Es políticamente correcto usar el término estalinista, como un régimen negativo incluso criminal, por eso un estalinista como David Alfaro Siqueiros esta muy desprestigiado, por lo tanto, su definición del arte de guerra en 1945: NO HAY MÁS RUTA QUE LA NUESTRA, se considera como emblemática de la intolerancia y del dogmatismo.

Sin embargo cuando la presidenta Claudia Sheinbaum pronuncia un discurso donde dice “se ha demostrado que por más campañas sucias que paguen en redes, por más compra de bots, de alianza de grupos de interés, por más consultores de comunicación que contraten para inventar mentiras, por más intentos por hacer creer al mundo que México no es un país libre y, por más comentócratas que inventen historias, por más alianzas que quieran tejer con el conservadurismo nacional y extranjero, no vencerán al pueblo de México ni a su Presidenta” .

Todo ese rollo parece que es una confesión de parte, las mentiras de la presidenta son sistemáticas e inverosímiles: el neoliberalismo desapareció, no hay desempleo, la oligarquía ya no existe, no hay corrupción, no existe un gobierno de ricos con inmensos privilegios en un país de pobres, vivimos tiempo de buitres, los privilegiados inventan crímenes o los usan de manera carroñera, nuestro sistema de salud es de los mejores del mundo, los narcos no controlan territorio, ni gobiernos municipales y no tienen lazos con estructuras del poder del Estado a nivel federal; no hay militarización, los migrantes son bienvenidos no hay persecución en su contra, somos un país digno sin sumisión a nadie,  todo resumido en la gran frase COMO MÉXICO NO HAY DOS.

La mentira se convirtió en la norma de la presidenta para negar la realidad.

Al viejo estilo de Luis Echeverría: la matanza del 10 de junio la hicieron los emisarios del pasado; cuando lo impugnamos cara a cara nos llamó jóvenes fascistas, manipulados por la CIA, su intelectual de turno Gastón García Cantú me acusó de encabezar una turba que quería lincharlo.

El estalinismo de Siqueiros lo condujo a considerar a Echeverría como antimperialista y a criticar a los que combatíamos a su gobierno, por esa y otras razones salió del PCM.

No hay nada nuevo bajo el sol, que los defensores del poder autocrático consideren a sus críticos como conservadores, agentes de la derecha internacional y se autonombren los representantes o incluso la encarnación misma del pueblo, como lo hace sin rubor alguno la presidenta Sheinbaum.

Esa es la dimensión profunda que explica su desprecio por la democracia “burguesa”, las instituciones incipientemente democráticas, la burda manipulación del aparato judicial, no solamente de la parte referente a los jueces, magistrados y demás estructuras judiciales sino a la misma Fiscalía. Como se ha visto en la burda maniobra de sacar Gertz Manero, haciendo valer el principio de los gánsteres: la omertá.

Son muy congruentes con esa visión estalinista, que es más bien su concepción del priismo y sus semejanzas con el castrismo. Esa amalgama ideológica tiene una fuerza hegemónica inmensa en México, es la verdadera nutriente de los altos rangos de aprobación de la presidenta, que se contraponen a sus bajas calificaciones cuando a la misma gente que le da 71 por ciento de aprobación califica con menos de 40 por ciento su política de seguridad, de empleo, de salud, de educación y otras.

Una hegemonía de lo que considero es la izquierda de la revolución mexicana, que al tragarse a la original izquierda independiente puede llevarnos a un colapso terrible: la decepción ante los graves problemas del país que se expresan de muchas maneras, en marchas, tomas de carreteras, repudio a gobernantes, crecientes y desafiantes gritos a la misma presidenta, puede llevar a muchos a considerar que la 4T es comunista y por ello se puede generar un viraje hacia la ultraderecha.

Ese no es un asunto de especulación, Ricardo Salinas Pliego trabaja abiertamente por convertirse en el “salvador” que “mande a la mierda a los zurdos”.