Cuando las circunstancias se hacen más complicadas en algún escenario, suelen surgir liderazgos. A veces son de naturaleza real, pero otras veces son aparentes y ese es el caso del presidente de Estados Unidos. Aprovechando la fiebre futbolera, se puede hacer un símil entre Donald Trump y aquellos porteros que juegan para la tribuna. Aquellos guardametas que recurren a la figurita y hacen que las graderías crean que hacen grandes atajadas; pero esa apariencia no es buena a la hora en que se necesita realmente un buen arquero y entonces vienen las goleadas. Trump, por lo general, juega para el público local que lo valora muy positivamente, sobre todo entre los fans del autoritarismo en su país.
Por desgracia, no se trata de un juego de futbol. Este “juego” se relaciona, como ahora, con la permanencia de la especie humana. A veces el juego es “menos importante”, cuando se trata de la economía mundial, o “por lo menos” del comercio en el área de América del Norte, con Canadá y México incluidos. En su juego para las tribunas, el presidente de Estados Unidos se adelantó a anunciar el cese al fuego entre Israel e Irán, incluso le puso nombre al conflicto como si nombrara alguna jugada vistosa.
Con un hombre de Estado de tales características no es posible tener tratos coherentes. Es un personaje con el que se debe andar con mucho cuidado; con todas las precauciones. Por eso mismo, es claro que la presidenta Claudia Sheinbaum se ha conducido de manera adecuada. Para muchos mexicanos, no se sabe cuántos, lo ideal sería que la presidenta rompiera lanzas en contra de Estados Unidos o, de plano, que se integrara sin rubores de ninguna clase a su sombra protectora.
Se debe reconocer la entereza de la presidenta. En el mundo diplomático así ha sido y se considera que la presidenta Sheinbaum es la jefa de Estado que se colocó a la altura de las circunstancias. Así fue entendido en la Cumbre del G7 —a la que Donald Trump despreció olímpicamente— en donde varios personajes políticos le hicieron ese reconocimiento. La Primera Mandataria mexicana ya es un referente, por lo menos, en el área latinoamericana.
Seguramente es muy difícil aguantar las bravuconadas del mandatario estadounidense. Seguramente es complicado escuchar y ver las provocaciones llenas de calificativos y mentiras. Con toda seguridad, es una verdadera operación política resistir las presiones para que nuestro país apoye la agresión —desde descalificaciones hasta bombardeos— de Estados Unidos en contra de otras naciones que, sea como sea, merecen ser respetadas. Para sus narrativas provocadoras, inestables o confusas, la presidenta de México tiene un instrumental político de alta calidad y lo ha hecho valer de manera pronta y oportuna.
Lo que hace falta es la presencia del gabinete y una participación más sistemática del Congreso. Volviendo a las canchas de futbol, la Presidenta de la República ha demostrado ser una gran capitana y debe ser acompañada con mayor energía en sus acciones internacionales por su también destacado equipo. Estamos ante una situación de emergencia —de futuros imprevisibles— que obligan a un trabajo plenamente concertado. También le toca a los ciudadanos seguir con atención los acontecimientos.
X: @Bonifaz49