En el marco de la conmemoración del Día Internacional para la Eliminación de la Violencia contra la Mujer, se presentaron cifras contrastantes. El gobierno del estado celebró la disminución de los casos de violencia de género pero  los datos del informe del Secretariado Ejecutivo de Seguridad Pública ubican a la entidad en el lugar 14 mientras que el Inegi indicó que la prevalencia de violencia contra mujeres mayores de 15 años a lo largo de su vida aumentó 11.3 por ciento en Guerrero de 2016 a 2021, al pasar de 57.5 a 68.8 puntos porcentuales.

En el último reporte del organismo, en el 47.6 por ciento de los casos el agresor fue la pareja, y el año pasado hubo mil 546 egresos hospitalarios por lesiones y violencia, de los cuales 28 son reportados como “defunción”.

La gobernadora Evelyn Salgado destacó los programas y acciones que han transformado la vida de miles de mujeres guerrerenses, como el Transporte Violeta y la Tarjeta Violeta, que ya beneficia a más de 3 mil mujeres con atención integral. Asimismo, resaltó el éxito del Protocolo Violeta, que ha logrado una efectividad del 94 por ciento en la localización de mujeres reportadas como desaparecidas durante su primer año de operación.

Sin embargo, la realidad es que la violencia contra las mujeres en el estado de Guerrero, como en muchas otras regiones de México, presenta características profundamente enraizadas en factores culturales, económicos, políticos y sociales. Este fenómeno no solo impacta directamente a las mujeres que la padecen, sino también tiene consecuencias de gran alcance tanto a nivel social como económico.

No solo se trata de la agresión física o la violencia intrafamiliar, sino la conversión en mercancía de las adolescentes disfrazada de usos y costumbres o de la desaparición forzada para la explotación sexual, la violación o el asesinato.

Esta entidad suriana es uno de los estados con las tasas más altas de feminicidio en México. La violencia en contra de las mujeres, en su mayoría, es perpetrada por hombres en contextos de pareja o relaciones cercanas, lo que demuestra la prevalencia de una violencia doméstica estructural. Las mujeres en Guerrero están expuestas a agresiones físicas, sexuales, psicológicas y económicas.

Uno de los aspectos más graves de la violencia contra las mujeres guerrerenses es la impunidad que prevalece. Las denuncias no son investigadas de manera efectiva, lo que contribuye a la falta de confianza de las víctimas en el sistema judicial y las fuerzas de seguridad. Las estructuras de poder en el estado, en algunos casos, pueden estar involucradas en prácticas corruptas, lo que dificulta la aplicación de la ley.

Además, los altos niveles de pobreza y marginación, aumentan la vulnerabilidad de las mujeres a la violencia. Persisten actitudes machistas y normas de género rígidas que justifican la subordinación de la mujer y la violencia en el hogar. Las mujeres indígenas y rurales enfrentan aún mayores barreras, debido a la discriminación adicional por su etnia y condición social.

Existen también altos índices de violencia vinculada al narcotráfico y al crimen organizado. La violencia relacionada con estos fenómenos afecta de manera desproporcionada a las mujeres, que son víctimas tanto de la violencia directa como del desplazamiento forzado.

Las mujeres de todas las edades son objeto de una amplia gama violencia por parte de las bandas del crimen organizado. Desde su utilización como  transportadores de la droga, hasta instrumento de venganza por ser esposas, novias o hijas de quienes han incumplido pactos con la delincuencia. La peor parte es que también han comenzado a ser cabezas de la actividad delictiva con mayor frecuencia.

En ese contexto se explica que hasta de enero al 22 de noviembre  se emitieron 156 boletines de búsqueda de la Alerta Violeta, por la desaparición de mujeres de 2 a 88 años, 62 de ellas son adolescentes. La mayoría de las desapariciones ocurrieron en Chilpancingo y Acapulco. El 37.18 por ciento no han sido localizadas.

La situación se torna más dramáticas cuando se atiende a los rangos de edad de las víctimas pues el 67.3 por ciento son mujeres de 13 a 29 años, la mayoría son adolescentes. Hay cuatro adultas mayores de 65, 70, 75 y 88 años, y de ellas solamente ha aparecido una.

Las adolescentes, de 13 a 17 años, reportadas suman 62, casi el 40 por ciento del total: 17 de ellas son 15 años, otras 15 de 14 años, y hay 12 de 17 años; del total de estas edades, 43 han sido localizadas.

Las jóvenes desaparecidas, de 18 a 29 años, son 43: entre ellas siete de 18 años, seis de 20 y otras seis de 29; 28 de las 43 han sido reportadas localizadas.

Si bien existen programas y leyes que intentan proteger a las mujeres en Guerrero, la falta de recursos, la corrupción y la desarticulación institucional limitan la efectividad de estas políticas. La implementación de estrategias de prevención y protección sigue siendo insuficiente.

La violencia contra las mujeres perpetúa la pobreza, ya que muchas mujeres víctimas de violencia no pueden participar plenamente en la economía debido a las secuelas físicas y psicológicas de la violencia, la discriminación laboral y la falta de autonomía. Además, la violencia puede afectar la productividad laboral, ya que muchas mujeres tienen que ausentarse del trabajo debido a lesiones o traumatismos relacionados con la violencia.

El incremento de la violencia, especialmente en áreas rurales y marginadas, puede generar un ambiente de inseguridad que desalienta la inversión tanto nacional como extranjera. Las zonas afectadas por altos índices de violencia pierden potencial de desarrollo, ya que las empresas evitan instalarse en áreas de alto riesgo.

La violencia contra las mujeres en Guerrero tiene efectos devastadores en la vida de las mujeres, pero también desencadena consecuencias sociales y económicas amplias, que afectan la cohesión social, la justicia, el desarrollo económico y el bienestar de la comunidad en general.