Ante una “justicia” impasible
Regino Díaz Redondo
Madrid.- ¿Conoce usted algún presidente del gobierno que exija a su pueblo que le crea que “vamos mal”, pero que las cifras están camufladas a la baja para que el subidón alegre más el rostro de sus mandantes?
Preguntas a granel
¿Sabe usted de algún otro que lleve año y medio, de un periodo de cuatro años, y que no haya cumplido ninguna de las promesas electorales contraídas durante su campaña y en cuyo país se agudice la crítica situación sin encontrar fórmulas que nos saquen del olvido y del desprecio de la mayoría?
¿Quiere saber el nombre de quien, junto con su gobierno, apechuga los golpazos que le arrean las bolsas de valores, el Banco Central Europeo, el Fondo Monetario Internacional y los ineptos directores de la Unión Europea que se burlan de él?
¿Quiere conocer un pueblo donde las autoridades son daltónicas, confunden el negro con el blanco, permiten eludir impuestos y aceptan, suplicantes, el 10% de lo que han robado los infractores fiscales que están coludidos con políticos y empresarios prevaricadores?
¿Habrá algún país que haya autorizado una amnistía fiscal que favorece a los que envían su dinero al extranjero, roban ostensiblemente a la nación y continúan libres sin ningún pudor y con el beneplácito de las autoridades?
Seguro que quiere usted saber el nombre de los ejecutivos oficiales que se arrodillan ante las medidas que perjudican a su gente y que dicen que las protestas son obra de locos que quieren desestabilizar el sistema que ellos mismos han empobrecido y huele mal.
¿Desea saber de los que aprietan los botones de su propia esclavitud económica y se someten a ella inconscientes y hasta sonrientes en detrimento del 98% de sus habitantes?
¿Le importaría saber qué nación de este continente tiene 6.7 millones de personal activo en el paro y que a finales de este año tendrá 7 millones y lo informa con asombrosa naturalidad?
¿Cree usted que es justo que el gobierno de dicho país no obligue a pagar el Impuesto Bienes Inmuebles (IBI), como es su obligación, a los propietarios de bienes raíces y locales alquilados porque pertenecen a la nobleza, a la cúpula eclesiástica y los mantiene protegidos con fondos del Estado?
Los nombres
Estoy convencido de que ya sabe usted los nombres de las personas e instituciones a que me refiero que reciben diariamente, para vergüenza de todos sus habitantes, capirotazos a diestra y siniestra, y se cuadran frente a países que siempre han procurado su expansionismo y prepotencia en Europa.
¿Cree usted normal que un presidente de gobierno mande a sus ministros a justificar su falta de imaginación —no digamos de inteligencia, porque parece no ser muy lúcido—, a explicar el porqué de la debacle en que está sumergida una de las civilizaciones pioneras de esta parte del mundo?
Le aclararé sus dudas porque estoy seguro de que le dará risa, para informarle que son Mariano Rajoy Grey y todos sus ministros, fundamentalmente Cristóbal Montoro, Luis de Guindos, Fátima Bañez y la sufrida Soraya Sáenz de Santamaría, apuntalados por gente casi innombrable como Esteban González Pons, Carlos Floriano.
¿Verdad que no lo sabía?
Estará usted de acuerdo conmigo, y si no se lo doy a conocer para ver si acierto, en que el régimen actual de España, a cuyo gobierno del Partido Popular le llama demócrata, ha cerrado las puertas a cualquier protesta y está convirtiendo las reivindicaciones de los ciudadanos en agresiones injustificables, porque hay individuos dedicados a desestabilizarnos.
¿Está enterado de que, para poner un ejemplo simple, Christian Wulff, expresidente alemán, ha sido acusado por la fiscalía de su país por aceptar un soborno de 770 euros, tuvo que dimitir y se le retiró el apoyo oficial?
En tanto que aquí hay gente como Luis Bárcenas, extesorero del Partido Popular durante 20 años, que goza de buena salud, se va a esquiar a Suiza y hace la peineta a los que engaña, perjudica y se ríe de ellos porque aspira a gozar de una impunidad que podría otorgársele?
¿Estaba enterado de que Rajoy rechazó el rescate de la economía nacional a petición de la canciller Ángela Merkel, y no como él se ufana motu proprio?
Agréguele que tendremos que pagar miles de millones de euros por los intereses de deuda externa, dinero que no tenemos, y que supondrá un mayor endeudamiento económico, moral y el retiro de la poca confianza que aún se nos tiene en el mundo.
En tanto —y déjeme reiterarlo—, el clero es la segunda institución nacional que más bienes raíces posee mientras que millones de españoles tienen que vivir amontonados en pisos de 24 m2.
Ya estará también enterado de que Rajoy no participa en reuniones semiprivadas entre jefes de Estado y gobierno europeos que toman decisiones y las aplican a espaldas de nuestro presidente.
¿Se ha atrevido don Mariano a concertar algún pacto de Estado o a reunir a la gente más distinguida del continente en materia de política y economía para intentar salir del abismo en el que nos encontramos?
Claro que no.
Crece el encabronamiento
Rajoy es una sombra que aparece y desaparece y que ya quisiera haber tenido en su poder el mago Houdini en su época de gloria.
El escalofrío, la decepción, la tristeza y el encabronamiento crecen por doquier. La situación es ya intolerable. Lo anterior forma parte de una serie de datos que son sólo el principio de una retahíla más que daré a conocer en el futuro contra mi voluntad y con el rostro encendido por la vergüenza y la desazón.
Por cierto, ¿se acuerdan ustedes del inefable Iñaki Urdangarin, el duque en palmado, ingenioso chiste del esposo de la infanta Cristina?
Pues estuvo a punto —o a lo mejor todavía lo puede hacer— de irse a Catar a entrenar un equipo de balonmano y seguir disfrutando de la protección de los encariñados con el reino parlamentario que nos gobierna.
Todos los días aumentan las acusaciones evidentes contra prevaricadores y expolíticos y la mano de la justicia rajoniana permanece impasible, sin saber qué hacer, frente a los que ya no creen en nada.
Si esto no llega a estallar, de verdad a estallar, si no se origina un caos que desmantele las pocas instituciones españolas aún creíbles, nos encontraremos aquí el próximo número, y si no, a lo mejor podríamos comunicarnos en el futuro con señales de humo.