Joaquín Pérez Sánchez

La crisis global sigue deteriorando las condiciones laborales de las personas, drásticos recortes al gasto social, reducción de salarios y el creciente desempleo son los componentes de un sistema que hace agua, donde la salud y la seguridad en el trabajo sigue siendo una utopía, mientras que el consumo y la explotación indiscriminados, son el motor principal de lo que nos rodea.

El pasado 28 de abril se “celebró” el Día Mundial de la Seguridad y la Salud en el Trabajo y como todos los años, podría haber pasado desapercibido, pero una tragedia ocurrida tres días antes en Bangladesh, desnudó nuevamente las precarias condiciones laborales en que millones de personas sobreviven, para seguir alimentando el consumo desenfrenado de los países ricos.
Una fábrica textil se derrumbó el pasado 25 de abril en las cercanías de Dhaka, capital de ese país asiático, provocando la muerte de más de 1,000 personas, la mayoría de ellas mujeres, así como cientos de heridos.

De acuerdo con los testimonios y los posteriores reportes de prensa, se corroboró que el edificio Rana Plaza, de ocho plantas, se colapsó debido a evidentes daños estructurales. Grietas que se detectaron un día antes del colapso, pero que, sin embargo, no evitaron que los trabajadores (la mayoría mujeres de entre 18 y 19 años) fueran obligados a presentarse a laborar.

En esa fábrica se producían miles de prendas de diverso tipo para marcas comerciales del primer mundo, tales como: Mango, el Corte Inglés, Primark, Loblaw, Children`s Place, Benetton, Cato Fashions, entre otras.

No es la primera vez que ocurren tragedias de este tipo en Bangladesh o en otras partes del mundo, sin embargo, parece que no importa, ya que pronto se emiten las condolencias, se realiza “el control de daños”, fluyen las “indemnizaciones” y las promesas de que no volverá a ocurrir y se apuesta al olvido.

Casi el 80 por ciento de las exportaciones en Bangladesh son de la industria textil, sector que tiene más de 400 fábricas, donde se produce para las principales marcas estadounidenses y europeas. El salario sigue siendo el principal atractivo para la industria, ya que no llega a los 40 dólares mensuales.

En el marco del Día Mundial de la Seguridad y el Trabajo, la Organización Internacional del Trabajo (OIT) hizo un llamado “urgente” a favor de una campaña mundial para “combatir el número creciente de enfermedades relacionadas con el trabajo” que de acuerdo con ese organismo mundial, cobra cerca de dos millones de víctimas cada año.

En pleno siglo XXI, cuando en los países ricos se habla de incrementar la edad de la jubilación, por las mejores expectativas de vida, además de reducir el gasto en la salud pública, tragedias como la de Bangladesh pone al descubierto la cruda realidad, así como la doble moral occidental y las grietas enormes del actual sistema. Por ello es que la salud y la seguridad en el trabajo sigue siendo una utopía.