A fines de 2018, menos de un mes de AMLO como presidente, estuve en una cena donde el invitado principal era Franklin Da Souza, Secretario de Comunicación Social en el primer gobierno de Lula, consideraba que el triunfo de MORENA requería eliminar a la opinión opositora en prensa, radio, TV y redes. Nos dijo, en portuñol, “ustedes no tienen el problema que nosotros de  falta de mayoría en las Cámaras (Morena y aliados tenían entonces una amplia mayoría, incluso habían conseguido la unanimidad en la aprobación de la guardia nacional) por lo que en Brasil tuvimos que acudir al mensalao (compra de diputados o senadores) pero sí tienen una poderosa oposición en los medios; Lula no me hizo caso de actuar contra ella y todo se complicó.(Aquí también la 4T ha aplicado su mensalao, el 11 de septiembre de 2024, compró, chantajeó, encarceló a familiares de senadores para obtener la aprobación de su reforma judicial. Remember el caso Yunes).

El primero de septiembre de 2025, culminó el proceso de control por la presidencia imperial de los otros dos poderes: el legislativo y el judicial. Además de la desaparición de los organismos autónomos, el control corporativo de trabajadores y patrones por medio de charros y cámaras, respectivamente; el carro completo de gobernadores; los rectores de universidades públicas apoyando al gobierno, aunque sean formalmente autónomas; la ausencia de conductos institucionales para relacionarse con los movimientos autónomos, a los que la presidente ignora y opta por amurallar Palacio con bardas metálicas y policía en lugar de recibirlos; un casi control absoluto de la Televisión privada y cadenas al estilo cubano y soviético de la TV pública, purgas en la prensa escrita, pero según las palabras de la propia presidenta “aún quedan los comentócratas de Latinus”.

Desde el gobierno de AMLO, sus intelectuales escribieron acerca del llamado golpe de Estado silencioso, consistente en marchas, manifestaciones masivas, críticos en los medios y otras expresiones de disidencia, resultado de la resistencia de los poderosos a la revolución política pacífica de la Cuarta Transformación.

Con esa vulgar visión, justifican la necesidad de eliminar la presencia de disidentes en los medios.

Estamos ante la inminente fase de eliminación lo más completa posible de los disidentes en TV, Radio, prensa y redes.

Las aberrantes legislaciones y procesos contra periodistas en Campeche, Sonora, Tamaulipas, Veracruz y otros estados contra periodistas, constituyen el ensayo previo a la purga nacional, para establecer el modelo Granma en México.

Algunos miembros de las élites creen ingenuamente que eso no ocurrirá en México, por su dimensión geográfica, su gran tamaño poblacional y su economía, su vecindad con los Estados Unidos y por la alianza subordinada del gobierno al gran capital.

Toda la larga era de la hegemonía priista, los gringos se hicieron de la vista gorda ante sus atropellos: masacres como Tlatelolco, el 10 de junio en San Cosme, las anteriores contra sinarquistas y panistas en León o de los católicos en Coyoacán, o de los opositores en las elecciones de 1940 y 1952: los crímenes de lesa humanidad en la Guerra Sucia como los vuelos de la muerte, las desapariciones, las torturas, el espionaje que sufrimos; todos esos atropellos a las libertades y derechos humanos a los Estados Unidos, mejor dicho a sus gobernantes, les valió madre. Mientras el PRI les garantizara sus negocios, los gringos callaban ante fraudes electorales, represiones y masacres.

Los dirigentes de la Cuarta Transformación apuestan a que los Estados Unidos no apoyarán a los disidentes.

El gobierno de Claudia Sheinbaum podría cerrar periódicos nacionales de más de un siglo de existencia, quitar concesiones a las empresas monopólicas, aunque hayan sido sus aliadas, Televisa y TV Azteca sí no se someten a los dictados del gobierno.

Callar ahora es muy grave.