El Proyecto Marina Bus, presentado como emblema de la reconstrucción de Acapulco tras los estragos de los huracanes Otis y John, enfrenta una creciente tormenta social y política que amenaza con hundirlo antes siquiera de zarpar. Concebido como un sistema de transporte marítimo operado por la Secretaría de Marina, el proyecto forma parte del programa Acapulco se Transforma Contigo”, y pretende conectar Puerto Marqués con el Zócalo, impulsando la movilidad, el turismo y la economía local. Sin embargo, la falta de diálogo con los actores locales, las tensiones comunitarias y la desconfianza hacia las instituciones han convertido a esta iniciativa en un símbolo no de esperanza, sino de fractura y desencuentro.
El Marina Bus fue presentado oficialmente el 19 de agosto de 2025, en un evento donde se le describió como una “muestra de que el puerto está vivo, fuerte y lleno de futuro”. El proyecto no sólo forma parte del proceso de rehabilitación de Acapulco, sino también de una política nacional para modernizar seis puertos estratégicos: Ensenada, Manzanillo, Lázaro Cárdenas, Acapulco, Veracruz y Progreso.
No obstante, lo que se proyectó como una iniciativa integral de movilidad sustentable ha terminado evidenciando la desconexión entre la visión federal y las realidades locales, especialmente en zonas con fuertes rezagos sociales como Puerto Marqués.
Desde el inicio, las comunidades locales y los prestadores de servicios turísticos expresaron dudas sobre los alcances y beneficios del proyecto. Las protestas se agudizaron cuando el muelle de Puerto Marqués comenzó a construirse sin los consensos necesarios y sin cumplir con compromisos previos en materia ambiental y de infraestructura básica.
La inconformidad estalló a finales de agosto de 2025, cuando los habitantes detuvieron las obras del muelle, denunciando el incumplimiento de compromisos por parte del FONATUR y de las autoridades federales.
Martín Carmona Salinas, comisario acusó a Sebastián Ramírez Mendoza, director actual de FONATUR, de no sostener ningún acercamiento con la comunidad, a pesar de que la anterior administración había prometido el dragado de la laguna Negra, el drenaje y la rehabilitación de la planta tratadora.
“Lo que solicitamos es el dragado de la laguna y el drenaje de Puerto Marqués. No hemos tenido respuesta”, reclamó.
Además, los pobladores cuestionaron el uso de 20 millones de pesos en la reconstrucción parcial del muelle, cuando —afirman— la estructura ya existía y sólo se reemplazó la losa. La desconfianza se ha profundizado con la falta de transparencia sobre los costos y beneficios reales del proyecto.
El conflicto alcanzó su punto más crítico el 1 de noviembre, fecha prevista para el inicio formal de operaciones. Ese día, un bloqueo acuático con lanchas y motos impidió la salida del primer viaje del Marina Bus. Los manifestantes advirtieron que, si sus demandas siguen sin respuesta, bloquearán el bulevar de Las Naciones y el aeropuerto internacional, escalando el conflicto hacia una posible crisis social.

El caso del Marina Bus pone en evidencia los déficits de gobernanza en los proyectos de reconstrucción del puerto. La falta de interlocución entre las comunidades, el gobierno local y las instancias federales como FONATUR o CAPASEG, ha generado un clima de desconfianza y desgaste institucional.
La protesta de grupos sociales en torno a la rehabilitación de El Jardín del Puerto, encabezada por Adolfo Plancarte Jiménez de la Coordinadora Nacional Plan de Ayala y quien fuera líder del PRD refuerza esa percepción. Los inconformes sostienen que las obras priorizan intereses comerciales sobre las necesidades de la población local, y acusan al ayuntamiento de Acapulco de mantener un vacío de poder y una falta de defensa de los espacios públicos.
En términos políticos, esta falta de coordinación ha derivado en un doble desgaste: el gobierno federal enfrenta críticas por la imposición de proyectos sin consulta, mientras el gobierno municipal es señalado por su incapacidad para articular la reconstrucción con las comunidades afectadas. En suma, se trata de un problema estructural de gobernanza: grandes proyectos sin base social.
Otro factor que complica la viabilidad del Marina Bus es el contexto de seguridad en Puerto Marqués. La zona se caracteriza por la presencia de narcomenudeo y tráfico internacional de drogas, lo que ha generado una constante intervención de fuerzas militares y policiacas.
El establecimiento de un piquete permanente de la Secretaría de Marina en el muelle podría agravar la tensión social, al percibirse como una militarización encubierta del espacio civil, en lugar de una acción para el desarrollo.
A pesar de que la embarcación del Marina Bus permanece en resguardo en la Octava Región Naval, y continúa la campaña de familiarización en el malecón, el proyecto enfrenta un futuro incierto. En las taquillas del malecón se ofrecen boletos, pero no existe una nueva fecha oficial de inicio de operaciones.
Más allá de la infraestructura y los discursos oficiales, el Marina Bus se ha convertido en un barómetro de la relación entre el Estado y la sociedad acapulqueña. La falta de cumplimiento de acuerdos, la ausencia de diálogo con los grupos locales y la imposición de decisiones desde la cúpula federal amenazan con hundir el proyecto antes de que zarpe.
El caso del Marina Bus revela un patrón recurrente en la gestión pública mexicana: la centralización de decisiones estratégicas sin construcción de legitimidad local. Los proyectos emblemáticos suelen diseñarse desde los escritorios federales con una narrativa de modernización, pero sin anclaje en la realidad social, económica y cultural de los territorios donde se implementan.
En el caso de Acapulco, las heridas del huracán Otis no se curan con infraestructura simbólica, sino con procesos participativos, cumplimiento de compromisos y fortalecimiento institucional. La reconstrucción del puerto requiere algo más que voluntad política y discursos de unidad: demanda una gobernanza cooperativa. Sin ese diálogo horizontal, proyectos como el Marina Bus seguirán naufragando en la misma tormenta que buscan remediar.

