El próximo 1º de octubre habrá un relevo en la Presidencia de la República. Será un relevo de personas, pero no un cambio de ideas y propuestas para la Nación. Lo esencial, así nos lo ha indicado el actual Presidente, lo mismo que la Dra. Claudia Sheinbaum Pardo. El cambio continúa porque es una propuesta estructural en su operación, histórica en el ánimo de los mexicanos y democrático porque ha surgido de nuestra voluntad como República.
Es una transformación integral y parte del principio en el sentido de que una Nación no se reinventa en cada sexenio. Hay -debe haber- una línea de continuidad que no debe abandonarse, a no ser que se necesite hacer adecuaciones en las formas y en los ritmos de la tarea.
La transformación que se ha iniciado es dentro de un ordenamiento de izquierda, que se refiere al compromiso de las instituciones para con la vida de los sectores menos favorecidos del país. Se trabaja para que el Estado —el gobierno— sea el factor central de la sociedad en el país; es decir, que se ocupe de la economía, de la seguridad, de la educación, de la salud, de la cultura, de las viviendas y de los servicios sociales en general. Por supuesto, se incluye el derecho de los particulares para participar en la economía, en la política y en el suministro de servicios; pero esa participación debe darse en el marco del interés nacional.
El Presidente nos ha dado cuentas claras y los números hablan de la validez del proyecto de la 4T. La impronta de los modelos concentradores del ingreso y del abandono a los sectores menos favorecidos ha comenzado a sentirse menos. Esas tendencias son las que se corresponden con un proyecto de izquierda.
Ser de izquierda hoy es estar atento a los problemas nacionales y promover la discusión libre sobre los mismos. También se incluye ser partidario activo de la democracia complementada con la participación ciudadana en las decisiones. Para la izquierda hoy, la democracia debe ser sustantiva: debe ser un camino para el mejoramiento de las condiciones de vida de la población. La democracia, tal como fue pensada en los años de la Revolución Francesa, debe ser un factor de igualdad.
Ser de izquierda hoy es preocuparse por los asuntos externos después de los internos. El mundo hoy requiere de acciones compartidas para enfrentar la crisis humana de los migrantes, que los mexicanos no conocemos de oídas, sino que lo percibimos de manera directa. También significa preocuparse y ocuparse de nuestro entorno biótico, porque nuestra especie, junto a otras especies del planeta, parecen vivir ya con el tiempo prestado.
Las circunstancias actuales del país y de nuestro entorno internacional convocan a la unidad de intenciones. Afortunadamente, en la continuidad de la transformación que ya se ha iniciado en México, tendremos una protagonista informada y muy crítica respecto al escenario internacional inequitativo —en lo económico, en lo ambiental y en la salud— que nos rodea. En esos términos, la continuidad con un proyecto nacional de cambios es vital para el presente y el futuro del país.
La continuidad de un proyecto de izquierda, con diferentes actores, es esencial para los mexicanos. Ya hemos comenzado a cruzar el río de las transformaciones y ya, a medio cruzarlo, no podemos cambiar de rumbo. Los cambios deben tener continuidad.
X@Bonifaz49


