La victoria de la ultra derecha en la primera vuelta de las legislativas en Francia, donde obtuvo su partido Agrupación Nacional de Marine Le Pen el 33por ciento con unos 297 diputados, por 28 por ciento para el Nuevo Frente Popular con 159 diputados y la Alianza de Macron un 22 por ciento, 70 diputados, la oleada derechista a nivel mundial se consolida, con la excepción de la probable victoria el jueves 4 de julio de los Laboristas en Reino Unido y según los parámetros de uso común , en las victorias de las izquierdas hay que incluir a MORENA en México con el 58,3 por ciento.
He aquí la cuestión, ¿qué significa hoy la denominación de derecha y de izquierda?
Nunca ayuda para entender la realidad, una visión cerrada que no aprecie los matices.
Aunque he sostenido que la política aplicada por el presidente AMLO ha sido antipopular, no es lo mismo que en Francia triunfé la ultra derecha y en México MORENA obtenga casi un 60 por ciento.
Mientras en Francia los electores franceses votaron por una opción abiertamente ultra derechista, basada en una postura ultra nacionalista, enemiga de los migrantes mediante la cual le arrebataron los antiguos bastiones a las izquierdas en los barrios que tradicionalmente votaban por los comunistas y los socialistas, algo semejante ocurrió en Italia y en Argentina; en México los electores de MORENA votan por la izquierda, aunque sus políticas sean tan derechistas como la de Le Pen.

En suma, estamos viviendo a nivel planetario un viraje a la derecha e incluso a la ultraderecha, ya sea abiertamente como los casos antes mencionados o de manera esquizofrénica como en México.
Por lo tanto, a mí me parece que las viejas coordenadas derecha e izquierda, son anacrónicas.
Más que ubicarnos en relación a las “etiquetas”, es necesario examinar las políticas que aplican.
Salvo una extraña visión esquizofrénica o abiertamente fanática, casi religiosa, no hay manera de decir que es de izquierda, un gobierno militarista, que persigue de manera incluso criminal a los migrantes, engaña a las víctimas de Ayotzinapa, la Guerra Sucia y a los estudiantes asesinados en Tlatelolco y San Cosme y defiende a los militares a los que considera “inocentes”, sin entrar, ahora y aquí, a reseñar toda su política ante el COVID, la destrucción de la selva y la impunidad ante los cientos de miles de muertos ocurridos en el sexenio que está concluyendo.
En otros textos hemos intentado explicar el fenómeno de desaparición de las izquierdas independientes que fueron absorbidas, tragadas, engullidas por la izquierda de la revolución mexicana, específicamente en el Libro Las dos izquierdas. Lo que nunca se contó sobre la izquierda mexicana. De Jorge G Castañeda y Joel Ortega Juárez Grijalbo 2024, ahora se trata de cuestionar la validez del término mismo de izquierda.
Al menos en mi caso, no me asocio más a una izquierda, que causó la muerte de millones de personas en el antiguo socialismo soviético, no me refiero solo al de la URSS sino al del centro y este de Europa, a los Balcanes y al de la China Popular, Mongolia, Vietnam, Laos, Camboya, los de África como Angola, Mozambique, Cabo Verde y otros “experimentos” socialistas como Libia y en el medio oriente como Siria. Además de las tragedias de Cuba, Nicaragua, Venezuela y los supuestos Países del socialismo del Siglo XXI como Bolivia y Ecuador.
Todo el modelo socialista gobernado por los Partidos Comunistas fracasó. Convirtió la utopía en pesadilla.
La memoria histórica que se acumuló a lo largo del Siglo XX, sobre todo en las sociedades europeas y paradójica y tristemente en los trabajadores, de rechazo a un sistema dictatorial y con niveles de bienestar muy por debajo del capitalismo occidental, es lo que está detrás de los triunfos de la derecha en Europa.
También en nuestro continente hay un rechazo a las dictaduras de Cuba, Venezuela y Nicaragua, que se expresa, “votando con los pies”, con el éxodo de millones que huyen ilusamente hacia los Estados Unidos en busca del “sueño americano” que es otra estafa.
Por supuesto que el fracaso del socialismo y el comunismo que se derrumbó, simbólicamente, con la caída del Muro, no significa que el capitalismo sea la solución.
El capitalismo está destruyendo al planeta y ha agudizado la desigualdad, la explotación sin haber dejado de promover las guerras “calientes” cada vez más salvajes en todo el mundo, como el actual genocidio en Palestina.
Todo ese panorama y el surgimiento de fenómenos insólitos, son un desafío para la elaboración de nuevos paradigmas.
Lo jóvenes están alejados de las viejas ideologías, de los partidos convertidos en bazares y de una clase política mundial convertida en una casta al servicio de los grandes capitales.
Seguramente la anomalía mexicana que significa la hegemonía de la vieja izquierda de la revolución mexicana va producir estragos y retrocesos en el país.
De esa naturaleza son las 20 reformas el presidente AMLO y la presidenta Claudia Sheinbaum.
Lamentablemente la supuesta oposición derrotada contundentemente el 2 de junio, alberga en su interior a partidos, facciones, grupos y personajes tan o en algunos casos más nefastos que los de la coalición gobernante. Al grado que el PRI está prácticamente absorbido por MORENA y cada día esa absorción se replica en el PAN.
Los intentos de viejos burócratas, disfrazados de “sociedad civil” para construir un adefesio político, demuestran que no entendieron absolutamente nada de lo que significó la derrota a manos de MORENA.
