El último día del mes de septiembre termina un sexenio, el del Presidente Andrés Manuel López Obrador, y se inicia otro, el de la Dra. Claudia Sheinbaum Pardo. En este tema, cabe destacar que no es un simple relevo de personas en el gobierno, sino que se apunta a continuar un proyecto de Nación que comenzó a gestarse antes del año 2018. Este proyecto de país tiene la aprobación de la mayor parte de los mexicanos y su continuación es un consenso nacional en todos los sentidos.
El proyecto del presidente López Obrador presenta varias dimensiones, pero su eje central es el de construir un país que sea una Nación y una Nación es un espacio de identidad, de justicia y de una marcha permanente hacia la equidad, también en todos los planos. La propuesta del Presidente fue la de regenerar la vida de los mexicanos para que la dignidad presida nuestra vida en el gobierno y en la sociedad. No ha sido, desde luego, una apuesta fácil ni mucho menos.
La larga historia de un esquema de desarrollo social sustentado en las desigualdades y en la explotación extrema en varios sectores sociales nos llevó a un México contrastante entre los grandes grupos que carecen de todo contra los pequeños sectores sociales que pueden darse todos los lujos, incluso el del desperdicio. Esta realidad es innegable y ha sido aceptada incluso por los propios beneficiarios de aquel México injusto; lo mismo que entre los mexicanos que son profesionales de la reflexión y el análisis de los grandes temas sociales.
Nadie, o muy pocos, han querido o podido refutar lo innegable. Los números de nuestra inequidad han sido vergonzantes y todavía no estamos satisfechos con los avances que se han logrado con esfuerzos que podemos considerar históricos.
Y si no hemos terminado con el grave problema de las desigualdades sociales múltiples, es tiempo y circunstancia para continuar. Por ahora, el instrumento ha sido el recurso público, pero hay señales positivas en el sentido de que hay protagonistas particulares que tienen la disposición de unirse al cumplimiento de la tarea nacional de promover y hacer mejores las acciones por la equidad.
Andrés Manuel López Obrador no solamente llevó a cabo programas sociales que, por supuesto, eran de suma urgencia. En realidad, implementó una política social que incluye la revisión permanente de los salarios mínimos, un proyecto de salud que constituirá un cambio total para los ciudadanos y una educación que llegue a todos los rincones del país. Sin duda alguna, tanto la salud como la educación constituyen dos planos decisivos de la verdadera justicia social. Los programas de salud mantienen la vida y los de naturaleza educativa inevitablemente la mejoran.
El legado del Presidente Andrés Manuel López Obrador es amplio y debe tener la valoración que merece. Seguramente hace falta sentir la emoción de ver llegar un camino, una escuela de enseñanza básica o superior, una clínica del IMSS o del ISSSTE, un programa de vivienda o de servicios a donde nunca antes habían llegado. Sentir esa emoción convoca al reconocimiento.
El legado de López Obrador también es el ejemplo de lo que puede alcanzarse si hay un sentimiento comprometido con la Nación. Su legado es una muestra de que se puede. Para bien de todos: la vara que nos deja está bastante alta.
@Bonifaz49