Con la celebración del Día Internacional del Libro coincidió, en la Feria del Libro y la Rosa, la presentación de un volumen colectivo acerca de los libros y la lectura, Leer o no leer. ¡Ésa es la ilusión! (Fondo Blanco Editorial) con textos de 13 autores, entre ellos el de Camilo Ayala Ochoa, “Pavesas de lectura”, del que transcribo unos fragmentos.

“En mayo de 2009, en el periódico español El País apareció el artículo “El momento crucial, el futuro de la prensa”, de John Carlin en el que el autor reflexionaba que jamás ha habido una mejor época como la presente para hacer periodismo escrito y nunca una peor para ganarse la vida ejerciéndolo. En el mundo del libro pasa lo mismo. Nunca hubo tantas oportunidades para escribir y publicar y, sin embargo, cada vez es más difícil ser leído o que los autores se ganen la vida escribiendo […] ¿quién puede preferir comprar libros a comprar ropa? Casi nadie. ¿Una librería o una biblioteca pueden ser más atractivas que el baile? No. Tener un coche más o menos nuevo parece hacer más felices a las personas. Incluso existen vendedores de libros y directores de publicaciones que no leen libros, ni los hojean, ni les importa.

“A pesar de todo, existe la gente de libros. Hay autores favoritos, son escritores cuyos libros uno compra sin pensarlo dos veces, sin leer la solapa, sin ver el precio. Muchos lectores compartirán conmigo el nombre del italiano Umberto Eco entre sus preferidos. Basta con mencionar sus títulos, El nombre de la rosa, El péndulo de Foucault y La isla del día de antes para darle un lugar de preeminencia en la literatura universal. No sólo escribía muy bien, sino que era una referencia en el mundo intelectual, alguien que reflexiona profunda y responsablemente su mundo y su tiempo.

“Eco presentó la novela El cementerio de Praga en la que, según una carta dirigida a sus lectores, estaba dirigida a dos tipos de personas: los que ignoran la historia y la literatura decimonónicas y se han tomado en serio a Dan Brown y quienes saben o intuyen que cuenta cosas que de verdad ocurrieron y de pronto notan gotas de sudor en la frente y se giran para ver si hay alguien a sus espaldas. En una entrevista, después de la presentación declaró en tono de broma que era “optimista sobre el futuro de los libros; sobre el futuro de los hombres, no”. Para él, la prensa escrita “está afrontando una crisis de identidad y de legitimación en todo el mundo; pero no creo que la gente acabe leyendo noticias sólo en internet, porque, como decía Hegel, la lectura diaria de la prensa es la plegaria del hombre moderno”. Pero, cuando se pesan esas palabras, quizá se llegue a una coincidencia con ellas. Se ha escrito mucho de la muerte del libro y del advenimiento de una cultura escrita transmitida por medios electrónicos, pero lo que no está claro es que la humanidad persista. No se trata de dar credibilidad a los mensajes apocalípticos, sino de señalar la cada vez más evidente deshumanización de la humanidad.

“Ante este panorama, la salida es la lectura. Entrar a una librería o una biblioteca, repasar los anaqueles de nuestras casas, retomar los libros que se han dejado a medias, recomendar títulos, compartir obras, regalar libros, perderse en el papel de las páginas no son ahora acciones que representen una evasión del mundo, sino son la reconstrucción del mundo”.

 

Novedades en la mesa

La más reciente novela de la cubana Zoé Valdés, En la Habana nunca hace frío, editada por Emecé.