La presidenta de la República, Claudia Sheinbaum Pardo, es una persona inteligente. Además de ser una mujer trabajadora, no se puede negar que es una científica y académica destacada.

Tuve la suerte de conocerla cuando el jefe de Gobierno de la Ciudad de México era Andrés Manuel López Obrador y ella fungía como secretaria del Medio Ambiente, mientras que yo me desempeñaba como Coordinador de Asesores del secretario de Gobierno.

Posteriormente, ya como candidata a la jefatura de Gobierno de la Ciudad, la volví a ver en un evento que organizamos junto con la Unión de Aseadores y Expendedores de Periódicos en un Hotel de Paseo de la Reforma.

La presidenta es egresada de la UNAM, en donde también tiene títulos de maestría y doctorado. Posteriormente, realizó su investigación doctoral en el Laboratorio Nacional Lawrence Berkeley en Berkeley, California, Estados Unidos.

Sheinbaum es una mujer preparada, con un gran camino recorrido en la administración pública y en la propia UNAM como académica. Sin embargo, hoy vemos que la presidenta no ve la realidad como la ven muchos mexicanos o, dicho de otra manera, ella la percibe de una forma muy diferente.

Puso orden y dejo atrás una política fallida como era la de “abrazos no balazos”, empezando con el nombramiento de Omar García Harfuch como secretario de Seguridad y Protección Ciudadana. Pero hay otros temas que de plano pareciera que no se refiere al México al que hoy gobierna.

Hace poco dijo la presidenta que ya no hay corrupción en nuestro país, eso a uno días de los viajes de Andrés López Beltrán, los escándalos del huachicol fiscal que involucra a varios miembros de la secretaria de Marina, y los accidentes ocurridos en una obra muy cuestionada como los es el Tren Maya.

Al afirmar que la corrupción ya se había terminado es ver otra realidad, diferente a decir que se está combatiendo. No sabemos como van las investigaciones tras el escándalo de SEGALMEX, en donde su exdirector Ignacio Ovalle sigue libre, todavía no sabemos si la refinería construida a un costo muy elevado ya refina.

De hecho, si fuera cierto que ya no hay corrupción tendría que haber aclarado y luego renunciado Mario Delgado, secretario de Educación Pública, ya que en su declaración patrimonial no cuadra el valor de un departamento comprado que reportó con un costo de 1,5 millones y no de 15 millones de pesos.

Otro caso de vergüenza es el del exsecretario de seguridad del senador Adán Augusto López, que cuando fue gobernador de Tabasco lo tenía como encargado de salvaguardar la seguridad del estado. Hoy se sabe que es un presunto líder de un cártel.

Así como nadie puede justificar o creer que el expresidente Felipe Calderón no sabía nada de las tropelías de su exsecretario de Seguridad Pública, Genero García Luna, tampoco hoy se puede creer que Adán Augusto López no sabia quién era y lo que hacía Hernán Bermúdez Requena, alías el “comandante H”, el “munrra” o el “abuelo”.

Por lo tanto, en ocasiones al escuchar referirse sobre algunos temas en sus mañaneras, pareciera que la presidenta Sheinbaum habla sobre otro país, y no a este al que gobierna. Recordemos cuando Andrés Manuel López Obrador dijo que tendríamos un sistema de salud mejor que el de Dinamarca.

En poco o nada ayuda a la gente el querer tapar el sol con un dedo, queriendo describir una realidad que no lo es. Citando a un clásico: “Tonto el que piensa que el pueblo es tonto”.

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