Hay muchísimos datos de fuentes muy diversas que hacen indudable la militancia en la izquierda de la presidenta Claudia Sheinbaum. Baste registrar lo escrito por Arturo Cano en su libro Claudia Sheinbaum: Presidenta, página 21: “Convergencia Comunista 7 de enero …surgió de una escisión de Punto Crítico” (revista y organización creada por los principales dirigentes del Consejo Nacional de Huelga, entre los cuales destacó siempre Raúl Álvarez Garín, en un principio Rolando Cordera quien salió de ese grupo junto con 49 compañeros por lo cual se autobautizaron como los fortininers), el líder principal de Convergencia Comunista 7 de Enero fue siempre Salvador Martínez della Rocca El Pino y junto con él Imanol Ordorika y Carlos Imaz, primer esposo de Claudia Sheinbaum”.

En estos meses la guerra mediática a favor y en contra de Sheinbaum por ser de izquierda, ha convertido la absoluta libertad de la presidenta de militar en esa corriente política e ideológica, en un estigma o una virtud.

Sus rivales de las derechas consideran casi delictuoso ser de izquierda.

La cuestión de fondo es si los gobiernos de la llamada Cuarta Transformación han practicado una política favorable a los trabajadores o en realidad vienen aplicando una  política sometida al gran capital, de promoción de los militares en muchos asuntos de la vida del país, de sometimiento a los intereses de Donald Trump, de mantenimiento del aparato corporativo en el medio sindical y también en las cámaras patronales, más una turbia relación con los cárteles, que tiene a la presidenta en una situación muy vulnerable ante los gobernantes de los Estados Unidos.

Si esa política tiene hasta ahora una gran legitimación popular, al grado de haber triunfado con el doble de votos y porcentaje de la candidata de la oposición de la derecha y el centro, es precisamente el asunto que debe analizarse.

Los saldos o legados del gobierno de AMLO y los que lleva la gestión de Claudia Sheinbaum, serán adjudicados a la izquierda.

Esa es una tendencia mundial. La izquierda socialista o comunista es vista por casi la mitad de los electores en Francia, Italia, Alemania, Austria, Finlandia, Hungría, Polonia, Grecia e incluso por porcentajes mayores como nefasta para esos países y por lo tanto las derechas, incluso las más ultras o abiertamente fascistas, están obteniendo victorias sistemáticas.

Eso también ocurrió en Argentina, en una victoria derechista en Brasil. En Venezuela, Nicaragua y Cuba el rechazo a las dictaduras autonombradas comunistas, socialistas o “progresistas” es cada vez una creciente fuerza.

Lo que tienen como desafío los partidarios de la lucha contra el capitalismo que es al mismo tiempo una gran lucha a favor del planeta, amenazado por este sistema; es construir un proyecto diferente al del comunismo soviético y en el caso de México diferente al que representa la Cuarta Transformación, que ha sido el triunfo de la izquierda de la Revolución Mexicana que se tragó a las izquierdas independientes.

En palabras estrictas estamos ante la invasión del PRI en MORENA. Los dirigentes más importantes del PRI incluyendo a los de las dinastías dominantes en el Estado de México (los Del Mazo), en Hidalgo (el grupo de Fayad), en Oaxaca (los Murat), en Chiapas la dinastía del niño verde, en Veracruz, en Tamaulipas, en las Baja Californias; en Guerrero, son quienes encabezan a los gobernadores, los diputados, los senadores, ahora también al INE, al poder judicial e incluso han llegado a MORENA o sus aliados importantes dirigentes del PAN.

Este adefesio borró del mapa político a los movimientos autónomos tradicionales recientes. Una disputa por la franquicia de izquierda es absurda.