En Migas en el camino editado por la Universidad de Aguascalientes en su serie De Libros (2024), Camilo Ayala Ochoa reúne una serie de textos con curiosidades en torno al libro y la lectura. De entre ellos transcribo las primeras líneas de “Libros en blanco”.
En su entrañable obra Tocar los libros, el escritor español Jesús Marchamalo nos comenta que en la Rusia del tiempo de Catalina la Grande, un comerciante se hizo rico vendiendo a la aristocracia hileras de libros bellamente encuadernados que contenían papel desechado o en blanco. Las bibliotecas de ornamento no sólo eran uniformes sino que ofrecían a sus propietarios reflejar una vida culta sin tenerla.
En el cuento Eximente de Emilia Pardo Bazán tenemos a un aficionado a las encuadernaciones, que arranca cuidadosamente lo impreso y guarda la tapa, formando una soberbia biblioteca de forros de libros. Son libros sin cuerpo, sepulcros sin cadáver, tumbas vacías, cenotafios. Es posible usar esas imágenes como metáforas de quien sabe leer y no lo hace o de quien estudia descuidadamente; sin embargo, algunos libros han sido concebidos en blanco.
En el relato “Un día en el diario de un escritor imaginario”, del libro Manuscrito anónimo llamado consigna idiota de Humberto Guzmán, el protagonista despierta en la madrugada con una frase en la mente: “Mi mirada, un tiempo que no ha sido ni será pero que tampoco es”. La anota y vuelve a dormirse para levantarse fascinado con la idea de escribir una novela de gran extensión que no pase del principio, es decir que la palabra del principio fuera también la última. Apunta su ocurrencia y se duerme de nuevo. Esa búsqueda de la obra que no dice nada, vacía de contenido, la tuvo antes Josefina Vicens en El libro vacío donde su personaje sueña con escribir una obra importante y compra dos cuadernos. Uno lo llena de notas e ideas que no puede trasladar al otro para comenzar su libro, porque descubre su escritura insulsa y su vida mediocre.
Un libro de 200 páginas en blanco llamado En lo que todo hombre piensa aparte de sexo del psicólogo inglés Sheridan Simove fue un éxito de ventas en 2011. Esa memez es producto de 39 años de investigación. Pienso que ese libro impreso es muy fiel al manuscrito; y que la versión digital es muy parecida a los ejemplares en papel. Lo digo en broma, pero resulta que hay una versión electrónica que vende Amazon. Imagino al dictaminador con la mente en blanco dando sustanciales recomendaciones que quedaron incorporadas en el texto final. También conjeturo la pantomima del marcaje tipográfico, la corrección de estilo y el cotejo de la obra. El libro no tiene más trabajo que la encuadernación porque sus hojas no están foliadas; pero, por lo mismo, ¿quién puede asegurar que no haya pliegos repetidos o desordenados?
Sería interesante ver la clasificación bibliotecaria de En lo que todo hombre piensa aparte de sexo. Quizá alguien lo solicite para préstamo domiciliario y lo devuelva subrayado. Puede ser que comiencen a surgir reseñas en revistas literarias, que serían espacios en blanco, o que en las presentaciones del libro algunos escritores se queden mudos viendo al público, gesticulen como mimos o, agachando la cabeza, alcen los hombros repetidamente. También cabe preguntarnos, ¿es posible que acusen al autor de plagio?
Comoquiera, encuentro una invitación a la lectura en esas páginas blancas, manchas sin tinta, encuadernaciones falsas, alfabetos inexistentes, sopas de letras Invisibles.