Sin saber casi nada de las etiquetas izquierda, socialismo, comunista, maoísta, castrista y similares, casi desde niño anduve en algunas luchas y movimientos que se clasifican con alguna de esas etiquetas.
Eso ocurrió por mi contexto familiar. Vivíamos en un barrio popular, con residuos rurales. Al final de mi calle, Mar de Kara había vacas, gallinas e incluso zorros, precisamente a la entrada del callejón de cañitas.
No tenía pedigrí de riquillo, ni de pequeño burgués, mucho menos de padres dueños de centenares de hectáreas.
A unas calles vivía el maestro Othón Salazar, mi mamá era profesora de primaria, desde el principio de la lucha era su seguidora. Recuerdo la asamblea en el sindicato de la Sección IX del SNTE, donde escuché por primera vez a Othón Salazar, era un profesor chaparrito con un discurso parecido al de un pastor protestante, era el año de 1956, yo tenía solamente diez años.
Pocos meses después también estuve en el Congreso de Masas realizado en el Rancho del Charro, luego en la ocupación de la SEP en las calles de Argentina y con un poco más años de edad, en 1960 estuve en la Asamblea Permanente instala en la escuela primaria Anexa a la Escuela Nacional de Maestros, hasta que fueron reprimidos los maestros en la célebre Marcha del Dragón en agosto de 1960.
Al mismo tiempo mi papá estaba en huelga en el recién creado Sindicato de Trabajadores de Aviación y similares SNTAS.
Fue de esa manera que inicié mi larga marcha contra el poder autoritario y en defensa de los derechos de los trabajadores. En esos movimientos conocí a militantes del Frente Obrero Comunista y del Partido Comunista Mexicano, recuerdo entre ellos a Cuauhtémoc Batres alias El Bubú, padre de Martí, Lenia, Vietnika y Valentina, ejercía gran influencia en ellos y otros maestros Enrique Semo Calev quien elaboró un folleto Qué es y hacia dónde Marcha el Frente Obrero, firmado Ricardo Flores en alusión a uno de los hermanos Flores Magón, ese folleto fue decisivo para que varios dejaran el FOC, a cuyos militantes llamábamos coloquialmente los foquitos y se pasaron al PCM Partido Comunista Mexicano.
En mi caso el orden en el tiempo, si tiene importancia. Primero militaba en los movimientos y luchas y después ingresé a la Juventud Comunista.
Importaba el contenido, no la etiqueta. Hice lo mismo durante el gran Movimiento Libertario de 1968.
Otro tanto hacíamos en la construcción del SPAUNAM y el STUNAM.
Por supuesto durante el importante Movimiento del 10 de junio de 1971, lo que menos importaba eran las etiquetas. Los debates en asambleas de una gran intensidad se ubicaban en torno a la postura ante el gobierno de Luis Echeverría. La cuestión era definir si era correcta la consigna Echeverría o el Fascismo propuesta por algunos intelectuales como Carlos Fuentes, Víctor Flores Olea, Enrique González Pedrero y otros semejantes o la que enarbolaba el ala radical del movimiento Ni LEA ni el fascismo, el camino el socialismo.
Esa fue mi trayectoria. Lo de la militancia en la JCM del PCM, era una cuestión secundaria.
El resto de mi camino, en luchas posteriores ha sido semejante.
Para algunos de nosotros la cuestión del poder, la cuestión burocrática era algo nocivo para la lucha y el movimiento.
Esa fue nuestra alma libertaria.
Considero que esa actitud nos ayudó a no ser fanáticos, dogmáticos, como les decíamos entonces.
Sin evadir los errores que cometí, no caímos en lo que describe Leonardo Padura de lo dicho por ÁFRICA una de las figuras que aparecen en su libro El señor que amaba a los Perros: “El reformismo conduce a la restauración, solo el poder comunista, despiadadamente proletario, puede llevar a las transformaciones profundas que exige un país como este, enfermo de desigualdades y de odio”.
Lo curioso es que ese tipo de mentalidad la promueven personajes genética de potentados, usando un lenguaje esquizofrénico.
Hablan en nombre de la clase proletaria, desde sus grandes mansiones.
Es la genética de la simulación que postró a los trabajadores, bajo la camisa de fuerza de la ideología hegemónica del Estado a lo largo del Siglo XX, controlados por el charrismo y otros aparatos de Estado, que ahora se disfraza con el discurso de primero los pobres, pero que sigue los intereses del Gran Capital, de los militares, los gringos y ahora de los grupos de narcos.