“Los rebeldes son una coalición dispar de marginados. Algunos afirman que la globalización, los valores liberales, a los que está vinculada, y la tecnología que ha generado y alimentado, han resultado tóxicos para sus vidas y sus comunidades, así como para unos valores y unas creencias muy arraigados, otros se han levantado en armas, a veces literalmente, contra una clase política que prometió que las soluciones globales traerían prosperidad para todos. Mientras, al mismo tiempo, se convertía en compañera de cama del 1 por ciento más rico. Se han revelado porque les dijeron que la globalización haría que el mundo fuera plano: todo se extiende ante TI. Todo es inmediato, todo está al alcance de la mano, lo único que tienes que hacer es cogerlo. Eso, no hace falta decirlo. Es una noción falsa. Porque la economía internacional se basa más en la desigualdad que en la igualdad”, escribió Nadav Eyal en su obra Revuelta de 2022.

Esa rebeldía sin rumbo está siendo cada vez más capitalizada por las derechas. La mayoría de las veces unas derechas sin máscara: Italia, Francia, Austria, Argentina, Estados Unidos, Hungría, incluso Alemania, Finlandia o enmascaradas con efigies de “izquierda”: Cuba, Nicaragua, Venezuela. Muchas más con rostros poco conocidos en Uganda, Angola, Etiopía; el trágico Medio Oriente; los países de la Asia cercana al mundo Hindú.

El caso de México es tan misterioso, surrealista que ha conseguido el verdadero milagro mexicano: más de un siglo de predominio de una verdadera casta.

Esa hegemonía la ha construido un modelo con ropaje de izquierda, rituales nacionalistas, ausencia de tradiciones e historia de luchas sociales autónomas, todo bajo una ruta donde coexistió una izquierda oficial, la de la Revolución Mexicana con las izquierdas aparentemente independientes.

Esa larga marcha concluyó en 2018, cuando triunfó MORENA y bajo el singular caudillaje de Andrés Manuel López Obrador, las izquierdas independientes fueron tragadas por la Izquierda de la Revolución Mexicana.

Estamos a unas horas de la abolición del régimen político denominado república democrática.

La estructura basada en los tres poderes autónomos: Ejecutivo, legislativo y Judicial, está a punto de desaparecer y de renacer la llamada presidencia imperial.

Estudiar el fenómeno requiere de mucha elaboración teórica, de investigación y su traducción en una praxis política autónoma.

Tareas que no ha podido cumplir durante más de un siglo el pensamiento político, específicamente el autodenominado de “izquierda”. Lo que lapidariamente denominó José Revueltas “el proletariado sin cabeza”.

El panorama nacional está cada vez más convertido en una salvaje disputa al interior de la “nueva clase”, de la llamada CUARTA TRANSFORMACIÓN.

En esa especie de “familia muégano”, prevalecen dos paradigmas: OMERTÁ y GATOPARDISMO.

La OMERTÁ es una muralla más potente que la cortina de hierro o el Muro de Berlín. La complicidad es la soldadura que cohesiona a integrantes de la clase política que  saquearon al país durante decenios, sobre todo bajo las siglas del PRI, pero  también del efímero lapso bajo la presidencia del PAN y ahora en el adefesio de MORENA, prácticamente con transfusión de sangre priista de la más típica estirpe, como lo es el paradigmático “GRUPO ATLACOMULCO”, sin  pretender excluir a ninguna de las  restantes dinastías a nivel de cada Estado y del propio Distrito Federal, bajo el control de casi 30 años por el PRD-MORENA y sus anexos priistas tipo Ebrard, Mancera y decenas más de cortesanos.

La segunda fortaleza es el GATOPARDISMO.

Una genialidad que les ha servido para timar durante decenios a millones de personas, no pude escribir ciudadanos, con hábitos de siervos, acostumbrados a las limosnas, las prebendas, las trácalas y el agandalle.

Todo a cambio de no haber construido una historia de acumulación de DERECHOS.

La palabra siniestra PRESTACIONES, es la mejor expresión de la sumisión, la falta de tradiciones de lucha a cambio de las migajas, el limosnerismo, como lo bautizó magistralmente Manuel Aguilera Gómez.

Ante toda esta peste que nos tiene al borde de la putrefacción nacional, resistamos el primero de junio: DEJEMOS VACÍAS LAS URNAS DE LA ESTAFA MAESTRA.