Claudia Sheinbaum diseñó y aplicó una política represiva contra la manifestación del 15 de noviembre.
Varios días antes se dedicó a justificar la represión que vendría, bajo la vieja coartada de la conjura de la derecha internacional, “probando” que la convocatoria a la marcha no era orgánica, se hacía desde cuentas de bots de costo millonario, buena parte de ellas pagadas por Ricardo Salinas Pliego. Antiguo socio y protegido de AMLO, al que le concedió la cartera billonaria de todas las cuentas de los programas de bienestar, designó al presidente de la Fundación Azteca secretario de Educación y luego embajador de México en Estados Unidos, donde Sheinbaum lo ratificó.
Si Ricardo Salinas Pliego se convierte en el Javier Milei y obtiene la presidencia, será en gran medida responsabilidad del primer y segundo piso de la 4T, tanto por el apoyo que le dieron por muchos años, pero sobre todo porque ante su probable fracaso, por impostores, a los que muchos consideran de izquierda e incluso comunistas, puede ocurrir un viraje hacia la extrema derecha como en casi toda Europa
La jefa de Estado, Sheinbaum, diseñó una táctica represiva: implantó un estado de sitio en el centro histórico, instalando enormes vallas metálicas en varios puntos para generar temor y disuadir a la gente a asistir a la movilización.
El trazo de las vallas redujo los accesos al zócalo, Madero, Tacuba, 16 de septiembre procedentes del poniente de la ciudad, específicamente de Reforma, a solo una vía: 5 de mayo, la cual se reducía a un pequeño pasillo al desembocar en Monte de Piedad. Donde además instalaron vallas donde los grupos de pandilleros las golpeaban con martillos, las cortaban con sierras eléctricas, lanzaban petardos, no tanto ni solo para derribarlas sino para crear un foco de conflicto que afectaba a los manifestantes pacíficos, por los gases lacrimógenos lanzados por los granaderos (únicos desaparecidos que reaparecieron durante el gobierno de Sheinbaum), los que después salieron a golpear salvajemente a la gente, como se puede observar en múltiples videos, mismos que la presidenta dice que son imágenes de Inteligencia Artificial o si ocurrieron se “investigará a los policías que violaron la disciplina” . No como cuerpo represivo, sino a sus integrantes en lo individual. La vieja práctica de castigar al cartero.
La presidenta no ha condenado ni un ápice su política represiva, mucho menos ha planteado cambiarla.
Acusa al supuesto Bloque Negro de ser el que se enfrentó a los granaderos para derribar las vallas y dice que lo va a investigar. Ese membrete ha sido usado por los diferentes gobiernos todo el siglo XXI, como chivo expiatorio. Hasta ahora no hay ninguna declaración de ese grupo, donde acepte haber participado en los choques del 15 de noviembre, como lo ha hecho en otras acciones, incluida la marcha del 2 de octubre de este año.
Para muchos asistentes frecuentes a las manifestaciones de los recientes 15 o 20 años y para los que estuvimos el 10 de junio de 1971, los atacantes de las vallas tenían muchas características semejantes a Los Halcones.
Solamente desde el Estado se puede entrenar, financiar, a bandas trasladar y dar protección a pandilleros de ese tipo. Conviene recordar que los Halcones llegaron a San Cosme gritando Che Guevara, para confundir a los manifestantes.
Mientras no se dé respuesta del gobierno, a varias interrogantes sobre sus integrantes, la antelación con la que llegaron, incluso algunos están retratados arriba o detrás de las vallas, no sabemos por qué duraron más de 4 horas “combatiendo” impunemente. ¿Cómo salieron del zócalo?, esas y otras preguntas sin respuesta pueden ser explicadas como la existencia de un montaje de Estado para reprimir a los manifestantes con un objetivo: el zócalo es territorio del gobierno y los opositores tienen prohibido entrar. No olvidemos que esa fue la divisa del PRI que rompió el 68 los días 26, 27 28 y 29 de julio en combates con los granaderos, que no pudieron derrotar a los estudiantes y el 30 de julio se usó al ejército cuando disparó la bazuca contra la puerta de la preparatoria de Justo Sierra.
Después de la matanza de Tlatelolco, ganamos la calle el jueves de corpus, el 10 de junio de 1971 en San Cosme, con un costo muy grave 44 muertos identificados con nombre y apellido.
Volver al zócalo costó muchas vidas.
El gobierno represor del segundo piso de la cuarta transformación de la presidenta Sheinbaum quiere regresarnos antes de Tlatelolco y el 10 de junio, quienes apoyan esa política son profundamente derechistas, aunque tengan máscaras de ancianos izquierdistas, hoy enchufados al poder.


