El expresidente Andrés Manuel López Obrador decía durante su mandato que el “presidente se entera de todo”. Esta frase fue pronunciada en el marco de la lucha contra la corrupción. Todavía más específicamente llegó a decir en septiembre de 2019: “Si hacen una transa grande es porque el presidente lo permitió”.
En otras palabras, el mandatario estaba enterado de todo lo que se hizo en SEGALMEX, la red de macro corrupción del huachicol fiscal, así como los negocios en torno al Tren Maya y los sobreprecios en la compra y distribución de medicamentos.
No estamos descubriendo nada nuevo, todos estos actos de corrupción han sido denunciados y dados a conocer por el actual gobierno.
Es precisamente la fiscalía general de la República a cargo de Alejandro Gertz Manero, quien tiene la investigación del caso del exsecretario de seguridad Pública de Adán Augusto López, y el de la red de corrupción con motivo del huachicol fiscal dentro de la Secretaría de Marina en época del anterior titular, el almirante José Rafael Ojeda Durán.
El propio López Obrador decía que nada de que el presidente no sabe, no se enteró, de que el primer mandatario no tiene buenos colaboradores, que lo engañan. Mentira, replicaba, el presidente de México se entera de todo.
Eso es verdad y ha pasado todos los sexenios, tanto en los 76 años del PRI, como en los 12 del PAN y en los seis de Andrés Manuel López Obrador.
Los expresidentes no sólo están enterados y saben de los macro negocios que se llevan a cabo al amparo del poder, sino que en algunos casos participan en ellos o se los facilitan a sus familiares o amigos muy cercanos, contribuyendo a su enriquecimiento inexplicable.
El descaro y cinismo del originario de Macuspana, hoy radicado en “La Chingada”, era escandaloso. Decía no hace mucho tiempo que ya no se permitían los negocios que se llevaban a cabo al amparo del poder público.
Fue tan descarado que recalcaba que nos decían que el problema era la mordida, pero no, la atención no había que ponerla abajo sino arriba. Entre más elevada la autoridad más corrupción recalcaba.
Dónde quedó el discurso de honestidad, en el cual repetía una y otra vez que antes todas las transas de arriba llevaban el visto bueno del presidente. De ahí su famosa explicación de que había que barrer de arriba hacia bajo como se barren las escaleras.
Hoy sus hijos y principales colaboradores, entre ellos su exsecretario de Gobernación, son señalados una y otra vez, por propios y extraños, de actos de corrupción.
Si seguimos lo dicho por él y ojalá que algún día de una explicación, es claro que él estaba enterado de todos estos actos de corrupción macros como lo es lo del huachicol fiscal, y de acuerdo con su dicho y lógica, se requería el visto bueno del primer mandatario.
Así que no nos venga con que él no sabía, o que lo engañaron sus principales colaboradores, hoy algunos señalados son socios y amigos de su hijo Andrés López Beltrán.
Todos los sexenios hemos tenido este flagelo que no ha sido posible erradicar. La pregunta es quién era más cínico, si Andrés con sus dichos o el famoso profesor Carlos Hank González que decía que “un político pobre, es un pobre político.
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