Con pesar nos enteramos de la muerte del Papa Francisco, un hombre de profunda fe, quien siempre nos enseñó que cuando te despiertas por la mañana debes agradecer que la vida es única y que hay que aprovechar cada instante y hacer el bien. Sembró una semilla de esperanza, sobre todo en la juventud y la niñez.

Nos decía que cuando despertamos hay gente que está cerrando los ojos por última vez, mientras nos quejamos de tener que levantarnos temprano y enfrentar un día de trabajo, hay quienes darían todo por salir de una cama.

Quejarse de la rutina diaria no cambia nada, pero la gratitud transforma todo, ese café caliente, el aire fresco de la mañana, la oportunidad de empezar de nuevo, eso ya es motivo suficiente para estar agradecido, aprender a ayudar y hacer la diferencia.

Estas enseñanzas y muchísimas más, nos dejó la partida de Jorge Mario Bergoglio, Papa nacido el 17 de diciembre de 1936 en Flores, Buenos aires, Argentina.

El Papa Francisco fue pontífice durante 12 años, 1 mes y 12 días, desde el 13 de marzo de 2013 hasta su lamentable fallecimiento el 21 de abril de 2025 a los 88 años.

Papa sencillo y austero, así lo muestran incluso las imágenes de su tumba en la Basílica de Santa María la Mayor de Roma, donde se observa la sencilles del sepulcro que el fallecido pontífice diseñó como morada eterna.

Como buen argentino, el Papa fue durante toda su vida un apasionado del fútbol, desde su apoyo a San Lorenzo y la selección argentina, hasta la invitación a leyendas como Leonel Messi y Diego Armando Maradona al Vaticano, a quien describió como el “poeta del fútbol”.

En alguna ocasión expresó que el fútbol es un deporte en equipo. “No puedes divertirte solo”, dijo el Papa ante una multitud de jóvenes italianos, jugadores y entrenadores en el Vaticano en 2019.

Jugaba durante horas con sus amigos en su juventud en campos de asfalto en su barrio natal de Flores, en Buenos Aires, conocidos como ¨potreros”. Sin embargo, según su propia valoración, no era tan bueno, de hecho, le apodaban “pie duro”, de acuerdo con su autobiografía “Esperanza”, recientemente publicada.

También nos enseñó que hay que estar abierto a todos, decía que la Iglesia es eso, todos, todos, todos. ¿Qué son pecadores?, decía, yo también soy pecador. El Evangelio es para todos, si la Iglesia pone aduanas en su puerta, deja de ser la Iglesia de Cristo, debemos construir puentes no muros.

Hay personas que viven en una constante infelicidad, con amargura, el papa nos decía que para vivir felices es necesario dejar el rencor, la rabia, la violencia y la venganza. La queja, decía, envenena, te lleva a la ira, al resentimiento y a la tristeza, la del corazón.

Ojalá y su muerte nos haga reflexionar sobre sus enseñanzas y provoque en la humanidad un cambio, renueve la esperanza y nos invite cada día a ser mejores en todos los sentidos.

Como el nos lo recordaba contantemente: “No se dejen vencer, no se dejen engañar, no pierdan la alegría, no pierdan la esperanza, no pierdan la sonrisa”.

Nuestro país reconoce a la Ciudad del Vaticano como un Estado, como un sujeto típico del derecho internacional público, así que descanse en Paz Jorge Mario Bergoglio, Papa Francisco. Seguramente lo vamos a extrañar no solo como jefe de la Iglesia católica, sino como jefe de Estado.

Cierro con una frase del Papa Francisco, legado de humanidad y fe: “Dios no se cansa de perdonar, somos nosotros los que nos cansamos de pedir perdón”.

eduardomacg@icloud.com

@eduardo84888581