La Cuarta Transformación avanza con fuerza para destruir la incipiente democratización del país.
Ante esa realidad es necesario pensar cómo derrotar esa tendencia dictatorial.
Para no irnos a las calendas, las luchas de varias generaciones y movimientos de la segunda mitad del siglo XX, conseguimos sacar al PRI sin un solo tiro.
El recuento de la violencia presente hoy en México es infinito.
La salvaje disputa dentro de MORENA y sus aliados, es terrorífica.
Su fortaleza es impresionante. Tiene el control corporativo de las fuerzas “vivas” del país: empresarios, sindicatos postizos (charros), militares, diputados federales y locales, absoluta mayoría de gobiernos estatales y de todos cuando lo requiere la presidenta, de la manera más vulgar se adueñó del poder judicial, consigue la complicidad del gobierno de Donald Trump a cambio de ceder en todo lo que le impone, sus vínculos con los diversos cárteles tienen como escenario todo el territorio, la oposición partidista con registro es inepta y está plagada de personajes tan o más calamitosos que los de MORENA y aliados (con muy pocas y honrosas excepciones), la diáspora de los movimientos extra institucionales no tiene dirección, programa, rumbo y sigue atrapada en un estilo y discurso anacrónico.
Estamos a nivel mundial en una época de desaparición de las revoluciones, todo lo contrario del Siglo XX.
La derecha avanza sistemáticamente en todas partes, incluso se ha adueñado de ciertas formas de lucha tradicionalmente consideradas de izquierda.
Los términos mismos de izquierda y derecha tienen poco sentido para ubicar los fenómenos del segundo cuarto del Siglo XXI.
La simulación es un rasgo del comportamiento cotidiano de los políticos aquí y en China.
Tenemos el viento en contra los que insistimos en un cambio radical del capitalismo y la defensa del planeta en riesgo de extinción.
Las banderas rojas roídas, sucias, manchadas de sangre, semen y mierda, solamente las izan grupúsculos más parecidos a las sectas religiosas más fanáticas.
Comunista es un término que significa para millones, crímenes cometidos contra sus propios camaradas en la URSS, China, Camboya, el centro y este de Europa, en África tanto en el norte como en la parte del sur del Sahara, a lo que se suman los nefastos resultados contra sus países en Cuba, Venezuela y Nicaragua.
Si la derecha avanza es, en buena medida, por el desprestigio de los comunistas y socialistas, por ello ocurren los fenómenos de victorias fascistas en Italia, Alemania, riesgo permanente en Francia e incluso en los apacibles estados de Bienestar de Dinamarca, Suecia y Finlandia.
Los estados teocráticos del mundo musulmán solo han servido para “justificar” el inadmisible genocidio del gobierno de Israel contra Palestina, cada vez más avalado por los Estados Unidos.
Por supuesto que tiene gran valor la movilización mundial contra el genocidio en Palestina, pero dice bien Joan Báez nos hace falta un himno para esta época.
Ese “himno” esa nueva utopía requiere tirar a la basura toda la “lengua de madera” del marxismo-leninismo del estalinismo, el maoísmo, el castrismo y muy buena parte del trotskysmo.
Aquí y ahora, en el México de los acordeones, del renacimiento de las urnas con 110 por ciento, la ausencia de conteo por casilla, la inexistencia de observadores o representantes independientes; todas las trapacerías del viejo sistema priista corregidas y aumentadas por la Cuarta Transformación, en realidad la nueva máscara de la casta hegemónica de más de un siglo, con personajes sacados del cine de Juan Orol; ante toda esa inmundicia hay que resistir hasta vencer.
Es un desafío muy difícil, pero no imposible. Se requiere pensar sin ningún dogma.