Tuvieron que pasar 200 años, 65 hombres en la silla del águila, 71 años del reconocimiento del derecho al voto de la mujer en nuestro país y muchas luchas, muchas reformas, muchas reglas y fórmulas para que en este 2024 podamos decir: ¡México tiene una (virtual) PRESIDENTA electa! Claudia Sheinbaum Pardo, se convertirá en la primera mujer PRESIDENTA, resultando electa con el mayor número de votos en la historia de nuestro país, superando incluso a AMLO en 2018.
Es además la primera mujer en Norteamérica en llegar a la presidencia y en América Latina se suma a la lista de las tan solo 15 mujeres que han liderado sus países. Se suma además a las tres presidentas que actualmente hay en la región: Xiomara Castro en Honduras, Dina Boluarte en Perú y Christine Kangaloo en Trinidad y Tobago.
Que llegue una mujer a la presidencia de México, nuestro inmenso, basto y diverso país, es sin duda un hito histórico, es en sí mismo un hecho emocionante y que inspira. No es un tema de género pero es simbólicamente relevante. Y es una conquista de la lucha por la paridad, esa lucha que lleva más de 40 años, que nos ha llevado de las cuotas, a los mandatos de paridad; de los caprichos o concesiones graciosas al respeto efectivo de los derechos de participación política de las mujeres. Se dice fácil, pero no lo es y sin duda estar hoy aquí no ha sido fácil.
Al respecto, vale la pena recordar, que, el mandato de paridad en todo, es parte de la Constitución Federal desde 2019; lo que implica entre otras cosas que existe el mandato constitucional y legal de aplicar la paridad entre los géneros en la postulación de las candidaturas para todos los cargos de elección popular y lograr el acceso real y efectivo de esas mujeres a los cargos públicos. Incluidas las candidatas presidenciales de este 2024, el número de mujeres que han sido postuladas como candidatas a la Presidencia de la República es tan reducido que hay que nombrarlas a todas para reconocerles el mérito de fisurar techos de cristal, mover conciencias y pavimentar el camino para todas nosotras, quienes las seguimos y para las que vienen detrás de nosotros.
Estas mujeres son: Rosario Ibarra de Piedra (candidata en dos ocasiones 1982 y 1988), Cecilia Soto González (1994), Marcela Lombardo Otero (1994), Patricia Mercado Castro (2006), Josefina Vázquez Mota (2012), Margarita Zavala (2018); a ellas, a estas seis mujeres se le sumaron en este 2024 las dos candidatas presidenciales Bertha Xóchitl Gálvez Ruiz y Claudia Sheinbaum Pardo, virtual presidenta electa de nuestro país.
Esto que se dice y escribe fácil no es irrelevante, si tomamos en cuenta que según cifras oficiales, desde 1953 (año en que se reconoció a las mujeres el derecho a votar y ser votadas) hasta 2023 se habían elegido 360 personas para desempeñarse como titulares de los Poderes Ejecutivos Locales, siendo el 98 por ciento hombres y tan solo el 2 por ciento mujeres. Esto es, en la historia de México hasta 2018 solo nueve mujeres habían ocupado el cargo de gobernadora durante distintos periodos en siete entidades: Tlaxcala, Colima, Yucatán, Zacatecas, Sonora, Puebla y Ciudad de México. Siendo Griselda Álvarez Ponce de León (Colima 1979-1985) la primera gobernadora electa más de 20 años después de que se reconociera a las mujeres el derecho al sufragio.
Y sin embargo, ahora, como resultado del proceso electoral de 2024, trece mujeres encabezarán los gobiernos estatales en: CDMX, Aguascalientes, Baja California, Campeche, Colima, Chihuahua, Guerrero, Guanajuato, Morelos, Tlaxcala, Veracruz, Quintana Roo y el Estado De México. Estamos a tres gubernaturas de alcanzar la paridad.
Otro dato relevante es que, como resultado de este proceso electoral, el más grande de la historia de México, más de 10,000 cargos de elección popular serán ocupados por mujeres; así, a partir de este 2024 no solo tendremos PRESIDENTA, tendremos también jefa de gobierno de la CDMX, gobernadoras, diputadas federales, senadoras, diputadas locales, alcaldesas, presidentas municipales, síndicas y regidoras a todo lo largo y ancho del país. Y eso cuenta y cuenta mucho.
Es por todo lo anterior, en mi opinión con la llegada de Claudia Sheinbaum Pardo a la presidencia, se empezarán a escribir nuevas páginas en la historia de nuestro país e idealmente nuevos tiempos nos esperan a las mujeres. Claro que nada de esto sucederá en automático y se requiere una verdadera convicción de gobernar con perspectiva de género.
