En sus letras, Octavio Paz refiere que, para los mexicanos que él pensó, las mujeres en el poder son las que se han salido de las reglas establecidas; que, para los hombres de nuestro país, la mujer con poder no puede ser buena mujer, porque las mujeres tienen funciones físicas y culturales muy alejadas de las tareas de gobernar. Octavio Paz, en ese orden, llegaba a la conclusión de que el ascenso de una mujer en cualquier plano de la vida pública en nuestro país era una tarea difícil y, sobre todo, complicada.

Nuestro poeta Nobel afirmaba que, cuando los hombres mexicanos se liberaran de sus fantasmas, de sus complejas improntas, podría haber espacio para un protagonismo distinto de las mujeres en nuestro país: para liberar a las mujeres, es necesario liberar a los hombres antes.

Y bien, a mediados del siglo XX, justamente cuando fue escrito El Laberinto de la Soledad, comenzó a sentirse un cambio cultural en nuestro país. Crecieron otros sectores de la población y el universo educativo y cultural se vio diferente -y fue diferente-. Los mexicanos, hombres y mujeres, comenzaron a pensar distinto y a vivir una vida diferente en todos los planos.

Hacia los años 50 y 60, fuertes movimientos sociales sacudieron al país. Fueron movimientos desde sindicales, artísticos, de trabajadores calificados o profesionistas, de indígenas y principalmente de mujeres.

Los movimientos sociales, siempre acompañados de la participación femenina, impactaron a la sociedad mexicana en su conjunto. Fue un tiempo proclive para el pensamiento y el comportamiento críticos. La crítica llegó a distintas partes y, de manera más notoria, a las universidades. La crítica nutrió al conocimiento y, a su vez, el mayor y mejor conocimiento generó una valoración mayor y mejor de las circunstancias.

De estas luchas, nacieron nuevas generaciones mejor informadas y más participativas, y a ellas pertenece la Dra. Sheinbaum Pardo. Su crítica se sumó a la incipiente defensa del medio ambiente y el combate de la desigualdad social y la falta de libertades.

Hoy, a un par de días de que rinda protesta como la primera mujer presidenta, de México, podemos tener la certeza de que la Dra. Sheinbaum continuará, como en sus años de universitaria, combatiendo las desigualdades, las injusticias y la devastación del medio ambiente. Ella conoce los motivos de nuestros males y con toda seguridad va a enfrentarlos.

Sobre todo, la futura Presidenta Sheinbaum sabe que debemos poner el tema de la vida humana con dignidad al centro de las discusiones. Sabe que, como especie, el ser humano ya vive con los días prestados y que es urgente un activismo general en ese sentido. Si no resolvemos el problema del medio ambiente, ya no deberemos preocuparnos por los demás problemas, porque nuestra especie va a desaparecer y, quien ya no está, no tiene problemas. En esta afirmación no hay ninguna figura literaria: sencillamente es un reconocimiento a la grave realidad. Afortunadamente, la Dra. Claudia Sheinbaum Pardo sabe muy bien cuál es el escenario.

​Los fantasmas que llevaban a los mexicanos por el laberinto han desaparecido, pero existen en alguna parte. Con un apoyo decidido a quien será Presidenta de la República, estaremos en la línea de evitar que esos fantasmas regresen.

X: @Bonifaz49