidades, cualidades, carácter, temperamento y habilidad para conducir a la sociedad a estadios mejores.

Percibo dos vertientes de confusión, pero que gustan y son defendidas en diversos cuarteles: el uso del tiempo para atacar y la exposición de propuestas, incluso como excluyentes. En vez de debatir sobre ideas para dirigir, golpear; en vez de debatir sobre qué, porqué y cómo hacerlo, enunciar cuestiones que se desean realizar. Enfatizo; se puede hacer tambalear al adversario en el debate y se puede afirmar un planteamiento y su viabilidad en el debate, pero agredirlo verbalmente con vehemencia e insistencia no es discutir ideas y cómo llevarlas a la práctica; y enunciar planes y programas para pedir el voto es válido en el discurso del acto público, pero no en un debate, porque falta decir por qué la propuesta de otras opciones no es viable o no funciona. Valga, aquí, reconocer el destello cuando se habló de almacenar agua en Texcoco para la zona metropolitana de la Ciudad de México, y se atajó con la inviabilidad de ello por la salinidad del vaso lacustre.

Una golondrina no hace verano. No hay debate; no se propicia; tampoco esgrima. Hay golpes para denostar y exposiciones para proponer, a sabiendas de la amplia audiencia.

Cada quien habla para quienes sienten son sus simpatizantes, con la esperanza de llegar a quien no tiene compromiso formado. Por el contraste con su desempeño en el primer encuentro, Xóchitl Gálvez aparece ahora mejor evaluada. Alcanza para imbuir ánimo a partidarios y simpatizantes, pero no remedia la ausencia de equidad en el proceso ni la soledad de una candidatura sin la red de otras y su acción ideal en el territorio. Y las diatribas y el insulto habrá que medirlos no en posibles votos conquistados, sino en el alto nivel de negativos que genera. Habrá otra oportunidad para la ciudadanía. Strike two.