La contundencia del resultado electoral, del apoyo ciudadano con el que llega a la silla presidencial, manda un claro mensaje a los partidos del pasado: son eso, el pasado. Ojalá que sus dirigentes, y todos aquellos que desde su privilegio partidista se acomodaron en las listas plurinominales para llegar en automático al Congreso de la Unión entiendan al mensaje, se gobiernen y recuperen la capacidad de hacer política.
Lo que ha quedado claro es que los liderazgos patriarcales, verticales y unilaterales de personajes como Marko Cortés o Alito han demostrado que son nefastos, que no conectan y que la ciudadanía simple y sencillamente no les cree absolutamente nada. Xóchitl Gálvez sin duda es una gran mujer, y de grandes convicciones; y pudo haber sido una gran candidata, pero los lideres de los partidos que la postularon mandaban un mensaje de incoherencia y modos rancios de actuar que explican el resultado electoral. La ciudadanía no confió en lo que evidentemente es ¡más de lo mismo!, las mismas formas, las mismas caras, los mismos modos.
Quienes se nieguen a ver esta realidad, deben hacer un alto en el camino y revisar por ejemplo los nombres de quienes acompañaban ese supuesto proyecto ciudadano, autodefinido como la única oposición, ahí están los mismos de siempre, los que como Ricardo Anaya estuvieron fuera de México todo el sexenio y regresaran al Senado desde la comodidad del fuero y el privilegio; o los dirigentes del PAN del PRI y del PRD que con absoluto desparpajo se colocaron en el primer lugar de la lista plurinominal; o personajes de la política directamente responsables por acción u omisión de la militarización del país, que no entienden que no entienden nada y también llegan desde la comodidad de una lista, a la cámara de diputados.
Es fácil criticar a Movimiento Ciudadano desde esos acuerdos cupulares, pero me parece que algo que si logró MC, tanto en el 2018, como en el 2021 y en este 2024 fue abrir sus filas a perfiles con experiencia política y con agenda como Patricia Mercado o Marta Tagle; o perfiles verdaderamente ciudadanos que no han estado en la política y no militan en ningún partido, para contender por un cargo público, como Macarena Velasco, Sofía Provencio, Aura Eréndira Martínez, Fernanda Robles, La China Mai, y un amplio etcétera. A todas ellas mi reconocimiento y admiración.
Derivado de este contundente resultado electoral, la presidenta de México, contará con el respaldo de mayorías o mayorías absolutas tanto en el Congreso de la Unión, como en 24 entidades federativas incluidos los ejecutivos locales. El electorado así lo resolvió. Y claramente hay enormes riesgos aparejados al “carro completo” pues a todo gobernante le conviene una oposición fuerte; sin embargo, puede ser un buen mensaje que la llegada de la primera mujer a la presidencia sea acompañada de poder, que no llegue debilitada. Un poder que se espera ejerza con un liderazgo fuerte y tal y como lo ha dicho ella misma para todas y todos los mexicanos.
La llegada de Claudia Sheinbaum es un hito histórico, pero la sola llegada de mujeres al poder no significa que haya disminuido ni el poder ni el pacto patriarcal. Es tiempo ya de otros liderazgos. Es tiempo de mujeres a cargo, pero sobre todo es tiempo de mujeres con agenda de género que apoyen políticas públicas que permitan que las mujeres se desarrollen en un plano de igualdad con los hombres. Más mujeres en el poder, con poder para transformar la vida de las mujeres.
Habrá tiempo y lo haré en este mismo espacio, para hablar de políticas públicas con perspectiva de género, hoy sin embargo, me quedo con la certeza de que cada paso que hemos dado las mujeres por luchar, procurar, nutrir nuestro derecho a elegir y ser electas, ha valido la pena. ¡Habemus Presidenta!
***Y para quienes insisten absurdamente en no nombrarla PRESIDENTA (por aquello de la “corrección del lenguaje”) existen suficientes razones para sostener por qué se dice y se escribe PRESIDENTA si hablamos de una persona que se identifica con el género femenino, como es el caso de Claudia Sheinbaum. Aludiré simplemente a las reglas del lenguaje; y presidenta es un sustantivo variable en cuanto al género: tiene una terminación para el masculino (presidente) y otra para el femenino (PRESIDENTA). Y el 1º de octubre protestará guardar y hacer guardar la Constitución y las leyes que de ella emanen, la primera PRESIDENTA de México.

