Los riesgos de la nostalgia y la melancolía, siempre presentes en alguien que no nació ayer, no debiesen convertirse en impedimento para referirnos al pasado. No solamente a la “historia”, sino a la biografía concreta de los actores políticos.  Lo contrario favorece la impunidad, esa tendencia de los políticos mexicanos, que en el prólogo a mi libro El Otro Camino”, José Woldenberg escribió “la amnesia colectiva que todo lo corroe”. Precisamente hoy ante la abolición de la república, es muy necesario revisar la trayectoria de cada partido, fuerza civil, política, sindical, cultural y personal de esta “clase política” cada día más semejante a una casta o una corte palaciega de tipo monárquico.

Cuando se hace abstracción de los intereses que defienden determinadas fuerzas, capas, sectores sociales, partidos y personas, se idealiza y santifica cualquier cosa.

Luchar contra la desaparición o abolición del Poder Judicial que estaba implícito en la farsa electoral del domingo 1 de junio de 2025, no puede o debiese asociarse a una defensa ni siquiera parcial del antiguo poder judicial. Al menos desde la segunda mitad del siglo XX ese poder, desde los jueces hasta la Suprema Corte, realizó atropellos criminales a favor de las acciones más salvajes del Estado contra los movimientos autónomos y jugó el papel de protector de los intereses de los grandes grupos del capital de todo tipo. Todo eso, sin embargo, no puede justificar una política deliberadamente aplicada desde el poder que encabezaba AMLO, para someter al poder judicial y convertirlo en un apéndice de la presidencia imperial. Esa es la gran perversión que realizaron, disfrazada de “elección democrática de los juzgadores”.

Nunca hubo tal elección, solo había candidatos del gobierno, su jefe o jefa, sus partidos, su empleado de la antigua Suprema Corte como Arturo Zaldívar, a quien algunos propagandistas de la 4T, asociados al Fiscal General Alejandro Gertz Manero, acusan de realizar actos de intimidación impresionantes contra jueces para obligarlos a dictar sentencias favorables al gobierno o sus socios.  A ese mismo Fiscal, AMLO intentó reelegirlo. ¿Con esos “jueces” imparciales y populares va a “reformar al poder judicial corrupto de la era neoliberal?

Lo más interesante es que la inmensa mayoría de la gente los mandó a volar.  Solamente acudieron a sus falsas elecciones 13% de los electores, además de que de esa cifra cerca del 10% anuló su voto, una buena parte con leyendas claramente contrarias a la farsa y al gobierno. Además, cada día se exhiben evidencias de urnas llenas con boletas cruzadas con anterioridad, al viejo estilo del PRI y además la perversa maniobra de los “acordeones”.

Estamos ante una soberbia del poder muy grave. La presidenta ha declarado que fue un éxito la farsa del 1 de junio. No tiene el menor rubor de su estrepitosa derrota, donde a pesar de coacciones, acarreos a los beneficiarios de los llamados programas sociales no pudieron siquiera obtener ni la tercera parte de los votos que ella misma obtuvo hace un año en las elecciones presidenciales.

Ahora estamos ante el desafío a la presidenta para que con un mínimo de sensibilidad convoque a todo mundo a construir un acuerdo político que supere esta inmensa repulsa a su política.

Lo contrario será abrir cada vez más la inmensa fosa que separa a la presidenta del conjunto de la nación.

Si eso continúa, el uso de los militares, como en el inexplicable caso del Foro Alicia, los gases contra la CNTE en Bucareli, los actos criminales contra campesinos en Chiapas, las acciones represivas contra estudiantes, seguirán creciendo y los riesgos de un desenlace trágico tipo Tlatelolco serán cada vez una ominosa probabilidad.

Antes que sigamos por el camino al borde del abismo, de la violencia insólita de cientos de miles de desparecidos y muertos a niveles mayores o casi que los que están ocurriendo en el genocidio en Gaza o en la invasión rusa a Ucrania, señora presidenta Claudia Sheinbaum actúe en congruencia con lo que juró aplicar al tomar posesión como jefa del Estado mexicano, cuya República ha costado tantas vidas y tantas luchas.